¡Economista heterodoxo, director del "centro holístico científico de administración, imagen y finanzas JesToryAs", blogger profesional, webmaster, ciberactivista (soldado) de la worldrevolution que lucha porque se garantice el pleno ejercicio de los derechos humanos universales en todo el planeta, por el empoderamiento de las mujeres en la sociedad, contra las injusticias, el fanatismo y el fascismo; escritor (lo intento), poeta a veces y asiduo lector; amor, paz, armonía y felicidad globales es la principal bandera de ésta lucha global llamada The WorldRevolution! ¡Hasta la victoria siempre! ♥♥♥!!!!✌️️✌️️✌️️🌷🌹!
Poeta, novelista, periodista y dramaturgo portugués, nacido en Azinhaga, Santarém, el 16 de noviembre de 1922. Perteneciente a una familia de extracción humilde, inició tardíamente la educación primaria debido a los escasos recursos económicos de su padre. Superó con gran actitud diversas contingencias familiares, y a pesar de que debió suspender los estudios por falta de dinero, siempre mantuvo el interés por la lectura de los clásicos. A partir de 1944, después de contraer matrimonio, escribió dos novelas no publicadas, colaboró como crítico literario y formó parte de la primera Asociación de escritores portugueses. Tradujo autores como Tolstoi, Maupassant y Baudelaire, y publicó su primer libro de poemas en 1966 bajo el título «Os poemas possíveis». En 1969 se afilió al Partido Comunista Portugués, dedicándose por completo al ejercicio literario como escritor y crítico. Obtuvo numerosos galardones y doctorados Honoris Causa, entre los que sobresale el Premio Nobel de Literatura en 1998. Falleció en Tías, Lanzarote, España, en el año 2010.
5 Poemas Cortos: José Saramago
Laberinto
En mí te pierdo, aparición nocturna, En este bosque de engaños, en esta ausencia, En la neblina gris de la distancia, En el largo pasillo de puertas falsas.
De todo se hace nada, y esa nada De un cuerpo vivo enseguida se puebla, Como islas del sueño que entre la bruma Flotan, en la memoria que regresa.
En mí te pierdo, digo, cuando la noche Sobre la boca viene a colocar el sello Del enigma que, dicho, resucita Y se envuelve en los humos del secreto.
En vueltas y revueltas que me ensombrecen, En el ciego palpar con los ojos abiertos, ¿Cuál es del laberinto la gran puerta, Dónde el haz de sol, los pasos justos?
En mí te pierdo, insisto, en mí te huyo, En mí el cristal se funde, se hace pedazos, Mas cuando el cuerpo cansado se quiebra En ti me venzo y salvo, en ti me encuentro.
Intimidad
En el corazón de la mina más secreta, En el interior del fruto más distante, En la vibración de la nota más discreta, En la caracola espiral y resonante,
En la capa más densa de pintura, En la vena que en el cuerpo más nos sonde, En la palabra que diga más blandura, En la raíz que más baje, más esconda,
En el silencio más hondo de esta pausa, Donde la vida se hizo eternidad, Busco tu mano y descifro la causa De querer y no creer, final, intimidad.
Hasta la carne
Otros dirán en verso otras razones, Quién sabe si más útiles, más urgentes. Éste no cambió su naturaleza, Suspendida entre dos negaciones. Ahora, inventar arte y manera De juntar el azar y la certeza, Se lleve en eso, o no, la vida entera.
Como quien se muerde las uñas cercenadas.
El beso
Hoy, no sé por qué, el viento ha tenido un hermoso gesto de renuncia, y los árboles han aceptado su quietud. Sin embargo (y es bueno que así sea) una guitarra organiza obstinadamente el espacio de la soledad. Acabamos sabiendo que las flores se alimentan en la fértil humedad. Ésa es la verdad de la saliva.
Catorce de junio
Cerremos esta puerta. Lentas, despacio, que nuestras ropas caigan Como de sí mismos se desnudarían dioses. Y nosotros lo somos, aunque humanos. Es nada lo que nos ha sido dado. No hablemos pues, sólo suspiremos Porque el tiempo nos mira. Alguien habrá creado antes de ti el sol, Y la luna, y el cometa, el espacio negro, Las estrellas infinitas. Ahora juntos, ¿qué haremos? Sea el mundo Como barco en el mar, o pan en la mesa, O el rumoroso lecho. No se alejó el tiempo, no se fue. Asiste y quiere. Su mirada aguda ya era una pregunta A la primera palabra que decimos: Todo.
Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 29 de septiembre de 1547-Madrid, 22 de abril de 1616) fue un soldado, novelista, poeta y dramaturgo español. Es considerado la máxima figura de la literatura española y es universalmente conocido por haber escrito Don Quijote de la Mancha, que muchos críticos han descrito como la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal, además de ser el libro más editado y traducido de la historia, sólo superado por la Biblia. Se le ha dado el sobrenombre de «Príncipe de los Ingenios».
5 Poemas cortos: Miguel de Cervantes Saavedra
Galatea
Tanto cuanto el amor convida y llama
al alma con sus gustos de apariencia,
tanto más huye su mortal dolencia
quien sabe el nombre que le da la fama.
Y el pecho opuesto a su amorosa llama,
armado de una honesta resistencia,
poco puede empecerle su inclemencia,
poco su fuego y su rigor le inflama.
Segura está, quien nunca fue querida
ni supo querer bien, de aquella lengua
que en su deshonra se adelgaza y lima;
mas si el querer y el no querer da mengua,
¿en qué ejercicios pasará la vida
la que más que al vivir la honra estima?
Epitafio
Aquí el valor de la española tierra,
aquí la flor de la francesa gente,
aquí quien concordó lo diferente,
de oliva coronando aquella guerra;
aquí en pequeño espacio veis se encierra
nuestro claro lucero de occidente;
aquí yace enterrada la excelente
causa que nuestro bien todo destierra.
Mirad quién es el mundo y su pujanza,
y cómo, de la más alegre vida,
la muerte lleva siempre la victoria;
también mirad la bienaventuranza
que goza nuestra reina esclarescida
en el eterno reino de la gloria.
En la memoria vive de las gentes…
En la memoria vive de las gentes,
varón famoso, siglos infinitos,
premio que le merecen tus escritos
por graves, puros, castos y excelentes.
Las ansias en honesta llama ardientes,
los Etnas, los Estigios, los Cocitos
que en ellos suavemente van descritos,
mira si es bien, ¡oh Fama!, que los cuentes,
y aun que los lleves en ligero vuelo
por cuanto ciñe el mar y el sol rodea,
y en láminas de bronce los esculpas;
que así el suelo sabrá que sabe el cielo
que el renombre inmortal que se desea
tal vez le alcanzan amorosas culpas.
El casto ardor de una amorosa llama…
El casto ardor de una amorosa llama,
un sabio pecho a su rigor sujeto,
un desdén sacudido y un afecto
blando, que al alma en dulce fuego inflama,
el bien y el mal a que convida y llama
de amor la fuerza y poderoso efecto,
eternamente, en son claro y perfecto,
con estas rimas cantará la fama,
llevando el nombre único y famoso
vuestro, felice López Maldonado,
del moreno etíope al cita blanco,
y hará que en balde de laurel honroso
espere alguno verse coronado
si no os imita y tiene por su blanco.
Cuando Preciosa el panderete toca …
Cuando Preciosa el panderete toca
y hiere el dulce son los aires vanos,
perlas son que derrama con las manos;
flores son que despide de la boca.
Suspensa el alma, y la cordura loca,
queda a los dulces actos sobrehumanos,
que, de limpios, de honestos y de sanos,
su fama al cielo levantado toca.
Colgadas del menor de sus cabellos
mil almas lleva, y a sus plantas tiene
Amor rendidas una y otra flecha.
Ciega y alumbra con sus soles bellos,
su imperio Amor por ellos le mantiene,
y aún más grandezas de su ser sospecha.
Algunas poesías breves de Don Alfonso Reyes para cerrar las celebraciones del día mundial de la poesía.
Poesías de Alfonso Reyes
Mariano, así nació la poesía
Mariano, así nació la poesía:
humo de sangre que la vida exhala
y luego se depura todavía
y asume voz al retomar el ala.
Sus raudos hijos la palabra cría,
risas y llantos en el trino iguala,
siendo victoría, vive de agonía
y se agota de austera siendo gala.
Dureza blanda, eternidad, ansiosa,
tesoro esquivo pero nunca vano,
fugitivo cristal, perenne rosa.
Tú lo sabes de sobra; tú, Mariano,
que suele suspender la mariposa
con el encantamiento de su mano.
