Remedios La Bella. Gabriel García Márquez.

Remedios La Bella

Gabriel García Márquez

El rincón del Poeta, enlace a la publicación original:

  http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_remedios.htm

Uno de los personajes más fascinantes de Macondo.

Remedios es una mujer bellísima y extraña, elemental y pura, que vive como ajena a la vida ordinaria. Su belleza enciende el deseo de los hombres, pero aquellos que intentan consumarlo mueren de forma inesperada. Veamos el poético final de la historia de tan insólita mujer.

La suposición de que Remedios, la bella, poseía poderes de muerte, estaba entonces sustentada por cuatro hechos irrebatibles. Aunque algunos hombres ligeros de palabra se complacían en decir que bien valía sacrificar la vida por una noche de amor con tan conturbadora mujer, la verdad fue que ninguno hizo esfuerzos por conseguirlo. Tal vez, no sólo para rendirla sino también para conjurar sus peligros, habría bastado con un sentimiento tan primitivo y simple como el amor, pero eso fue lo único que no se le ocurrió a nadie. Úrsula no volvió a ocuparse de ella. En otra época, cuando todavía no renunciaba al propósito de salvarla para el mundo, procuró que se interesara por los asuntos elementales de la casa. «Los hombres piden más de lo que tú crees», le decía enigmáticamente. «Hay mucho que cocinar, mucho que barrer, mucho que sufrir por pequeñeces, además de lo que crees.» En el fondo se engañaba a sí misma tratando de adiestrarla para la felicidad doméstica, porque estaba convencida de que una vez satisfecha la pasión, no había un hombre sobre la tierra capaz de soportar así fuera por un día una negligencia que estaba más allá de toda comprensión. El nacimiento del último José Arcadio y su inquebrantable voluntad de educarlo para Papa terminaron por hacerla desistir de sus preocupaciones por la bisnieta. La abandonó a su suerte, confiando que tarde o temprano ocurriera un milagro, y que en este mundo donde había de todo hubiera también un hombre con suficiente cachaza para cargar con ella. Ya desde mucho antes, Amaranta había renunciado a toda tentativa de convertirla en una mujer útil. Desde las tardes olvidadas del costurero, cuando la sobrina apenas se interesaba por darle vuelta a la manivela de la máquina de coser, llegó a la conclusión simple de que era boba. «Vamos a tener que rifarte», le decía, perpleja ante su impermeabilidad a la palabra de los hombres. Más tarde, cuando Úrsula se empeñó en que Remedios, la bella, asistiera a misa con la cara cubierta con una mantilla, Amaranta pensó que aquel recurso misterioso resultaría tan provocador, que muy pronto habría un hombre lo bastante intrigado como para buscar con paciencia el punto débil de su corazón. Pero cuando vio la forma insensata en que despreció a un pretendiente que por muchos motivos era más apetecible que un príncipe, renunció a toda esperanza. Fernanda no hizo siquiera la tentativa de comprenderla.

Cuando vio a Remedios, la bella, vestida de reina en el carnaval sangriento, pensó que era una criatura extraordinaria. Pero cuando la vio comiendo con las manos, incapaz de dar una respuesta que no fuera un prodigio de simplicidad, lo único que lamentó fue que los bobos de familia tuvieran una vida tan larga.

A pesar de que el coronel Aureliano Buendía seguía creyendo y repitiendo que Remedios, la bella, era en realidad el ser más lúcido que había conocido jamás, y que lo demostraba a cada momento con su asombrosa habilidad para burlarse de todos, la abandonaron a la buena de Dios. Remedios, la bella, se quedó vagando por el desierto de la soledad, sin cruces a cuestas, madurándose en sus sueños sin pesadillas, en sus baños interminables, en sus comidas sin horarios, en sus hondos y prolongados silencios sin recuerdos, hasta una tarde de marzo en que Fernanda quiso doblar en el jardín sus sábanas de bramante, y pidió ayuda a las mujeres de la casa. Apenas había empezado, cuando Amaranta advirtió que Remedios, la bella, estaba transparentada por una palidez intensa.

-¿Te sientes mal? -le preguntó.

Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima.

-Al contrario -dijo-, nunca me he sentido mejor.

Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerones y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria.

Este mágico y hermoso cuento de «él Gran Gabo» también lo puedes leer, junto con otros excelentes cuentos en «Una biblioteca de Cuentos» publicada en éste Blog, en el enlace:

https://jestoryas.wordpress.com/2017/09/12/una-biblioteca-de-cuentos/

Gabriel García Marquez; Remedios la bella. 

El rincón del Poeta. 

conwhttp://ww.rindelpoeta.com.ar/cuento_remedios.htm 

 

 

Una biblioteca de Cuentos.

¡Hola muy buenas madrugadas amables lectores, familia, queridas y lindas amigas, estimados amigos, tengo el enorme placer de compartirles una joya literaria que estoy seguro les va a gustar, se trata de una magnífica selección de cuentos, hermosos todos y de colección, que espero los disfruten mucho. Sé que no es posible leerlos todos en una sola visita, les transcribo uno muy especial del gran Maestro Mario Benedetti, un enorme abrazo con mucho cariño…disfrútenlos! 
 Mario Benedetti 

El sexo de los ángeles.

Una de las más lamentables carencias de información que han padecido los hombres y las mujeres de todas las épocas, se relaciona con el sexo de los ángeles. El dato, nunca confirmado, de que los ángeles no hacen el amor, quizá signifique que no lo hacen de la misma manera que los mortales.

    Otra versión, tampoco confirmada pero más verosímil, sugiere que si bien los ángeles no hacen el amor con sus cuerpos ( por la mera razón de que carecen de los mismos) lo celebran en cambio con palabras, vale decir, con las adecuadas.

  Así, cada vez que ángel y Ángela se encuentran en el cruce de dos transparencias, empiezan por mirarse, seducirse y tentarse mediante el intercambio de miradas que, por supuesto, son angelicales.

   Y si ángel, para abrir el  fuego dice : «semilla», Ángela, para atizarlo responde: «surco». Él dice «alud», y ella, tiernamente: «abismo».

  Las palabras se cruzan, vertiginosas como meteoritos o acariciantes como copos.

  Ángel dice : «madero». Y Ángela: «caverna».

  Aletean por ahí un Ángel de la Guarda, misógino y silente, y un Ángel de la Muerte, viudo y tenebroso. Pero el par amatorio no se interrumpe, sigue silabeando su amor.

 Él dice «manantial». Y ella «cuenca».
   Las sílabas se impregnan de rocío y, aquí y  allá, entre cristales de
nieve, circulan el aire y su expectativa.
 

Ángel dice: «estoque», y Ángela, radiante: «herida». Él dice: «tañido», y
ella: «rebato».

Y en el preciso instante del orgasmo ultraterreno, los cirros y los
cúmulos, los estratos y los nimbos, se estremecen, tremolan,  estallan, y el amor de los ángeles llueve copiosamente sobre el mundo.

Una biblioteca de Cuentos Selecciona Autor y Título, doble click .Se puede leer cada cuento con música .

 

Oscar Wilde 
El Príncipe Feliz<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_elprincipefeliz.htm>

Paulo Coelho

Cuidado con los recuerdos… .<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_cuidadoconlosrecuerdos.htm>
Cuento de Navidad<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_denavidad.htm>
El hombre que perdonaba<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_elhombrequeperdonaba.htm>
Ahuyentar los fantasmas<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_ahuyentarfantasmas.htm>
El llanto del desierto<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_desierto.htm>
Un cuento de Navidad<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_navidad.htm>

Mario Benedetti
 
El otro yo<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_elotroyo.htm>
Los Pocillos<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_lospocillos.htm>
El sexo de los ángeles<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_sexoangeles.htm>
Conciliar el sueño<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_conciliarelsueno.htm>

Jorge Bucay
 
El elefante encadenado<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_elefantencadenado.htm>
Animarse a volar<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_animarseavolar.htm>
La alegoría del carruaje<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_alegoria.htm>
Amarse con los ojos abiertos<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_amarse.htm>
El oso<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_eloso.htm>
Galletitas<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_galletitas..htm>
El buscador<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_elbuscador.htm>
La cobija<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_cobija.htm>
Intentaré ser fresia<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_fresia.htm>

