¡Economista heterodoxo, director del "centro holístico científico de administración, imagen y finanzas JesToryAs", blogger profesional, webmaster, ciberactivista (soldado) de la worldrevolution que lucha porque se garantice el pleno ejercicio de los derechos humanos universales en todo el planeta, por el empoderamiento de las mujeres en la sociedad, contra las injusticias, el fanatismo y el fascismo; escritor (lo intento), poeta a veces y asiduo lector; amor, paz, armonía y felicidad globales es la principal bandera de ésta lucha global llamada The WorldRevolution! ¡Hasta la victoria siempre! ♥♥♥!!!!✌️️✌️️✌️️🌷🌹!
[…] Podría contarte el olor que desprende una rosa al caer — cuando su ser acoge el dolor del tórrido asfalto en pleno verano al fundirse con la calina del día y mimetizándose acullá de mugrientas ventanas.
[…] Podría llevarte al fondo de un desván[e]ciente septiembre colmo de expectativas truncadas y cicatrices e imitar la sonrisa perfecta — siguiendo una y otra vez la farsa rutina de hacerte sentir bien.
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[…] Podría llevar a cabo vendaval con cada brazo y explicarte que el sol carece de monomanías — se celebra a sí mismo y mediante alguna gula de lobreguez y vestida piel más allá de ropajes.
Quizás, bien podría hablarte durante horas del fuego y su opuesto mientras apago un cigarrillo — decidida a dar la espalda a cada frontera del mundo y observando la mar; pensando:
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De la independencia de los individuos, depende la grandeza de los…
Yo soy una persona con muchos defectos como saben bien las personas que me conocen. Pero hay uno que no tengo: pido perdón sin ninguna dificultad e incluso lo he hecho muchas veces en mi vida siendo consciente de que no había muchas razones para hacerlo, pero convencido de que así reconfortaba a otra persona o la dejaba más tranquila.
Por eso no me siento ofendido ni molesto cuando el presidente mexicano López Obrador nos ha reclamado a los españoles que pidamos perdón ahora a su pueblo “por los agravios” de la conquista.
No me parece mal que se pida perdón a quienes sufrieron los inconvenientes y el daño de todo tipo que pudiera haberse producido a lo largo del tiempo como consecuencia de la conquista por los españoles de aquellos territorios. Una conquista, por cierto, que no culminó en colonización, como ocurrió con las de otras potencias en otros lugares y momentos de la historia, sino con la consideración como españoles de quienes allí vivían por entonces.
Pero me pregunto si, al igual que habría que pedir perdón por el agravio y los daños de la conquista, también habría que dar las gracias por el progreso que proporcionó la presencia en aquellas tierras de miles de personas más cultas y preparadas que ayudaron a crear los hospitales o los centros educativos más avanzados de entonces allí donde antes de su llegada no había más que retraso y en muchas ocasiones barbarie y sufrimiento.
También me pregunto quién debe pedir perdón. Da la casualidad que mi segundo apellido es López, el mismo que el primero del presidente mexicano. ¿Debo pedir yo ahora perdón a los mexicanos por lo que hicieron mis antepasados que se quedaron en España? ¿O debería ser el propio López Obrador, descendiente él sí de los conquistadores que cometieron los agravios, quien debería pedir perdón a sus conciudadanos de ahora por la avaricia y los crímenes que cometieron sus antepasados, no los míos que se quedaron aquí?
Estoy seguro de que muchos españoles que se desplazaron a aquellas tierras hace cientos de años cometieron toda clase de tropelías (lo mismo que también sabemos que otros muchos ayudaron, como he dicho, a que aquellas tierras alcanzaran un grado de progreso mucho mayor y con más antelación que si no hubieran ido). Y es justo que se reclame una lectura reparadora de esa historia. Pero ¿sólo esos han sido los hechos por los que hay que pedir perdón? ¿Pesan más sobre los mexicanos de ahora los agravios de hace 500 años que los miles de asesinatos, secuestros, torturas o robos que se cometen hoy día, cada año, sobre las gentes más humildes por los propios mexicanos que disponen, ahora, justo ahora, de un poder criminal y omnímodo?