A veces, hecho de nada
A veces, hecho de nada,
sube un efluvio del suelo.
De repente, a la callada,
suspira de aroma el cedro.
Como somos la delgada
disolución de un secreto,
a poco que cede el alma
desborda la fuente de un sueño.
¡Mísera cosa la vaga
razón cuando, en el silencio,
una como resolana
me baja, de tu recuerdo!
Soy la Muerte me dijo. No sabía
Soy la Muerte me dijo. No sabía
que tan estrechamente me cercara,
al punto de volcarme por la cara
su turbadora vaharada fría.
Ya no intento eludir su compañía: mis pasos sigue, transparente y clara y desde entonces no me desampara ni me deja de noche ni de día.
¡Y pensar confesé, que de mil modos quise disimularte con apodos, entre miedos y errores confundida!
«Más tienes de caricia que de pena». Eras alivio y te llamé cadena. Eras la muerte y te llamé la vida.
LAILYE
Lailye ¿cuándo vuelves a México y me buscas,
ya sea en Cuernavaca, ya sea en Tepoztlán?
Juntos recordaríamos aquellas cosas bruscas
del asno, el indio, el loro, la araña, el alacrán . . .
A ti que te sorprendes aunque jamás te ofuscas
con nuestros usos y nuestra agua y nuestro pan
¿qué te parecería si vuelves y me buscas,
ya sea en Cuernavaca, ya sea en Tepoztlán?
¿Te acuerdas? Era entonces tu ser surco en amagos,
flor de capullo, germen de amores y pasiones.
Y ahora que te abriste al triunfo y los halagos
¡oh suma de los pueblos, compendio de naciones!,
dime: ¿a qué te sabría volver por estos pagos,
estrella de los rumbos y de las tentaciones?
Ifigenia cruel (Fragmento)
Pero soy como me hiciste, Diosa,
Entre las líneas iguales de tus flancos:
Como plomada de albañil segura,
Y como tú: como una llama fría.
Sobre el eje de tu nariz recta,
Nadie vio doblarse tus cejas,
Ni plegarse los rinconcillos
Inexorables de tu boca,
Por donde huye un grito inacabable,
Penetrado ya de silencio.
¿Quién acariciaría tu cuello,
demasiado robusto para asido en las manos;
superior a ese hueco mezquino de la palma
que es la medida del humano apetito?
¿Y para quién habías de desatar la equis
de tus brazos cintos y untados
como atroces ligas al tronco,
por entre los cuales puntean
los cuernecillos numerosos
de tu busto de hembra de cría?
¿Quién vio temblar nunca en tu vientre
el lucero azul de tu ombligo?
¿Quién vislumbró la boca hermética
de tus dos piernas verticales?
En torno a ti danzan los astros.
¡Ay del mundo si flaquearas, Diosa!
Y al cabo, lo que en ti más venero:
Los pies donde recibes la ofrenda
Y donde tuve yo cuna y regazo;
Los haces de dedos en compás
Donde puede ampararse un hombre adulto;
Las raíces por donde sorbes
Las cubas rojas del sacrificio, a cada luna.
LA SEÑAL FUNESTA
Si te dicen que voy envejeciendo
porque me da fatiga la lectura
o me cansa la pluma, o tengo hartura
de las filosofías que no entiendo;
si otro juzga que cobro el dividendo
del tesoro invertido, y asegura
que vivo de mi propia sinecura
y sólo de mis hábitos dependo,
cítalos a la nueva primavera
que ha de traer retoños, de manera
que a los frutos de ayer pongan olvido;
pero si sabes que cerré los ojos
al desafío de unos labios rojos,
entonces puedes darme por perdido.
Sin olvidar un punto la paciencia
y la resignación del hortelano,
a cada hora doy la diligencia
que pide mi comercio cotidiano.
Como nunca sentí la diferencia
de lo que pierdo ni de lo que gano,
siembro sin flojedad ni vehemencia
en el surco trazado por mi mano.
Mientras llega la hora señalada,
el brote guardo, cuido del injerto,
el tallo alzo de la flor amada,
arranco la cizaña de mi huerto,
y cuando suelte el puño del azada
sin preguntarlo me daréis por muerto.
CONSEJO POÉTICO
La cifra propongo; y ya
casi tengo el artificio,
cuando se abre el precipicio
de la palabra vulgar.
