El poder revelador de los eclipses – CIENCIA.

CIENCIA.

Un eclipse total de Sol visto sobre el río Nilo en Egipto, en 1900. La observación durante los eclipses solares ha generado una gran riqueza intelectual en infinidad de ámbitos a lo largo de la historia. Un eclipse total de Sol visto sobre el río Nilo en Egipto, en 1900. La observación durante los eclipses solares ha generado una gran riqueza intelectual en infinidad de ámbitos a lo largo de la historia. crédito Science & Society Picture Library/Getty Images.

El poder revelador de los eclipses.

Al cubrir al Sol, los eclipses han impulsado importantes descubrimientos desde hace al menos unos 2000 años no solo de la estrella, sino de diversos planetas de nuestro sistema solar y hasta del universo.

Por Kenneth Chang, 20 de agosto 2017. 

Hiparco, el astrónomo y matemático griego que vivió hace más de 2000 años, utilizó el eclipse solar para resolver un problema de geometría celeste.

Él sabía que en un punto al noroeste de Turquía un eclipse había cubierto por completo al Sol pero en Alejandría, a unos 950 kilómetros, solo lo había cubierto en cuatro quintas partes. Con ese pequeño dato, calculó la distancia entre la Tierra y la Luna con un margen de error del 20 por ciento.

Hiparco fue uno de los primeros eruditos que aprovechó los eclipses para realizar estudios científicos. En siglos más recientes, los investigadores han utilizado estos sucesos como oportunidades para estudiar el sistema solar, en especial el Sol.

Por lo general, el Sol es demasiado brillante para ver cualquier cosa en sus proximidades. Su radiante halo, conocido como corona solar, solamente es visible durante los eclipses.

  Un eclipse total de Sol donde se aprecia la corona solar en Brasil, en 1919. Credit Science & Society Picture Library, vía Getty Images.

En 1605, el astrónomo alemán Johannes Kepler consideró que la corona que se observaba durante un eclipse podría deberse a una atmósfera alrededor de la Luna que dispersaba la luz solar. Con el tiempo, los científicos se dieron cuenta de que la corona rodeaba al Sol y no a la Luna.

Algunos observadores también reportaron arcos gigantes que emanaban del Sol, ahora se sabe que las protuberancias solares se extienden a lo largo de cientos de miles de kilómetros en el espacio.

La invención del espectroscopio, a mediados del siglo XIX, generó nuevos descubrimientos solares. Un prisma de cristal refracta la luz y la descompone en un arcoíris de colores emitidos por átomos y moléculas específicos: en cierta forma, una especie de códigos de barras que identifican los elementos que producen la luz.

En 1868, el científico francés Pierre Janssen viajó a la India para presenciar un eclipse a través de un espectroscopio y concluyó que las protuberancias solares estaban compuestas, en su mayoría, de gas de hidrógeno caliente.

Pero una brillante línea amarilla que se observaba a través del espectroscopio y que, en un principio se creyó que era un identificador de sodio, no correspondía con la longitud de onda del sodio.

Fue así como se descubrió el helio, el segundo elemento más común en el universo. Aunque en la Tierra no se encontró sino hasta trece años más tarde.

 El observatorio de Norman Lockyer en la costa de Kent, Inglaterra, en 1890. Lockyer es uno de los científicos a quienes se atribuye el descubrimiento del helio. CreditScience & Society Picture Library/Getty Images.

 A la izquierda, una fotografía de 1878 de la superficie solar, que fue tomada por el astrónomo francés Pierre Janssen, a la derecha. CreditA la izquierda: Science & Society Picture Library, vía Getty Images; a la derecha: Oxford Science Archive/Print Collector, vía Getty Images.

Durante un eclipse total de Sol en 1869, dos científicos estadounidenses, Charles Augustus Young y William Harkness, observaron de forma independiente una inesperada y débil línea verde en la corona.

La hipótesis de los científicos señalaba que se trataba de la emisión de un nuevo elemento, al cual se le llamó coronio. No fue sino hasta la década de 1930 que los investigadores se dieron cuenta de que el coronio no era un elemento nuevo, sino que se trataba de hierro desprovisto de la mitad de los 26 electrones de cada átomo.

Este descubrimiento confirmaba las temperaturas extremadamente altas del Sol y sugería un nuevo misterio.

Las líneas de color que se perciben en un espectrómetro también pueden utilizarse para medir la temperatura. La superficie solar tiene una temperatura aproximada de 5600 grados Celsius.

No obstante, las mediciones de la corona que comenzaron a realizarse durante el eclipse de 1932, determinaron que la temperatura era mucho más alta: de millones de grados. Desde entonces, los científicos dedicados al estudio del Sol han tratado de averiguar por qué la corona se calienta tanto.

Los eclipses han enseñado bastante sobre el funcionamiento del sistema solar, pero estos sucesos también han echado por tierra algunas ideas asentadas con firmeza.

Hace tiempo, los astrónomos descubrieron que Mercurio, el planeta más interno de nuestro sistema solar, oscilaba dentro de su órbita mucho más de lo que debería conforme a las leyes del movimiento de Newton. En el siglo XIX, muchos pensaban que debía haber un planeta más pequeño dentro de la órbita de Mercurio que lo atraía. Lo llamaron Vulcano.