Eduardo Galeano
 
Celebración de la fantasía<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_celebraciondelafantasia.htm>
La función del arte I<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_lafunciondelarte.htm>
La dignidad del arte<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_dignidad.htm>
Para la cátedra de literatura<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_catedradeliteratura.htm>
Los adioses<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_losadioses..htm>
La puerta<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_lapuerta.htm>
El mundo<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_fueguitos.htm>
El diagnóstico y la terapeuta<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_diagnostico.htm>
Palabras<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_palabras.htm>
La desmemoria4<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_ladesmemoria.htm>
La yerba mate<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_yerbamate.htm>
Historia de tres mujeres<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_treshistorias..htm>

Eladio Bulnes Jiménez

Ayer<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_ayer.htm>

Deepak Chopra

El sendero del mago<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_elsenderodelmago.htm>

Oliverio Girondo

El lado oscuro del corazón<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_elladoscuro.htm>

Silvina Ocampo
 
Amada en el amado<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_amada.htm>

Jaime Sabines
 
Me encanta Dios<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_dios.htm>

Julio Cortázar

Casa tomada<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_casatomada..htm>
Lazos de familia<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_lazosdefamilia.htm>
Instrucciones para llorar<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_instrucciones.htm>
Los Parques<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_losparques..htm>
Aplastamiento de las gotas<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_gotas.htm>

Horacio Quiroga
 
El almohadón de plumas<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_almohadon.htm>

Juana de Ibarbourou
 
Puñados de Polvo<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_punadosdepolvo.htm>
Vestidos nuevos<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_vestidos.htm>

Enrique Mariscal
 
La casa de los mil espejos<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_espejos.htm>
El corcho<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_elcorcho.htm>

Isabel Allende
 
Eva Luna<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_evaluna.htm>

Carlos Castañeda

Caminos del corazón<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_camino.htm>

Octavio Paz
 
Mi vida con la ola<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_laola.htm>

Edgar Allan Poe

El retrato oval<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_retrato.htm>

Marcelo Ferrer
 
¿Nadie muere en las vísperas?<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_visperas.htm>

Yuri Tabak

Las almas de los hombres cuando mueren<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_lasalmas.htm>
Las llaves únicas<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_lasllaves.htm>

Juan José Mestre

Lémures<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_lemures.htm>
La travesura<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_latravesura.htm>

Christian Andersen

La niña de los fósforos<http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_ninafosforos.htm>

Jonás Diego Villarrubia Ruiz
 
El primer sueño<http://www.rincondelpoeta..com.ar/cuento_violeta.htm>

Gabriel García Marquez
 

Poldy Bird
 
Mar solo
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Un llanto azul
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Buscándonos
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La mitad de un recuerdo cada uno
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Te cantaré amor para que duermas
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Ya vendieron el piano
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País de Luz
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Pasarán cosas
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Un agujero en el zapato
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Autores Varios
 
Canción del corazón
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La casa de la soledad
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La marioneta de trapo
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Estrellas de mar
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El perro Fernando
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Apurada
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Cara de ángel
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Revista Algarabía: El grabado y el imaginario popular en México.

Hace 5 años, el 12 de septiembre de 2012, publiqué aquí mismo un artículo muy interesante de la Revista Algarabía; lo reedito agregando fotos, enlaces y algunos datos biográficos del gran Maestro Don José Guadalupe Posada, el más influyentes grabador mexicano. Nació 99 años antes que yo, el mismo día.

José Guadalupe Posada (Aguascalientes2 de febrero de 1852 – Ciudad de México20 de enero de 1913) fue un grabadorilustrador y caricaturista Mexicano. Célebre por sus dibujos de escenas costumbristas, folclóricas, de crítica socio-política y por sus ilustraciones de «calacas» o calaveras, entre ellas La Catrinahttps://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Guadalupe_Posada.

JG Posada Print shop.JPG Ver biografía de José Guadalupe Posada; https://www.mexicodesconocido.com.mx/jose-guadalupe-posada.html 

El grabado y el imaginario popular de México

Por Igor Ublegott.