Las sirtes del bien y el mal,
la torpe melancolía,
toda la guardarropía
de la vida personal,
aléjalas, si procuras
atrapar las formas puras.
¿La emoción? Pídela al número que mueve y gobierna al mundo. Templa el sagrado instrumento más allá del sentimiento. Deja al sordo, deja al mudo, al solícito y al rudo. Nada temas, al contrario, si en el rayo de una estrella logras calcinar la huella de tu sueño solitario.
Arte poética
Asustadiza gracia del poema: flor temerosa, recatada en llema.
Y se cierra, como la sensitiva, si la llega a tocar la mano viva.
Mano mejor que la mano de Orfeo, mano que la presumo y no la creo,
para traer la Eurídice dormida hasta la superficie de la vida.
QUÉDATE CALLADO…
Quédate callado y solo:
casi todo sobra y huelga.
De la rama el fruto cuelga
y la rosa del peciolo,
no a efectos del querer sólo,
sino a la inerte ceguera
que la visión exagera
en alcance y en sentido;
y lo que cantas dormido
es tu canción verdadera.
Quédate solo y callado:
casi todo huelga y sobra.
Ningún gasto se recobra,
ni vale el oro cambiado
la moneda que has pagado
por montones de vellón.
Que a hurtos da el corazón
los latidos que aprovechas,
y aunque imaginas que pechas,
lo debes al panteón.
La poesía es una manifestación de la diversidad en el diálogo, de la libre circulación de las ideas por medio de la palabra, de la creatividad y de la innovación. La poesía contribuye a la diversidad creativa al cuestionar de manera siempre renovada la forma en que usamos las palabras y las cosas, y nuestros modos de percibir e interpretar la realidad. Merced a sus asociaciones y metáforas y a su gramática singular, el lenguaje poético constituye, pues, otra faceta posible del diálogo entre las culturas.
La decisión de proclamar el 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía fue aprobada por la UNESCO durante su 30º periodo de sesiones, que se celebró en París en 1999.
De acuerdo con la decisión de la UNESCO, el principal objetivo de esta acción es apoyar la diversidad lingüística a través de la expresión poética y dar la oportunidad a las lenguas amenazadas de ser un vehículo de comunicación artística en sus comunidades respectivas.
Por otra parte, este Día tiene como propósito promover la enseñanza de la poesía; fomentar la tradición oral de los recitales de poéticos; apoyar a las pequeñas editoriales; crear una imagen atractiva de la poesía en los medios de comunicación para que no se considere una forma anticuada de arte, sino una vía de expresión que permite a las comunidades transmitir sus valores y fueros más internos y reafirmarse en su identidad; y restablecer el diálogo entre la poesía y las demás manifestaciones artísticas, como el teatro, la danza, la música y la pintura.
Un poeta es una persona dedicada a la escritura de poesía. El término vate es una forma literaria de referirse a un poeta o a una poetisa.
Según diversas fuentes la poesía como género literario tiene sus más profundas raíces en la tradición de la literatura oral, llegando más tarde a trasmitirse por escrito cuando en la Antigüedad empezaron a difundirse sistemas de escritura lo suficientemente complejos como para expresar lenguaje poético mediante símbolos escritos. Desde entonces, y de una forma generalizada y mayoritariamente dominante, se ha distinguido al poeta del resto de escritores por componer poesía, pero esta última en el sentido de una literatura ordenada mediante el arte de la métrica. Sin embargo existe ahora una literatura poética que escapa o intenta escapar al recurso de la métrica, el así llamado «verso libre». El poeta estadounidenseWalt Whitman fue uno de los primeros en escribir este tipo de poesía, aunque el francés Jules Laforgue y otros varios autores del simbolismo hayan sido las fuentes más directas entre los poetas de lengua española.
Machado
De la vida
¡Ay del que llega sediento
a ver el agua correr
y dice: La sed que siento
no me la calma el beber!
¡Ay de quien bebe, y, saciada
la sed, desprecia la vida:
moneda al tahúr prestada,
que sea al azar rendida!
Del iluso que suspira
bajo el orden soberano,
y del que sueña la lira
pitagòrica en su mano.
¡Ay del noble peregrino
que se para a meditar,
después de largo camino,
en el horror de llegar!
¡Ay de la melancolía
que llorando se consuela,
y de la melomanía
de un corazòn de zarzuela!