No me siento ofendido ni mucho menos y pediría perdón con gusto a los mexicanos, a los nicaragüenses, a los hondureños, a los argentinos, a los bolivianos, a los peruanos…. a todos los pueblos de Latinoamérica. No sólo porque soy de fácil querencia por el perdón, como he dicho, sino también porque por mis venas corre (al contrario de lo que le suele pasar a la mayoría de los españoles) sangre auténtica y originariamente latinoamericana. Una rama de la familia de mi abuela paterna estaba directamente emparentada con el dominicano Máximo Gómez, el revolucionario, el liberador de hombres, aquel que cuando le ofrecieron ser presidente de Cuba lo rechazó diciendo que a él lo que le gustaba era “liberar a los hombres, no gobernarlos”, el que se quejaba de que le dolía el cuerpo de los abrazos que le daban sus compatriotas agradecidos, el que murió de una infección de tanto estrechar la mano a las gentes que lo querían.
No me costaría ni me cuesta nada unirme a un perdón colectivo a los mexicanos y a todos los demás pueblos de Latinoamérica por los agravios de antaño, pero me pregunto si el perdón no se lo tienen que dar también a sí mismos muchos latinoamericanos por los crímenes (tantos o quizá más que los cometidos allí por los españoles) que ellos han cometido y cometen contra sus compatriotas. La historia de Latinoamérica no es sólo la historia de los efectos negativos de la conquista por los españoles de sus territorios, hace cinco siglos, sino también la del progreso que eso llevó consigo. Y, sobre todo, es la historia que los mismos latinoamericanos han sido capaces de poner en marcha mucho después y en ella hay muchas luces, desde luego, pero también muchas sombras de las que la humanidad no puede sentirse precisamente orgullosa, y mucho menos los propios latinoamericanos que han sufrido la avaricia y el crimen de sus clases dirigentes que ya nada deben ni tienen mucho que ver con los conquistadores.
Me pregunto sorprendido también por qué ha sido tan torpe el gobierno de España ante la petición de López Obrador. Me ha parecido que su respuesta es la de un machote altivo que se siente herido en su orgullo de ser superior, demostrando, por cierto, que para evitar las conductas masculinas o simplemente machistas no basta con que un gobierno tenga mayoría de mujeres.
Me hubiera gustado que el gobierno progresista de mi país hubiera respondido de otro modo, con comprensión, con humildad, con más respeto y con argumentos, quizá con una oferta de reflexión conjunta y, por qué no, sin rechazar el perdón, el fraternal perdón de todos hacia todos. ¿Por qué no aceptar que en nuestras historias, en las de todos, hay muchas cosas que perdonarnos unos a otros? Los españoles podemos sentirnos orgullosos de gran parte de nuestra historia pero también tenemos mucho de lo que avergonzarnos, y no es coherente luchar por aplicar entre nosotros la memoria histórica, reclamando desagravios para los nuestros, cuando los negamos hacia los demás, para aliviar el daño que nosotros hemos provocado sobre otros. Deberíamos ser más generosos, más inteligentes y más empáticos en ambos lados del charco.
He leído que después de sus primeras declaraciones el presidente mexicano ha matizado reclamando más bien la reflexión y la lectura conjunta de la historia. Me parece mejor, aunque parece olvidarse, en todo caso, que ya hace tiempo (en 1836) España y México suscribieron un “tratado definitivo de paz y amistad sincera” en beneficio mutuo y “para restablecer y asegurar permanentemente dichas relaciones” porque deseaban “vivamente poner término al estado de incomunicación y desavenencia que ha existido entre los dos gobiernos, y entre los ciudadanos y súbditos de uno y otro país, y olvidar para siempre las pasadas diferencias y disensiones, por las cuales desgraciadamente han estado tanto tiempo interrumpidas las relaciones de amistad y buena armonía entre ambos pueblos, aunque llamados naturalmente a mirarse como hermanos por sus antiguos vínculos de union de identidad de origen, y de recíprocos intereses” (aquí).
Releamos la historia cuantas veces haga falta pero no nos creamos ninguno que sólo nosotros tenemos sobre nuestra espalda agravios que necesitan reparación porque, a lo peor, todas las alforjas están llenas de sufrimiento ajeno y de crímenes deleznables.
Tengo la impresión de que lo mejor sería seguir la recomendación del Benjamin Franklin: “escribe los agravios en el polvo, las palabras de bien escríbelas en el marmol”. Si nos empeñamos siempre en hacer lo contrario sólo sembraremos el desafecto y la desconfianza que traen el odio y la enemistad eternos.
«Porque, no sólo «se asesinan los hombres en el Extremo Este», como cantaba el gran Rubén Darío (mucho más grande que todo cuanto se ha dicho de él), sino que también, en el «Extremo Oeste» se está ensayando con el más vil asesinato de un pueblo que registran los siglos (…) «
Antonio Machado y Miguel Hernández. Poetas luchadores y mentores de conciencias nuevas
INTRODUCCIÓN AL TEMA
Es relevante conocer de qué modo se instaura el pensamiento esperanzado de dos poetas luchadores, Antonio Machado (1875-1939) y Miguel Hernández (1910-1942), en el campo literario y cómo la temática subyacente en sus poemas tienen plena vigencia en el mundo actual.