El arte popular y las artesanías están llenas de ejemplos de ese supuesto coqueteo que «el mexicano» —así, en abstracto— sostiene con la huesuda y su infatigable guadaña, y el Día de Muertos, con toda su parafernalia, tampoco ayuda mucho. Pero sin duda gran parte de la culpa deben cargarla como pesada losa los artistas plásticos que insuflaron vida a nuestros muertitos, los vistieron y, como para menguar la nostalgia que nos deja su viaje sin retorno, nos los trajeron de vuelta y los hicieron protagonistas de estampas que, aún hoy, siguen dando vueltas en eso que llaman el «inconsciente colectivo».

Pero no sólo de calaveras se trata, sino también de hombres, mujeres y niños de la vida rural y urbana; políticos, magos y santurronas; juegos y diversiones populares; borrachos, asesinos y ladrones; toros y toreros, santos y diablos, milagros y cataclismos. Todo tan a la mano y tan al alcance como podía estarlo un libro de juegos, un refranero o un volante ilustrado por Manuel Manilla o por José Guadalupe Posada.

Manilla, primero lo primero

En 1925, el pintor y crítico francés Jean Charlot afirmó: «[…] se sacó a la luz, últimamente, el nombre de Guadalupe Posada, porque su tremenda personalidad se imponía; quizás también porque ya había muerto. Pero si Posada fue grande, es porque sacudió y rompió la tradición ya establecida del grabado mexicano, y quizás importaría saber quién o quiénes establecieron esta tradición».1

Para hablar de la tradición del grabado, hay que echar un vistazo al México del siglo XVIII, en el que prácticamente todas las hojas impresas que circulaban provenían de España. Existen copias de romances españoles fechados en 1736 que pueden tomarse como precursores del corrido mexicano. Pero el grabado mexicano empezó a hablar con voz propia a principios del siglo XIX y se asentó de manera definitiva en la segunda mitad del mismo siglo, con la aparición de las ediciones de don Antonio Vanegas Arroyo, que mayormente atendían a un mercado popular —es decir, no hablamos de ediciones de libros «serias»— por medio de la publicación de estampas, volantes, panfletos que podrían considerarse la «nota roja» de la época, antologías de canciones y juegos. Entonces el grabado tradicional en madera —o xilografía— permanecía vigente en virtud de su practicidad, ya que permitía montar los grabados junto con el texto, y de su bajo costo, que lo colocaba sobre el grabado en lámina de cobre y de la litografía, al menos en las piezas destinadas al consumo masivo.

El primer dibujante y grabador de Vanegas Arroyo fue Manuel Manilla, cuyos primeros trabajos vieron la luz de las calles en 1882. Poco más se sabe de su vida: nació en la ciudad de México en 1830, él y su hijo eran grabadores, se retiró en 1892 —ante el empuje que ejercían las obras de Posada— y murió de tifo en 1895.

Manilla se especializó en temas religiosos —Cristos, santos y vírgenes— y en estampas para la devoción, cuya demanda era abundante en una ciudad de 185 000 habitantes predominantemente católicos. Además de eso, de los buriles del prolífico grabador emanaron juegos de mesa, carteles para espectáculos —bailes, circo y teatro, corridas de toros, carruseles, títeres y peleas de gallos—, caricaturas para la prensa, adivinanzas, recetarios de cocina, versos, manuales de prestidigitación y de bordado, epistolarios y hojas volantes de colores en los que se plasmaban lo mismo una fiesta que un velorio, fantasías, desgracias, «ejemplos» moralizantes y acontecimientos que iban de lo extraordinario —por ejemplo, la erupción de un volcán— a lo simple —el ataque de una perra brava—. De su obra, vasta y variopinta, se conservan alrededor de 300 placas en manos de los Vanegas Arroyo.

Posada, el señor del inframundo.