¡Ay de nuestro ruiseñor,
si en una noche serena
se cura del mal de amor
que llora y canta su pena!
¡De los jardines secretos,
de los pensiles soñados
y de los sueños poblados
de propósitos discretos!
¡Ay del galán sin fortuna
que ronda a la luna bella,
de cuantos caen de la luna,
de cuantos se marchan a ella!
¡De quien el fruto prendido
en la rama no alcanzò,
de quien el fruto ha mordido
y el gusto amargo probò!
¡Y de nuestro amor primero
y de su fe mal pagada,
y, también, del verdadero
amante de nuestra amada!
Sor Juana
Redondillas: Hombres necios que acusáis
Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿por qué queréis que obren bien si la incitáis al mal?
Cambatís su resistencia y luego, con gravedad, decís que fue liviandad lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco el niño que pone el coco y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia, hallar a la que buscáis, para pretendida, Thais, y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, él mismo empaña el espejo, y siente que no esté claro?
Con el favor y desdén tenéis condición igual, quejándoos, si os tratan mal, burlándoos, si os quieren bien.
Siempre tan necios andáis que, con desigual nivel, a una culpáis por crüel y a otra por fácil culpáis.
¿Pues como ha de estar templada la que vuestro amor pretende, si la que es ingrata, ofende, y la que es fácil, enfada?
Mas, entre el enfado y pena que vuestro gusto refiere, bien haya la que no os quiere y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas, y después de hacerlas malas las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido en una pasión errada: la que cae de rogada, o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga, o el que paga por pecar?
Pues ¿para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar, y después, con más razón, acusaréis la afición de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo.
Machado
Pegasos, lindos pegasos
Pegasos, lindos pegasos, caballitos de madera.
Yo conocí siendo niño, la alegría de dar vueltas sobre un corcel colorado, en una noche de fiesta. En el aire polvoriento chispeaban las candelas, y la noche azul ardía toda sembrada de estrellas. ¡Alegrías infantiles que cuestan una moneda de cobre, lindos pegasos, caballitos de madera!
Gabriela Mistral
Amo amor
Anda libre en el surco, bate el ala en el viento, late vivo en el sol y se prende al pinar. No te vale olvidarlo como al mal pensamiento: ¡le tendrás que escuchar!
Habla lengua de bronce y habla lengua de ave, ruegos tímidos, imperativos de mar. No te vale ponerle gesto audaz, ceño grave: ¡lo tendrás que hospedar!
Gasta trazas de dueño; no le ablandan excusas. Rasga vasos de flor, hiende el hondo glaciar. No te vale decirle que albergarlo rehúsas: ¡lo tendrás que hospedar!
Tiene argucias sutiles en la réplica fina, argumentos de sabio, pero en voz de mujer. Ciencia humana te salva, menos ciencia divina: ¡le tendrás que creer!
Te echa venda de lino; tú la venda toleras. Te ofrece el brazo cálido, no le sabes huir. Echa a andar, tú le sigues hechizada aunque vieras ¡que eso para en morir!
Bécquer
Amor eterno
Podrá nublarse el sol eternamente; Podrá secarse en un instante el mar; Podrá romperse el eje de la tierra Como un débil cristal, ¡todo sucederá! Podrá la muerte Cubrirme con su fúnebre crespón; Pero jamás en mí podrá apagarse La llama de tu amor.
García Lorca
Bodas de Sangre: Luna
Cisne redondo en el río,
ojo de las catedrales,
alba fingida en las hojas
soy; ¡no podrán escaparse!
¿Quién se oculta? ¿Quién solloza
por la maleza del valle?
La luna deja un cuchillo
abandonado en el aire,
que siendo acecho de plomo
quiere ser dolor de sangre.
¡Dejadme entrar! ¡Vengo helada
por paredes y cristales!
¡Abrid tejados y pechos
donde pueda calentarme!
¡Tengo frío! Mis cenizas
de soñolientos metales
buscan la cresta del fuego
por los montes y las calles.
Pero me lleva la nieve
sobre su espalda de jaspe,
y me anega, dura y fría,
el agua de los estanques.
Pues esta noche tendrán
mis mejillas roja sangre,
y los juncos agrupados
en los anchos pies del aire.
¡No haya sombra ni emboscada.
que no puedan escaparse!
¡Que quiero entrar en un pecho
para poder calentarme!
¡Un corazón para mí!