Este trabajo pondrá en contacto las ideologías de ambos escritores que, mediante sus poemas, gestaron la posibilidad de un mundo diferente durante la Guerra «Civil» Española (¿de qué modo una guerra puede ser «civil»?). La posición ideológica de estos poetas «marcó caminos» y «guió a otros» a través de sus letras, generando «nuevas conciencias» en la sociedad, lo cual no ha sido una empresa menor.
Pero, ¿qué tienen en común estos autores tan dispares en épocas generacionales como en estilos literarios? Pues varias cosas: su entereza, su humanidad admirable, pusieron su intelecto al servicio de la, mal denominada, «Guerra Civil» Española y compartieron el mismo destino trágico debido a sus poemas.
Tradicionalmente, las «literaturas españolas» encasillan la labor machadiana en la Generación del 98’ mientras consideran que la obra de Miguel Hernández posee características de la Generación del 36’; no obstante, surgieron ciertas controversias pues muchos autores (entre ellos, Dámaso Alonso) han comprobado mayor afinidad del escritor alicantino con la Generación del 27’. Si bien en las «literaturas españolas», estos autores se estudian generalmente por separado, me dispongo a hacer una elipsis temporal puesto que analizaré la unidad de espíritu que encuentro en ambos escritores al enarbolar la bandera de los valores humanos.
Antonio Machado y Miguel Hernández, son dos referentes obligados en la historia de la Literatura Española que estuvieron comprometidos con la historia de su país. Sus poemas perduraron por sus singulares características estilísticas, pero ideológicamente se destaca la búsqueda de un «hombre nuevo«, pues ambos escritores apuestan a un futuro mejor.
Pero ¿cuál ha sido el haz de luz que me llevó a ampliar mis lecturas sobre estos poetas?
La profesora Graciela Ballestrino, en las clases de la cátedra de «Literatura Española» expresó sobre Antonio Machado que «escribió poesías para todos» y sobre la poesía de Miguel Hernández dijo que fue un «arma de guerra» agregando que durante la Guerra Civil Española, la literatura cumplió un «rol social». Por lo tanto, pretendo rescatar este carácter «colectivo» aderezado con «raíces populares». En efecto, la obra poética con la cual trabajaré se restringe a los poemas escritos en el marco de la Guerra Civil Española e intentando esbozar algunas características particulares del pensamiento ideológico de ambos poetas, trataré específicamente el punto de vista socio-crítico.
I. CONTEXTO HISTÓRICO:«Guerra tras Guerra»
La Guerra Civil Española comenzó con una sublevación militar en Julio del año 1936, caracterizada por un gran antagonismo ideológico en el que se reflejaban las luchas de clases, y culminó en Abril del año 1939 con la instalación de un régimen ditactorial al mando del General Franco. Sin embargo, España ya venía padeciendo el dolor de tres guerras civiles anteriores, las Guerras Carlistas, desencadenadas a partir de una problemática sucesión al trono luego del reinado de Fernando VII.
Durante la Guerra Civil Española colisionaron, dos Españas que no eran precisamente las «dos Españas» de Antonio Machado, quien solía contraponer la España «del pasado» a la España «del presente», sino más bien dos modos de pensamientos políticos divididos en «bandos de izquierda» (milicianos o revolucionarios) y de derecha (fuerzas militares fascistas).
Intelectuales de todo el mundo expresaban artísticamente dolor, desgarro y admiración por la sangre española que se derramaba en cruenta lucha diaria. Muchos poetas extranjeros se solidarizaron con la causa española entre los que sobresalieron el cubano Nicolás Guillén, el chileno Pablo Neruda, y el peruano César Vallejo. La edición en España de estos poemas que apoyaban la resistencia española surgiría entre bombardeos, sangre, lucha, vida y muerte:
«(…) Bajo un diluvio de hombres extinguidos
España se defiende (…)»
El incendio, Miguel Hernández
II. GENERACIONES DEL 98’ Y DEL 27’: «Bajo un mismo cielo revolucionario»
Los revolucionarios poetas proponen, bajo sus perspectivas particulares, una «nueva España».
El marco histórico en el que se desencadena la literatura de la Generación del 27’, así como el contexto general de la Generación del 98’ está relacionado con la esperanza de un futuro mejor.