Varios observadores reportaron haber visto un pequeño punto cruzar frente al Sol y gran parte de ellos estaban convencidos. “Vulcano existe y ya no es posible negar o ignorar su existencia”, publicó The New York Times en septiembre de 1876.

Durante la oscuridad del eclipse solar que sucedió un par de años más tarde, dos astrónomos —uno ubicado en Wyoming y el otro en Colorado— aseguraron, cada uno por su cuenta, haber visto planetas dentro de la órbita de Mercurio.

Pero estaban equivocados; lo que probablemente vieron fueron estrellas bastante conocidas que se vuelven visibles en la oscuridad del eclipse. Hacia finales del siglo, muchos científicos dudaban que Vulcano estuviera ahí y, en 1915, la teoría de la relatividad de Einstein ofreció una explicación plausible para la oscilación de Mercurio: una distorsión en el espacio-tiempo originada por el Sol.

Las ideas de Einstein sentaron las bases para el experimento del eclipse de 1919, el más famoso de todos los tiempos. Durante este suceso, sir Arthur Eddington observó la curvatura de la luz estelar alrededor del Sol. Los descubrimientos confirmaron las premisas de la teoría.

Los eclipses solares no solo se han utilizado para deducir qué es lo que sucede en el sistema solar, sino también para estudiar la Tierra.

En 1695, el astrónomo Edmund Halley descubrió que los cálculos modernos no predecían del todo los eclipses anunciados en épocas ancestrales. Y resulta que eso se debe a que la velocidad de rotación de la Tierra ha disminuido.

 CreditScience & Society Picture Library/Getty Images.

Los registros históricos chinos han proporcionado algunas pistas necesarias para determinar cuánto se ha lentificado. En el siglo IV a. C., el filósofo chino Mozi, en su descripción de una batalla épica que había ocurrido 1500 años atrás, escribió que “el Sol salía de noche”.

Al hojear el texto en la Universidad de California, en Los Ángeles, hace un par de décadas, Kevin D. Pang, en ese momento científico de la NASA, se dio cuenta de que no se trataba de la narración de una cruenta batalla, sino de la descripción de un eclipse total.

El eclipse, que tuvo lugar cerca del atardecer, describía un breve paso hacia la noche para luego volver a ver la salida del Sol y, así, presenciar un amanecer nocturno.

Se sabía tanto el día como el lugar de la batalla. Simuladores en computadora determinaron la lentificación de la velocidad de rotación de la Tierra que era necesaria para hacer que la sombra del eclipse ocurrido aquel día pasara sobre el campo de batalla.

Si en aquel entonces la Tierra giraba más rápido, el día era más corto por 0,07 fracciones de segundo.

Los eclipses también ayudan a poner a prueba modelos climatológicos. “Por lo general no estamos en la posición de apagar un interruptor y ver lo que sucede con la sencillez de los procedimientos de causa y efecto”, señaló Giles Harrison, profesor de Física Atmosférica en la University of Reading en Inglaterra.

Cuando el Sol desaparece, la temperatura desciende y los vientos se calman. Con base en información recopilada por una estación meteorológica del eclipse de 1900 que cruzó Norteamérica, el meteorólogo H. H. Clayton se dio cuenta de que, al parecer, los vientos también cambiaban de dirección.

Durante un eclipse en 2015 en Inglaterra, Harrison y un colega analizaron la información de la estación meteorológica y reunieron observaciones de varios miles de científicos ciudadanos. Descubrieron que la dirección del viento cambiaba entre 20 y 30 grados, dado que el aire caliente había dejado de elevarse desde el suelo.

“Ese hecho confirma ampliamente el pensamiento de Clayton, ideas de hace más de cien años”, apuntó Harrison.

Enlace al artículo original de la sección  CIENCIA  del New York Times en español publicado el 20 de agosto de 2017: https://www.nytimes.com/es/2017/08/20/eclipses-solar-ciencia-hallazgos/?rref=collection%2Fsectioncollection%2Findex .

La presidencia fallida de Donald Trump

El día de ayer el comité editorial del New York Times unificado, publicó una «carta abierta» en su editorial; en un detallado análisis en el que se describen  a Trump como «…un rey de la discordia que parece estar divorciado de la decencia y del sentido común» empeñado tercamente en sembrar odio y encono en un país que ha dicho YA BASTA al racismo, a la violencia y al fascismo, «… un país desesperado por tener una visión unificadora»..

«La semana pasada se deshizo de la pretensión y el camuflaje. Al tomar la decisión de dividir a los estadounidenses en vez de unirlos, abandonó el legado de Lincoln y en su lugar adoptó el de Robert E. Lee y Jefferson Davis. No quiso recurrir a los mejores espíritus de Estados Unidos, sino a sus demonios».

Enlace a la publicación original del New York Times en español: https://www.nytimes.com/es/2017/08/21/editorial-presidencia-fallida-donald-trump/?action=click&mccr=inicio&mcid=nyt-es&ref=nyt-es&subid=masinformacion&pgtype=Homepage 

La presidencia fallida de Donald Trump

Por 

 Ilustración de Doug Chayka; fotografía de Doug Mills/The New York Times.