El mismo Charlot, quien rescató a los grabadores de Vanegas Arroyo del anonimato y los expuso a las miradas del público, escribió en la Revista de Revistas: «Posada creó el grabado genuinamente mexicano, y lo creó con rasgos tan fuertes, tan raciales, que pueden parangonarse con el sentimiento estético de lo gótico o lo bizantino».
José Guadalupe Posada nació en la ciudad de Aguascalientes en 1852. Desde niño mostró inclinación artística y, de la mano de Trinidad Pedrozo, publicó sus primeras litografías en el periódico dominical El Jicote Ilustrado;desafortunadamente, la postura política de Pedrozo lo obligó a trasladarse a León, Guanajuato. Tras ires y venires, Posada se mudó definitivamente a la ciudad de México, donde se integró a la imprenta de Vanegas Arroyo en 1890.

Al igual que Manilla, Posada incursionó en las hojas volantes y en la sordidez de sus temas: calamidades, hechos sangrientos, profecías y nacimientos monstruosos. También ilustró la vida política del Porfiriato, del que fue un crítico agudo y certero; elaboró numerosas estampas religiosas que entonces eran consideradas como intercesoras ante la misericordia divina; además, dibujó numerosas viñetas acerca del tema del amor y para ilustrar cuentos fantásticos.

Sin embargo, la impronta indeleble de Posada fueron sus calaveras, íntimamente ligadas a esa visión tan mexicana de la muerte de la que se habló al inicio de este artículo, y que difícilmente podría sintetizarse como mero humor. Las alegres calaveritas de Posada representan algo mucho más complejo: «burlonas, irónicas y hermosas, atestiguan el carácter de la vida como algo poco digno de tomarse en serio»;2 son, en apariencia, una sátira del hecho de morir, del destino inexorable de todos —desde el político más encumbrado, el rico hacendado, hasta el soldado o el campesino—: los difuntos se despojan de su carne, se quedan en el puro hueso y bailan, se divierten y se exhiben al mundo que contempla entre risotadas su triste final. Pero esa risa es también una manera de exorcizar el miedo a la muerte, a la oscuridad y al silencio eternos, y hallar una manera, mientras aún está uno vivo, de ver el grave asunto de morirse «por el lado amable». A través de sus litografías, Posada permite, a quienes así lo quieran, compartir una vez más el tiempo y la vida con quienes «se nos adelantaron» en el camino al más allá —o hacia la nada.

En diciembre de 1912, como era su costumbre, Posada celebró el fin de año empinándose él solo un barril de tequila; pero esta vez enfermó y murió de enteritis aguda en enero de 1913. Solo y pobre, fue enterrado en una tumba de sexta clase; su editor, Vanegas Arroyo, se enteró de su muerte tres días después de que el hidrocálido había dado el «sí» a los seductores requiebros de La Catrina, la más famosa de sus imágenes, ante cuya elegancia no queda más que quitarse respetuosamente el sombrero y mirar de reojo a la que habrá de sonreírnos por última vez y para siempre.

 Catrina vestida de China Poblana en homenaje a Posada. Museo de Arte Popular.

 La Catrina originalmente llamada La Calavera Garbancera.

 La Adelita.

Epílogo.

Ayer y hoy estas viñetas de vida y muerte han poblado nuestras mentes y nuestras almas. Nos acompañan en las hojas de papel picado con que decoramos nuestros altares, en la devoción de quien empuña una estampita como intercesora del perdón y la gracia divinas, en los que construyen mentalmente el México de principios del siglo xx a partir de esto que ven, en la playera negra de quien escribe estas líneas, o en otras innumerables herencias que sólo hay que levantarse y mirar. Y usted elige si se ríe o no. *

Igor Übelgott, a pesar de lo que pudiera deducirse de su apellido, es un mexicano de aspecto promedio que, como todos los demás, le teme a la muerte y profesa una fascinación por esa oscura dama, la única a la que le ha permitido —y hasta agradecido— haberlo dejado plantado en el par de citas que ha tenido con ella.

Jean Charlot, «Manuel Manilla, grabador mexicano», en Mercurio López Casillas, Manuel Manilla, grabador mexicano, México: Editorial RM, 2005.
2 Agustín Sánchez González, José Guadalupe Posada, un artista en blanco y negro, México: Dirección General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1996.