Para los intelectuales de la Generación del 98’ el mundo merecía cambiar esa mirada desganada y corrompida, que significó el pasado español cuyo mayor pecado fue girar alrededor del tema de la «honra», por una mirada ampliamente crítica de la sociedad sin adoptar una postura revolucionaria activa. En este sentido Antonio Machado fue la excepción pues mantuvo una postura «de izquierda» hasta su muerte.
Debido a la necesidad de esclarecer los límites que contornean la poesía de Miguel Hernández, debo explicitar que la Generación del 27’ se destaca ante todo por recuperar las «tradiciones populares españolas» (coplas, romances), tanto sus formas musicales como, así también, las poéticas; combinándolas con «recursos vanguardistas» del ultraísmo (imágenes chocantes y asociaciones absurdas) y del surrealismo (intentan expresar la irracionalidad del inconsciente). A los escritores de la Generación del 27’ les interesaba la pureza formal. No obstante, las circunstancias políticasobligaron a Miguel Hernández a tratar temas sociales y en este sentido se asemeja a los escritores de la Generación del 36’ quienes esperaban conseguir un mundo nuevo a través de la lucha, consideraban que junto al sacrificio de miles de españoles surgiría un mundo renovado, con leyes más justas; es lo que se denominó la «poesía social», correspondiente cronológicamente con el año en que se inició la Guerra Civil.
Los pensamientos de Antonio Machado y de Miguel Hernández están sintonizados por una preocupación fundamental por el hombre y un inconformismo ante el mundo que los rodea.
Hace poco, en mis conversaciones cibernéticas con un amigo español, éste me dijo:
«A los españoles, las guerras civiles nos borraron las ganas de luchar contra la monarquía, nosotros no la consideramos necesaria, sin embargo el más fuerte siempre se impone y tiene armas para callar conciencias.»
Sin embargo, no considero real que «las conciencias se silencien con armas», las verdaderas armas invencibles son las palabras, son verdaderamente invencibles aquellas palabras que perduran traspasando las barreras temporales y espaciales. Antonio Machado y Miguel Hernández son prueba de ello.
No es extraño que tanto AM como MH abrazaran «la causa revolucionaria» pues la España sublevada era de «población rural» y en este sentido no debemos olvidar que AM en sus poemas se identificaba con la naturaleza y con las historias mínimas de los habitantes de España, mientras que MH, nacido en un contorno social campesino no podía hacer otra cosa más que amar su originaria naturaleza proclamando el «amor social». Ambos escritores coincidían en mostrar la trama del «ideal humano». AM resume «el ideal humano» cuando le cede la voz a su heterónimo Juan de Mairena: «Por mucho que un hombre valga, nunca tendrá valor más alto que el de ser hombre».
III. COMPROMETIDOS CON SU TIEMPO
Ambos escritores españoles se identificaron con el pueblo español bajo dos posturas diferentes y sin embargo muy comprometidas:
Antonio Machado, perteneciente a la Generación del 98’, se instaura como un caminante observador de su patria y a partir de sus detallados análisiscontrapone las dos Españas: una España «gloriosa», perteneciente al pasado; y la otra «decrépita y en ruinas», perteneciente al presente, destacando en sus descripciones poéticas la importancia no de la «gran historia española» sino más bien de la «historias mínimas del pueblo», la historia de sus habitantes.
Si AM fijó su perspectiva sobre el pueblo español, entonces, no es raro que en el momento decisivo haya apoyado, fehacientemente, la causa revolucionaria.
AM, antes de morir exiliado, al término de la Guerra Civil, en Collioure, Francia, en el año 1939, escribió Poesías de la guerra denunciando el asesinato o «crimen», en Granada, de un grande de las letras españolas, el señor Federico García Lorca:
«Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico.
–sangre en la frente y plomo en las entrañas-.
…Que fue en Granada el crimen
sabed -¡pobre Granada!-, en su Granada…»
El crimen fue en Granada, Antonio Machado
La vida de AM sintetiza su lucha entre dos dimensiones, pues «en sueños, lucha con Dios» (plano metafísico, intenta lograr el ideal humano) y «despierto con el mar» (el mar aparece aquí como símbolo de la vida) y será ese mar el eje constitutivo de su obra que condensa la lucha del hombre en el plano terrenal:
«Todo hombre tiene dos
batallas que pelear:
en sueños lucha con Dios;
y despierto, con el mar.»