Cada día, el presidente Donald Trump proporciona nueva evidencia de que está fracasando en el puesto que los estadounidenses le confiaron. El gran desastre de su presidencia empeoró la semana pasada con una conferencia de prensa el martes en la que pareció determinado a sembrar el conflicto racial en un país desesperado por tener una visión unificadora.

Desde la década de 1930, no ha sido algo tan complicado el que un líder denuncie el nazismo. Sin embargo, este presidente no tiene nada de habitual: algunos de sus asesores y familiares lo instaron a aprovechar la autoridad moral y majestuosidad del cargo presidencial para sanar las heridas provocadas por la violencia de los grupos neonazis el el 12 de agosto pasado y a poner el bienestar del país por encima de sus rencores personales. Pero, en vez de eso, decidió defender a los supremacistas blancos, algo que como nunca antes ha generado profundas dudas acerca de su brújula moral, su entendimiento de las obligaciones de su oficina y su aptitud para ocuparla.

Básicamente, nos encontramos en ese punto: un país liderado por un rey de la discordia que parece estar divorciado de la decencia y del sentido común. Las alarmas de inmediato fueron prendidas. Cinco miembros de los jefes del Estado Mayor Conjunto emitieron una reprimenda poco común, mediante la que condenaron el extremismo basado en la raza, tanto en el ejército como en el país. Líderes extranjeros –desde el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, hasta la primera ministra del Reino Unido, Theresa May– condenaron la intolerancia y la falta de liderazgo de la Casa Blanca.

De entre las muchas quejas y denuncias, la más fuerte provino de los aliados putativos de Trump en la comunidad empresarial, un brillante grupo de importantes líderes financieros y corporativos que comenzaron a renunciar de dos de los consejos consultivos de la Casa Blanca a principios de la semana pasada, lo cual terminó por obligar al presidente a desintegrar ambos páneles con tal de ahorrarse la humillación de presenciar más deserciones corporativas. La Casa Blanca abandonó un tercer consejo consultivo, en torno a la infraestructura, un área donde Trump esperaba cumplir por lo menos una de sus promesas de campaña: generar empleos.

Se dijo que Trump estaba motivado por sus declaraciones del 15 de agosto, que consideró como una reprimenda a las fuerzas políticamente correctas que, según él, están resueltas a derrocarlo. Se abalanzó atacando a los críticos de todos los bandos y publicó en Twitter ráfagas de sinsentidos históricamente incorrectos. Una de las más atroces fue cuando, poco después del ataque terrorista del jueves en Barcelona, repitió la patraña de que el general John Pershing, conocido como Black Jack, había detenido a terroristas islámicos en Filipinas al asesinar a decenas de ellos con balas cubiertas de sangre de cerdo, una estrategia que a Trump le parece digna de imitarse.

Uno de los indicadores de la consternación provocada por el comportamiento de Trump es que, extrañamente, nos reconfortan cosas que en cualquier presidencia normal provocarían preocupación. Una de ellas es la total incompetencia que este presidente ha exhibido. Además de poner en riesgo las protecciones ambientales, financieras y de seguridad mediante órdenes ejecutivas —en su mayor parte frustradas—, y más allá su política comprobablemente cruel de deportaciones, así como de las lamentables designaciones para integrar tribunales, por suerte han fracasado los peores planes de Trump (como la destrucción de la Ley de Atención Medica Asequible), mientras que otros desaparecieron.

Esa es otra peculiaridad, otro caso en el que las expectativas tradicionales se vuelcan. Los estadounidenses acostumbrados constitucional y políticamente al liderazgo civil ahora dependen de dos exgenerales y un general —John Kelly, el nuevo jefe de personal de la Casa Blanca; H. R. McMaster, el consejero nacional de Seguridad, y Jim Mattis, el secretario de Defensa— para evitar que Trump se descarrile por completo.

Con experiencia y educación, bien versados en los terribles costos de la confrontación global e impulsados por un ímpetu para servir al público —algo que no tiene Trump—, se espera que estos tres personajes puedan contrarrestar los peores instintos del presidente. Sin embargo, en el mejor de los casos, ese es un débil respaldo, dado el entrenamiento que los líderes militares tienen para obedecer al comandante en jefe y la tendencia de Trump a confundir las críticas con la “deslealtad”. Además, la idea de que haya tres hombres militares en los puestos más altos de la creación de políticas estratégicas causa todavía más dudas durante una época en la que el Departamento de Estado ya no tiene experiencia y la diplomacia tradicional se ha marginalizado.

Algunas personas —optimistas, según nosotros— creen que los peores instintos de Trump podrán controlarse, o por lo menos moderarse, después de la salida de Stephen Bannon, una de las fuerzas más oscurasde la Casa Blanca. Bannon sin duda reforzó y les dio un falso sentido de intelectualidad a las limitadas ideas de Trump en torno a la inmigración y la raza, pero su influencia parece haber disminuido por orden de Kelly.

De cualquier forma, su salida no resuelve el principal problema: Trump.