¡Caliente!, que se derrame
por los montes de mi pecho;
dejadme entrar, ¡ay, dejadme! (A las ramas.)
No quiero sombras. Mis rayos
han de entrar en todas partes,
y haya en los troncos oscuros
un rumor de claridades,
para que esta noche tengan
mis mejillas dulce sangre,
y los juncos agrupados
en los anchos pies del aire.
¿Quién se oculta? ¡Afuera digo!
¡No! ¡No podrán escaparse!
Yo haré lucir al caballo
una fiebre de diamante.
Borges
1929 (antes la luz)
Antes la luz entraba más temprano
en la pieza que da al último patio;
ahora la vecina casa de altos
le quita el sol, pero en la vaga sombra
su modesto inquilino está despierto
desde el amanecer. Sin hacer ruido,
para no incomodar a los de al lado,
el hombre está mateando y esperando.
Otro día vacío, como todos.
Y siempre los ardores de la úlcera.
Ya no hay mujeres en mi vida, piensa.
Los amigos lo aburren. Adivina
que él también los aburre. Hablan de cosas
que no alcanza, de arqueros y de cuadros.
No ha mirado la hora. Sin apuro
se levanta y se afeita con inútil
prolijidad. Hay que llenar el tiempo.
El rostro que el espejo le devuelve
guarda el aplomo que antes era suyo.
Envejecemos más que nuestra cara,
piensa, pero ahí están las comisuras,
el bigote ya gris, la hundida boca.
Busca el sombrero y sale. En el vestíbulo
ve un diario abierto. Lee las grandes letras,
crisis ministeriales en países
que son apenas nombres. Luego advierte
la fecha de la víspera. Un alivio;
ya no tiene por qué seguir leyendo.
Afuera, la mañana le depara
su ilusión habitual de que algo empieza
y los pregones de los vendedores.
En vano el hombre inútil dobla esquinas
y pasajes y trata de perderse.
Ve con aprobación las casas nuevas,
algo, tal vez el viento sur, lo anima.
Cruza Rivera, que hoy le dicen Córdoba,
y no recuerda que hace muchos años
que sus pasos la eluden. Dos, tres cuadras.
Reconoce una larga balaustrada,
los redondeles de un balcón de fierro,
una tapia erizada de pedazos
de vidrio. Nada más. Todo ha cambiado.
Tropieza en una acera. Oye la burla
de unos muchachos. No los toma en cuenta.
Ahora está caminado más despacio.
De golpe se detiene. Algo ha ocurrido.
ahí donde ahora hay una heladería,
estaba el Almacén de la Figura.
(La historia cuenta casi medio siglo.)
Ahí un desconocido de aire avieso
le ganó un largo truco, quince y quince,
y él malició que el juego no era limpio.
No quiso discutir, pero le dijo:
Ahí le entrego hasta el último centavo,
pero después salgamos a la calle.
el otro contestó que con el fierro
no le iría mejor que con el naipe.
No había ni una estrella. Benavides
le prestó su cuchillo. La pelea
fue dura. En la memoria es un instante,
un solo inmóvil resplandor, un vértigo.
Se tendió en una larga puñalada,
que bastó. Luego en otra, por si acaso.
Oyó el caer del cuerpo y del acero.
Fue entonces que sintió por vez primera
la herida en la muñeca y vio la sangre.
fue entonces que brotó de su garganta
una mala palabra, que juntaba
la exultación, la ira y el alivio.
tantos años y al fin ha rescatado
la dicha de ser hombre y ser valiente
o, por lo menos, la de haberlo sido
alguna vez, en un ayer del tiempo.
Luis G. Urbina
Madrigal efusivo
Déjame amar tus claros ojos. Tienen
Lejanías sin fin, de mar y cielo,
Y sus fulgores apacibles vienen
Hasta mi corazón como un consuelo.
Deja que con tus ojos se iluminen
Mis viejas sombras y se vuelvan flores;
Deja que con tus ojos se fascinen,
Como aves de leyenda, mis dolores.
Que vea en ellos astros errabundos,
Que en ellos sueñe inexplorados mundos
Que en ellos bañe mi melancolía…
Son tristes, luminosos y profundos,
Como puestas de sol, amada mía.
Unamuno
En horas de insomnio
Me voy de aquí, no quiero más oírme;
De mi voz toda voz suéname a eco,
Ya falta así de confesor, si peco
Se me escapa el poder arrepentirme.