Hay algunas señales de que nuestro sistema democrático está funcionando para contener a Trump. El fracaso de sus iniciativas para privar a millones de estadounidenses de su cobertura de servicios de salud, la investigación continua de su administración por parte del FBI, los desafíos en la corte a sus decretos ambientales y migratorios y el hecho de que sus aliados egoístas ahora estén dispuestos a dejarlo solo sugieren que no es inmune a las fuerzas que han derribado a los presidentes deficientes que lo precedieron.

¿Es justo volcar nuestras esperanzas sobre el Partido Republicano, en especial a sus líderes en el congreso? Por motivos de ineptitud y complicidad ideológica, los líderes del partido casi no hicieron nada para contrarrestar el fenómeno de Trump y tampoco buscaron aplacar sus peores excesos de una manera constante, los cuales comenzaron con sus falsas declaraciones acerca del nacimiento del presidente Barack Obama y continuaron con su demagógico discurso inaugural.

Por eso resulta más que improbable que Mitch McConnell, el líder de la mayoría en el senado, o Paul Ryan, el irresoluto presidente de la Cámara de Representantes, consideren tomar medidas firmes, como la censura. No obstante, es justo preguntarse, simplemente como un asunto de autopreservación política: ¿no tendría sentido un esfuerzo concertado para alejar a Trump de los grupos raciales?

Sus índices de aprobación se desploman por debajo del 35 por ciento mientras él sigue fantaseando con menos de un cuarto de los estadounidenses que dicen que ninguna decisión de Trump podría acabar con su apoyo. Ahora que se acerca un año de elecciones, ¿ahí es donde McConnell y Ryan quieren estar?

Para los simpatizantes que le quedan a Trump, la cuestión más importante no es política, sino moral. Es saber si seguirán apoyando a un representante que está enemistando a gran parte del país al aceptar el extremismo. Así es, hay otros republicanos que, a pesar de haber adoptado el estandarte de Abraham Lincoln, también han cortejado a los intolerantes, de maneras sutiles y no tan sutiles, desde la época de la “estrategia sureña” de Richard Nixon.

Sin embargo, Trump ha traído a la superficie esas ideas que antes eran solo un subtexto. La semana pasada se deshizo de la pretensión y el camuflaje. Al tomar la decisión de dividir a los estadounidenses en vez de unirlos, abandonó el legado de Lincoln y en su lugar adoptó el de Robert E. Lee y Jefferson Davis. No quiso recurrir a los mejores espíritus de Estados Unidos, sino a sus demonios.

 

Diálogo del Che con Lisa Howard (transcripción y video)

Entrevista que le hace Liza Haward al Comandante Ernesto Che Guevara Ministro de Industrias de Cuba, en 1964!!
Trascripción y video.

La pupila insomne

Los días 20 y 26 de enero de 2017, nuestro programa de televisión La pupila asombrada transmitió  la entrevista realizada al Comandante Ernesto Che Guevara, entonces Ministro de Industrias de Cuba, por la periodista estadounidense Lisa Howard, el 12 de febrero de 1964. Se trata de  grabaciones originales, sin editar, de aquel encuentro del cual la televisora ABC trasmitió solamente 22 minutos doblados al inglés, el 22 de marzo de 1964. 

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D.E.P. Dario Fo. –Buen viaje maestro

Origen: D.E.P. Dario Fo. –Buen viaje maestro

D.E.P. DARIO FO. –BUEN VIAJE MAESTRO

13 octubre, 2016 · de LoliLopesino.

Dario Fo: El poder no soporta el humor porque la risa libera al hombre de sus miedos.

Dario Fo, Stoccolma,14 marzo 1980 (AP photo/Bert Mattsson)

Hoy nos dejó, murió en Milán Darío Fo, intelectual que durante su vida fue muchas ‘cosas’: escritor, dramaturgo y director, actor y escenógrafo, pintor y activista político. Fo tenía 90 años. Nacido en Sangiano, provincia de Varese, fue además, Premio Nobel de Literatura en el año 1997. 

Mi reconocimiento en su gran obra: Muerte accidental de un anarquista, y agradecimiento a las páginas que muestran la crueldad de la represión política, el estamento político y la sinrazón del status-quo impuesto desde las más altas esferas. Obra que sin duda sigue vigente en nuestros días, con demoledor mensaje: ”la libertad de expresión”. Eso que supuestamente sustenta “y enorgullece a las democracias occidentales, Dario Fo lo puso en entredicho al mostrar el lado “más oscuro” de las sociedades denominadas “civilizadas”, y que no siempre comulgan con preceptos tan dignos y loables. — Permitan una premisa referida a esta.

En los años setenta y ochenta, además de la producción artística, Fo estuvo muy comprometido con el activismo político de izquierdas, y uno de los defensores de los ex – miembros de Lotta Continua, — acusados del asesinato del comisario de policía Luigi Calabresi: Adriano Sofri, Giorgio Pietrostefani y Ovidio Bompressi. Franca Rame, en 1973 fue secuestrada por un grupo de extrema derecha sufriendo, como ella mismo recordó, «todo tipo de violencia», — con una cruenta forma de venganza por su pleno compromiso y el de su marido. La compañía de teatro Fo-Rame también sufrió amenazas, y se vio involucrada en muchos procesos debido a Muerte accidental de un anarquista.