No hallo fuera de mí en que me afirme
Nada de humano y me resulto hueco;
Si esta cárcel por otra al fin no trueco
En mi vacío acabaré de hundirme.
Oh triste soledad, la del engaño
De creerse en humana compañía
Moviéndose entre espejos, ermitaño.
He ido muriendo hasta llegar al día
En que espejo de espejos, soy me extraño
A mí mismo y descubro no vivía.
Rubén Darío
A un poeta
Nada más triste que un titán que llora,
Hombre-montaña encadenado a un lirio,
Que gime fuerte, que pujante implora:
Víctima propia en su fatal martirio.
Hércules loco que a los pies de Onfalia
La clava deja y el luchar rehusa,
Héroe que calza femenil sandalia,
Vate que olvida a la vibrante musa.
¡Quién desquijara los robustos leones,
Hilando esclavo con la débil rueca;
Sin labor, sin empuje, sin acciones;
Puños de fierro y áspera muñeca!
No es tal poeta para hollar alfombras
Por donde triunfan femeniles danzas:
Que vibre rayos para herir las sombras,
Que escriba versos que parezcan lanzas.
Relampagueando la soberbia estrofa,
Su surco deje de esplendente lumbre,
Y el pantano de escándalo y de mofa
Que no lo vea el águila en su cumbre.
Bravo soldado con su casco de oro
Lance el dardo que quema y que desgarra,
Que embiste rudo como embiste el toro,
Que clave firme, como el león, la garra.
Cante valiente y al cantar trabaje;
Que ofrezca robles si se juzga monte;
Que su idea, en el mal rompa y desgaje
Como en la selva virgen el bisonte.
Que lo que diga la inspirada boca Suene en el pueblo con palabra extraña; Ruido de oleaje al azotar la roca, Voz de caverna y soplo de montaña.
Deje Sansón de Dalila el regazo:
Dalila engaña y corta los cabellos.
No pierda el fuerte el rayo de su brazo
Por ser esclavo de unos ojos bellos.
Amado Nervo
A quien va a leer
Laudatu si, mi Signore, per sor acqua…San Francisco de Asís.
Un hilo de agua que cae de una llave imperfecta; un hilo de agua, manso y diáfano, que gorjea toda la noche y todas las noches cerca de mi alcoba; que canta a mi soledad y en ella me acompaña; un hilo de agua: ¡qué cosa tan sencilla! Y, sin embargo, estas gotas incesantes y sonoras me han enseñado más que los libros.
El alma del Agua me ha hablado en la sombra —el alma santa del Agua— y yo la he oído, con recogimiento y con amor. Lo que me ha dicho está escrito en páginas que pueden compendiarse así: ser dócil, ser cristalino; esta es la ley y los profetas; y tales páginas han formado un poema.
Yo sé que quien lo lea sentirá el suave placer que yo he sentido al escucharlo de los labios de Sor Acqua; y este será mi galardón en la prueba, hasta que mis huesos se regocijen en la gracia de Dios.
Neruda
España en el corazón. Explico algunas cosas
Preguntaréis: Y dónde están las lilas?
Y la metafísica cubierta de amapolas?
Y la lluvia que a menudo golpeaba
sus palabras llenándolas
de agujeros y pájaros?
Os voy a contar todo lo que me pasa.
Yo vivía en un barrio
de Madrid, con campanas,
con relojes, con árboles.
Desde allí se veía
el rostro seco de Castilla
como un océano de cuero.
Mi casa era llamada
la casa de las flores, porque por todas partes
estallaban geranios: era
una bella casa
con perros y chiquillos.
Raúl, te acuerdas?
Te acuerdas, Rafael?
Federico, te acuerdas
debajo de la tierra,
te acuerdas de mi casa con balcones en donde
la luz de junio ahogaba flores en tu boca?
Hermano, hermano!
Todo
eran grandes voces, sal de mercaderías,
aglomeraciones de pan palpitante,
mercados de mi barrio de Argüelles con su estatua
como un tintero pálido entre las merluzas:
el aceite llegaba a las cucharas,
un profundo latido
de pies y manos llenaba las calles,
metros, litros, esencia
aguda de la vida,
pescados hacinados,
contextura de techos con sol frío en el cual
la flecha se fatiga,
delirante marfil fino de las patatas,
tomates repetidos hasta el mar.
Y una mañana todo estaba ardiendo,
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.
Bandidos con aviones y con moros,
bandidos con sortijas y duquesas,
bandidos con frailes negros bendiciendo
venían por el cielo a matar niños,
y por las calles la sangre de los niños
corría simplemente, como sangre de niños.
Chacales que el chacal rechazarla,
piedras que el cardo seco mordería escupiendo,
víboras que las víboras odiaran!
Frente a vosotros he visto la sangre
de España levantarse
para ahogaros en una sola ola
de orgullo y de cuchillos!
Generales
traidores:
mirad mi casa muerta,
mirad España rota:
pero de cada casa muerta sale metal ardiendo
en vez de flores,
pero de cada hueco de España
sale España,
pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos,
pero de cada crimen nacen balas
que os hallar n un día el sitio
del corazón.
Preguntaréis por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?
Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!
Benedetti
Ahora todo está claro
Cuando el presidente carter
se preocupa tanto
de los derechos
humanos
parece evidente que en ese caso
derecho
no significa facultad
o atributo
o libre albedrío
sino diestro
o antizurdo
o flanco opuesto al corazón
lado derecho en fin
en consecuencia
¿no sería hora
de que iniciáramos
una amplia campaña internacional
por los izquierdos
humanos?
Espronceda
Elegía a la patria
¿Oís?, es el cañón. Mi pecho hirviendo
El cántico de guerra entonará,
Y al eco ronco del cañón venciendo,
La lira del poeta sonará.
El pueblo ved que la orgullosa frente
Levanta ya del polvo en que yacía,
Arrogante en valor, omnipotente,
Terror de la insolente tiranía.
Rumor de voces siento,
Y al aire miro deslumbrar espadas,
Y desplegar banderas;
Y retumban al son las escarpadas
Rocas del Pirineo;
Y retiemblan los muros
De la opulenta Cádiz, y el deseo
Crece en los pechos de vencer lidiando;
Brilla en los rostros* el marcial contento,
Y dondequiera generoso acento
Se alza de patria y libertad tronando.
Al grito de la patria
Volemos, compañeros,
Blandamos los aceros
Que intrépida nos da.
A par en nuestros brazos
Ufanos la ensalcemos
Y al mundo proclamemos:
«España es libre ya».
¡Mirad, mirad en sangre,
Y lágrimas teñidos
Reír los forajidos,
Gozar en su dolor!
¡Oh!, fin tan sólo ponga
Su muerte a la contienda,
Y cada golpe encienda
Aún más nuestro rencor.
¡Oh siempre dulce patria
Al alma generosa!
¡Oh siempre portentosa
Magia de libertad!
Tus ínclitos pendones
Que el español tremola,
Un rayo tornasola
Del iris de la paz.
En medio del estruendo
Del bronce pavoroso,
Tu grito prodigioso
Se escucha resonar.
Tu grito que las almas
Inunda de alegría,
Tu nombre que a esa impía
Caterva hace temblar.
¿Quién hay, ¡oh compañeros!,
Que al bélico redoble
No sienta el pecho noble
Con júbilo latir?
Mirad centelleantes
Cual nuncios ya de gloria,
Reflejos de victoria
Las armas despedir.
¡Al arma!, ¡al arma!, ¡mueran los carlistas!
Y al mar se lancen con bramido horrendo
De la infiel sangre caudalosos ríos,
Y atónito contemple el océano
Sus olas combatidas
Con la traidora sangre enrojecidas.
Truene el cañón: el cántico de guerra,
Pueblos ya libres, con placer alzad:
Ved, ya desciende a la oprimida tierra,
Los hierros a romper, la libertad.
Buesa
Amor prohibido
Solo tú y yo sabemos lo que ignora la gente
al cambiar un saludo ceremonioso y frío,
porque nadie sospecha que es falso tu desvío,
ni cuánto amor esconde mi gesto indiferente.
Solo tú y yo sabemos porqué mi boca miente,
relatando la historia de un fugaz amorío;
y tú apenas me escuchas y yo no te sonrío…
y aún nos arde en los labios algún beso reciente.
Solo tú y yo sabemos que existe una simiente
germinando en la sombra de este surco vacío,
porque su flor profunda no se ve, ni se siente.
Y así, las dos orillas, tu corazón y el mío,
pues, aunque las separa la corriente de un río,
por debajo del río se unen secretamente.