Muerte accidental de un anarquista, puesta en escena la primera vez el 5 de diciembre de 1970, en Varese, es una de las obras históricas de compromiso político de la época. La obra, una farsa, se inspiró en la muerte del anarquista Giuseppe Pinelli, el cual un 15 de diciembre de 1969, — cayó desde una ventana del cuarto piso de la jefatura de policía de Milán, donde se encontraba debido a las investigaciones relativas: alle Strage di Piazza Fontana. El título de Fo es irónico, porque la tesis de la obra muestra que Pinelli no murió por accidente, sino asesinado. Debido al riesgo de sufrir denuncias, etcétera, por la obra, Fo decidió hacer algunos cambios en el texto de la Muerte accidental de un anarquista: cambió el escenario de trabajo en los Estados Unidos, por la Nueva York de los años veinte, y donde sucedió un hecho trágico símil a la muerte de Pinelli. El 3 de mayo de 1920, el anarquista italiano Andrea Salsedo murió tras caer desde el piso catorce del Park Row Building, donde se encontraban las oficinas del FBI.

Muerte accidental de un anarquista. Dario Fo. 1970…

¿Donald Trump es racista?

Muy buenas noches amables lectoras y lectores de JesToryAs Blog, por considerarlo de fundamental importancia y para entender mejor los acontecimientos resientes, que se analizan en la publicación precedente a ésta, les comparto un artículo del destacado escritor y activista Nicholas Kristof   publicado en el New York Times el 1° de agosto de 2016.

Se trata de un análisis minucioso y detallado sobre los últimos 40 años de vida profesional de Trump, cuyo resultado sustenta de manera indubitable que Trump ES RACISTA.

¿Donald Trump es racista?

Por Nicholas Kristof 

https://www.nytimes.com/es/2016/08/01/donald-trump-es-racista/

Donald Trump y su padre, Fred, en 1973 en la Villa Trump en la ciudad de Nueva York CreditBarton Silverman/The New York Times.

¿ACASO el partido de Abraham Lincoln decidió apoyar la candidatura presidencial de un racista? Estas acusaciones no se deben lanzar tan a la ligera, así que me puse a revisar más de 40 años de la vida profesional de Donald Trump para ver qué dicen los registros.

La primera alarma se encendió en 1973, cuando el Departamento de Justicia del presidente Richard Nixon (no precisamente de los más radicales en esos tiempos), demandó a Trump y a su padre, Fred Trump, por discriminar sistemáticamente a las personas negras que querían rentar viviendas.

Navegué por 1021 páginas de documentos de aquella lucha legal y los resultados me impresionaron. En ese entonces, Donald Trump era el presidente de la empresa familiar de bienes raíces, y el gobierno reunió evidencia contundente de que la compañía tenía una política de discriminación contra las personas negras, incluidas aquellas que prestaban servicio en el Ejército.

Para probar esta discriminación, enviaron a algunas personas negras como sujetos de prueba a los edificios de Trump a preguntar por espacios libres y poco después enviaban a sujetos de prueba blancos. En más de una ocasión, a las personas negras les decían que no había disponibilidad mientras que a los sujetos de prueba blancos les mostraban apartamentos para renta inmediata.

Un exsuperintendente de los edificios Trump explicó que había recibido la instrucción de marcar cualquier solicitud de una persona negra con la letra C (“de color”), aparentemente, para que la oficina supiera que debía ser rechazada. Un agente inmobiliario de los Trump declaró que ellos querían rentar únicamente a “judíos y ejecutivos” y desalentaban las oportunidades de renta para personas negras.

Donald Trump luchó intensamente en contra de la demanda de derechos civiles en los tribunales y en los medios de comunicación, pero finalmente los Trump llegaron a un acuerdo que fue considerado como una victoria para el gobierno. Tres años más tarde, las autoridades los volvieron a demandar por seguir discriminando.

Para ser justos, estas demandas son muy viejas y las políticas discriminatorias probablemente no seguían un directriz de Donald Trump, sino de su padre. Al parecer, Fred Trump fue arrestado en una reunión del Ku Klux Klan en 1927; Woody Guthrie, quien vivía en una propiedad de los Trump en la década de 1950, arremetió contra Fred Trump en unos documentos encontrados recientemente por provocar odio racial.

Y aunque las políticas discriminatorias de su empresa pueden haber sido una herencia, Trump se unió por cuenta propia a la batalla de las viviendas de 1970 en contra del movimiento de derechos civiles.

Otro momento revelador se presentó en 1989, cuando la ciudad de Nueva York estaba convulsionada con el caso de la “corredora de Central Park”, la violación y golpiza a una joven blanca mientras trotaba en el emblemático parque. Cinco adolescentes negros y latinos fueron arrestados.

Trump se involucró, denunció el llamado a la calma del alcalde Ed Koch y compró anuncios de página completa en algunos periódicos en los que exigía la pena de muerte. Los cinco adolescentes pasaron años en prisión antes de ser exonerados. En retrospectiva, sufrieron una versión moderna de linchamiento, y Trump jugó un papel importante en la incitación de la multitud.

Cuando Trump incursionó en el negocio de los casinos, la discriminación siguió. Según Kip Brown, un extrabajador de un casino Trump citado por The New Yorker, en los años ochenta: “Cuando Donald e Ivana venían al casino, los jefes ordenaban que toda la gente negra se saliera del piso… Nos ponían a todos en la parte de atrás”.

En 1991, un libro escrito por John O’Donnell, antiguo presidente de Plaza Hotel and Casino Trump en Atlantic City, describió cómo Trump criticaba a un contador negro, y lo citó: “¡Negros contando mi dinero! Me molesta. El único tipo de personas que quiero que cuenten mi dinero son pequeños hombres que usen kipás todos los días… Creo que ese hombre es un flojo. Y probablemente no tiene la culpa, porque los negros ya traen la pereza en ellos. De verdad lo creo. No es algo que puedan controlar”. O’Donnell relató que durante meses después de eso, Trump lo presionó para despedir al contador negro hasta que el hombre renunció por su cuenta.

Después, Trump negó haber hecho esos comentarios. Sin embargo, en una entrevista con Playboy en 1997, aceptó que “las cosas que O’Donnell escribió sobre mí probablemente son ciertas”.

Los episodios recientes pueden ser más conocidos: la afirmación de que el presidente Obama había nacido en Kenia; las insinuaciones de que Obama había sido admitido en las universidades de la Ivy League solo por discriminación positiva; las declaraciones en las que se refirió a inmigrantes mexicanos como “en muchos casos, criminales, narcotraficantes, violadores”; los llamados a que se prohíba temporalmente la entrada de musulmanes a Estados Unidos; su rechazo a un juez estadounidense de ascendencia mexicana al decir que era un mexicano que no podía escuchar su caso con justicia; su negativa a distanciarse del Ku Klux Klan durante una entrevista de televisión; el retuit de una gráfica que sugería que el 81 por ciento de los responsables de los asesinatos de víctimas blancas eran personas negras (la cifra real es 15 por ciento), y otras tantas.

Trump también ha retuiteado mensajes de racistas blancos o simpatizantes nazis, entre ellos dos de una cuenta llamada @WhiteGenocideTM con una foto del fundador del Partido Nazi de Estados Unidos.

Continuamente y con vehemencia, Trump niega cualquier tipo de racismo y ha borrado algunos tuits ofensivos. The Daily Stormer, un sitio web racista neonazi que respalda a Trump, ve esto como una total complicidad de camaradas.

(Actualización: Después de que esta columna fuera publicada, la campaña de Trump me escribió un correo electrónico con la siguiente declaración: “Donald Trump tiene un largo historial de inclusión y en numerosas ocasiones ha reprochado públicamente a los grupos que buscan discriminar a otros. Sugerir otra cosa es una completa fabricación de la verdad”).

Mi opinión es que “racista” puede ser una palabra muy cargada, un obstáculo para el debate más que un adjetivo que aclara, así que deberíamos tener cuidado de no usarla simplemente como un epíteto. Además, los musulmanes y latinos pueden ser de cualquier raza, así que algunas de estas declaraciones técnicamente no reflejan racismo, sino intolerancia. También es verdad que es posible que Trump diga algo inapropiado o sea malinterpretado.

Y aun así.

Aquí tenemos a un hombre que durante más de cuatro décadas ha sido asociado repetidamente con la discriminación racial y con comentarios intolerantes sobre las minorías, algunos de ellos en televisión, así que todos lo han podido ver. Aunque cada uno de estos incidentes puede ser ambiguo, lo que sale a flote durante más de cuatro décadas es un arco narrativo, un patrón consistente, y no veo otra manera de llamarlo sino racismo.

Charlottesville y la ‘racistocracia’ y Para entender la violencia en Charlottesville.

Charlottesville y la ‘racistocracia’

Por 

 El sábado, nacionalistas blancos y neonazis se manifestaron en Charlottesville, Virginia. CreditEdu Bayer para The New York Times.  https://www.nytimes.com/es/2017/08/14/charlottesville-y-la-racistocracia/?mc=adglobal&mcid=facebook&mccr=ES&subid=LALs&subid1=TAFI 

Gore Vidal, el genial escritor difunto, alguna vez dijo que vivimos en “Estados Unidos de Amnesia”. Nuestra capacidad para olvidar destella cuando los fanáticos blancos salen del clóset, envalentonados por la protección tácita que les brinda nuestro presidente. No podemos fingir que el fanatismo espantoso que se desató este fin de semana en las calles de Charlottesville, Virginia, no tiene nada que ver con la elección de Donald Trump.

Entre los asistentes a la manifestación estaba el separatista blanco David Duke, quien declaró que el fiasco que fue aquella marcha por la unidad de la derecha radical “cumple con las promesas de Donald Trump”. Mientras tanto, el presidente respondió equiparando falsamente a los fanáticos blancos y a las personas que protestaban en contra de esta manifestación. Sus denuncias ante el odio fueron ligeras y suenan fingidas, porque le susurran al oído asesores nacionalistas blancos como Steve Bannon y Stephen Miller.

Una reunión tan desgarbada de supremacistas blancos motiva una revisión de la memoria política. Y es que el resentimiento que provocó la remoción de símbolos públicos del pasado confederado, el origen de la protesta de este fin de semana, es justamente alimentado por un revisionismo histórico. Estas personas creen que son las víctimas de un presunto ataque políticamente correcto en contra de la democracia estadounidense, un discurso falso que ayudó a impulsar la victoria de Trump. Cada una de ellas se alimenta de las mismas mentiras dementes sobre raza y justicia, las cuales corrompen la democracia auténtica y deterioran la libertad verdadera. En conjunto, estos fanáticos constituyen el resurgimiento repulsivo de una racistocracia virulenta.

Si no pueden beber de la copa del beneficio económico que sí prueban las élites blancas, por lo menos pueden sorber lo que resta de una ideología del odio: al menos no son negros.

Esta racistocracia pasa por alto información fundamental sobre la esclavitud en Estados Unidos: que las personas negras fueron secuestradas de sus países africanos para trabajar arduamente y sin pago en tierras estadounidenses. Cuando la comunidad negra y otras personas lo mencionan, los fanáticos blancos se sienten agraviados. Se sienten especialmente ofendidos cuando se argumenta que la esclavitud cambió de vestimenta durante la Reconstrucción de la posguerra civil: que se disfrazó de libertad pero siguió siendo una amenaza para la comunidad negra, como lo demuestra el periodo en que estuvieron vigentes las leyes Jim Crow. La racistocracia es la molestia de que la esclavitud se perciba como el pecado original de esta nación.

Sin embargo, estos fanáticos siguen ignorando de manera deprimente y deliberada qué fue la esclavitud, cómo se dio, qué dejó en nosotros, cómo dio forma a la raza, al aire y al espacio entre los blancos y los negros, así como a la vida y la trayectoria de las culturas blanca y negra.

Se aferran a una desaparecida aristocracia sureña cuyos privilegios —una presunta superioridad blanca y una supremacía moral e intelectual— se filtraron a los blancos comunes y corrientes. Si no pueden beber de la copa del beneficio económico que sí prueban las élites blancas, por lo menos pueden sorber lo que resta de una ideología del odio: al menos no son negros. El reconocido académico W. E. B. Du Bois llamó a este supuesto sentido de superioridad el “salario mental de los blancos”. Y es que en alguna ocasión, el presidente Lyndon B. Johnson dijo lo siguiente: “Si puedes convencer al hombre blanco del nivel más bajo de que es superior al mejor hombre de color, no se dará cuenta de que le estás saqueando el bolsillo. Es más, dale algo que pueda menospreciar y vaciará él mismo sus bolsillos por ti”.

Tenemos a un presidente multimillonario intolerante que ha hecho lo mínimo por la clase trabajadora blanca, cuyo resentimiento lo llevó al poder. Han vaciado sus bolsillos éticos y económicos para apoyarlo, a pesar de que les dio la espalda en el momento en que entró al Despacho Oval. Los únicos remanentes de su liderazgo a los que se pueden seguir aferrando son el folclor del sentimiento nacionalista de los blancos y la pasión xenofóbica, creencias que les ofrecen tranquilidad mental, aunque poca estabilidad financiera.

Es deprimente explicarle a nuestros hijos que lo que afrontamos de niños podría ser el legado que también dejarán a sus hijos.

Para la comunidad negra, es descorazonador ver cómo se repite la historia de manera tan vil y despreciable. Enfrentar este odio descarado vuelve a abrir las heridas que provocaron las atrocidades que hemos confrontado a lo largo de nuestra historia. Es deprimente explicarle a nuestros hijos que lo que afrontamos de niños podría ser el legado que también dejarán a sus hijos.

Es todavía más desalentador percatarse de que el gobierno de nuestra nación, al menos la actual administración, haya mostrado tan poca empatía hacia las víctimas del fanatismo blanco y que de hecho haya ayudado a difundir el virus paralizador del odio, pasando por alto lo que se hace en su nombre.

Es el momento de que cada descendiente de estadounidenses blancos demuestre su amor por este país manifestándose de manera enérgica en contra del flagelo que representa esta racistocracia. Si un comportamiento tan inhumano se topa con el silencio de los blancos, solo consolidará la percepción de que, mientras la mayoría de los blancos esté libre de riesgos inmediatos, entonces todo está relativamente bien. Sin embargo, nada puede estar más lejos de la realidad y nada puede declarar de forma más evidente la bancarrota moral de nuestro país.

 Michael Eric Dyson es autor de Tears We Cannot Stop: A Sermon to White America y colabora con artículos de opinión.

Para entender la violencia en Charlottesville

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 Los nacionalistas y supremacistas blancos se enfrentaron a quienes realizaban contraprotestas el sábado en Charlottesville. CreditEdu Bayer para The New York Times.

Te presentamos un recuento de cómo se dieron los eventos de este fin de semana en Charlottesville, Virginia, donde enfrentamientos entre grupos supremacistas y personas que manifestaban en su contra resultaron en la muerte de una mujer y en señalamientos de que hubo terrorismo interno.

Riñas y un vehículo que acelera

Unos nacionalistas blancos se reunieron el sábado para participar en una marcha (“Unamos a la derecha”) en Charlottesville, y ahí se encontraron con alguna personas que protestaban en su contra, o contramanifestantes. Las provocaciones llevaron a los empujones, que se convirtieron en riñas. Alrededor de las 13:45, un automóvil se estrelló contra otro vehículo que estaba cerca de un grupo de contramanifestantes, lo que provocó que varias personas salieran volando. (La información señalaba en un inicio que el automóvil había embestido directamente al grupo de contramanifestantes).

Una persona fue asesinada: Heather D. Heyer, de 32 años, una asistente jurídica de Charlottesville que “era una apasionada defensora de los más desfavorecidos y con frecuencia llegaba hasta el llanto por las injusticias del mundo”. Aquí puedes leer, en inglés, el perfil que The New York Times escribió sobre Heyer.

También fallecieron dos policías estatales el sábado, Jay Cullen y Berke M. M. Bates, quienes estaban monitoreando las protestas desde un helicóptero; este se estrelló e incendió al momento del impacto.

El momento en el que un conductor identificado como James Alex Fields arrolló a quienes realizaban una contraprotesta a los grupos neonazis y supremacistas. CreditRyan M. Kelly/The Daily Progress, vía Associated Press.

En total, 34 personas resultaron lesionadas tras los enfrentamientos. El gobernador de Virginia, Terry McAuliffe, declaró estado de emergencia.

La policía identificó al conductor del vehículo como James Alex Fields Jr., de 20 años y originario de Ohio. Enfrenta varios cargos, entre ellos homicidio de segundo grado. Un juez le negó la fianza el lunes. Esto es lo que sabemos de Fields (en inglés).

El fiscal general Jeff Sessions calificó el ataque como terrorismo interno.

La tibia respuesta de la Casa Blanca

La tarde del sábado, el presidente Donald Trump condenó la “indignante muestra de odio, intolerancia y violencia en tantos bandos” pero, notoriamente, no destacó a los nacionalistas blancos ni a los neonazis. Dada la presión sobre exactamente a quién estaba culpando Trump, un portavoz de la Casa Blanca le dijo el sábado a los medios de comunicación: “El presidente estaba condenando el odio, la intolerancia y la violencia de todas las fuentes y todos los bandos. Hoy hubo violencia entre tanto los manifestantes como los contramanifestantes”.

El presidente Donald Trump se pronunció sobre lo sucedido el sábado desde su club de golf en Bedminster, Nueva Jersey. CreditAl Drago para The New York Times.

El domingo, funcionarios anónimos de la Casa Blanca intentaron hacer un control de daños al declarar: “El presidente aseguró en su declaración de ayer que él condena todas las formas de violencia, intolerancia y odio. Por supuesto que eso incluye a los supremacistas blancos, neonazis, Ku Klux Klan y a todos los grupos extremistas”.

El lunes, dos días después de las manifestaciones, Trump dio nuevas declaraciones más enfáticas en las que dijo que: “el racismo es malo y quienes causan violencia en nombre de este son criminales y rufianes, incluidos la KKK, los neonazis y supremacistas blancos y otros grupos de odio que son repugnantes en cuanto a todo lo que creemos valioso como estadounidenses”. Aunque ese mismo día Trump criticó a un empresario farmacéutico negro por haber renunciado de un consejo de asesores en manufactura en protesta por la respuesta inicial del presidente a lo sucedido en Virginia.

El contexto de la violencia

En principio, la protesta del sábado fue organizada para manifestarse contra el plan de funcionarios locales de quitar la estatua de Robert E. Lee, un general importante del ejército confederado que pretendía secesionarse durante la guerra civil estadounidense, del Parque de la Emancipación en Charlottesville. Ese plan llevó a una manifestación similar en mayo, dirigida por el nacionalista blanco Richard B. Spencer, así como una marcha del Ku Klux Klan en julio. La remoción de monumentos de la Confederación también ha causado enojo en otras ciudades, como Nueva Orleans.

En reacción, tanto en Charlottesville como fuera, la gente intentaba lidiar con el que tales actitudes que se creía ya no existían fueran demostradas tan abiertamente. Fue quizás “la manifestación más visible hasta ahora de cómo ha evolucionado la extrema derecha en Estados Unidos: una coalición de grupos supremacistas de antaño y más actuales conectados por las redes sociales y envalentonados por la elección de Donald Trump”, escribieron los reporteros Richard Fausset y Alan Feuer.

La policía antimotines rodea la estatua del general confederado Robert E. Lee. Los grupos supremacistas protestaban contra los planes para retirarla. CreditSteve Helber/Associated Press.

Sin embargo, las fuerzas detrás de la manifestación van más allá que el descontento por la remoción de una estatua en Virginia. El extremismo de derecha, incluyendo a los nacionalistas y los supremacistas blancos, está en auge y muchos nacionalistas blancos se sienten envalentonados gracias a la elección de Trump, de acuerdo con el Southern Poverty Law Center, grupo que estudia crímenes de odio.

Charlottesville se había preparado para la manifestación, la cual fue planeada con bastante antelación. Desde el viernes en la noche marcharon varios nacionalistas blancos con antorchas; entonaron consignas antisemíticas y racistas en la Universidad de Virginia.