Proverbios y cantares, Antonio machado
Así, mientras AM vivió el dolor y la angustia por su patria desde una perspectiva descriptiva y analítica con la cual intentó develar y solucionar los «males de España», MH demostró su amor patriótico involucrándose activamente en las luchas civiles junto a su pluma-estandarte-guerrera.
Miguel Hernández, en el marco de lo que significó la guerra civil española, se levantó como el estandarte vivo del pueblo español cuyas letras fueron el mayor «altavoz» contra el fascismo. Así, encarnó la figura del poeta-soldado, pues unió el sentimiento de «vida» con el de «escribir». Su obra poética ha sido la resultante de esta conjunción conformando un compendio de poemas de lucha que amalgaman la vida, la muerte, el amor y la escritura.
Durante la Guerra Civil, la cuestión propagandística fue un «recurso manipulador» utilizado frecuentemente por ambos bandos en pugna.
En septiembre del año 1936, Miguel Hernández se reclutó en el bando republicano, en el Quinto Regimiento, para aliarse «con su pluma» a los intelectuales antifascistas. La presencia de la poesía republicana durante los casi tres años que duró la Guerra Civil fue crucial y MH ejerció como poeta, locutor y periodista, obteniendo el nombramiento de Comisario Cultural.
MH, con un humanismo característico enfrenta la guerra en pos de lograr la anhelada justicia social y su corazón se derrama «de sangre en sangre» en los artículos propagandísticos que suele escribir en periódicos y revistas.
Si AM lucha en sueños con lo divino en su afán por conseguir la «entereza humana», MH también luchará con los «pies en la tierra«, muy comprometido socialmente, y con su «mirada al cielo» buscando alcanzar al ideal humano.
En este sentido, ambos poetas siguen una misma lógica inspirativa regida por oscilaciones entre las «aspiraciones ideales» y las «realidades terrenales».
Los poemas de MH lo posicionaron como arquetipo republicano, pues tenían una función clara: servir a la (entonces «posible») victoria republicana, «alentar a los milicianos» y difundir sus ideales políticos entre los campesinos de España, «exaltando el valor de la bravura, de la valentía y justificando un pueblo levantado en armas«:
«(…) No soy de un pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones (…)»
Vientos del pueblo me llevan, Miguel Hernández
En estos tres versos se contrapone la idea del «pueblo sumiso» con un «pueblo revolucionario» y también se construye una línea jerárquica entre estas dos relaciones metaforizadas con la imagen del «buey» y del «león», respectivamente, en la que se advierte la significancia positiva del «león» como sinónimo de «valor».
Los títulos de algunos poemas suyos, lo instauran como un miliciano en plena lucha: «Canción del esposo soldado», «El soldado y la nieve»,«Viento del Pueblo».
El romancero de mayor importancia fue el militar, pues elevaba la moral de los soldados y los instaban a continuar la lucha revolucionaria. Numerosos poetas convergieron en lo que se denominó la «Poesía de urgencia» y en el mes de Noviembre de 1936 imprimieron el primer Romancero de la guerra civil, que constaba de treinta cinco romances (la métrica española popular octosílaba). Algunos intelectuales de los que colaboraron en estos medios depropaganda, fueron: Rafael Alberti, Luis Cernuda, Vivanco, Emilio Prados, Vicente Alexaindre, y por supuesto MH, entre otros.
MH murió en plena juventud, a los 31 años, en las mazmorras franquistas las cuales «truncaron la evolución de otra promesa talentosa de las letras españolas».
IV. FORMADORES DE CONCIENCIAS
Más allá de los malogrados hechos históricos, tanto Antonio Machado como Miguel Hernández trascienden las barreras de la muerte para renacer junto a cada poema leído o cantado. Las palabras lo dicen todo y el arte demuestra, una vez más, que ni siquiera la muerte silencia los pensamientos. Así, se concreta la mística de la «vida infinita» que MH dejaba latir en sus poemas.
AM y MH recurren a formas populares, pues no descartan la idea de influir en toda la sociedad. Así, reflexionan y luchan a través de sus poemas, «removiendo conciencias» a partir de un mundo significativo.
AM, crítico incansable de su sociedad, «denuncia» y podemos observar que la poesía funciona como mediadora de la historia pues, a través de ella, el hombre «dialoga» con su tiempo. Un ejemplo de ello son las siguientes cuartetas en las cuales el yo lírico interpela al pueblo español, responsable pasivo de la decadencia española del 98’, en los siguientes versos:
___Nuestro español bosteza
___ ¿Es hambre? ¿Sueño? ¿Hastío?
___ Doctor, ¿tendrá el estómago vacío?
___ El vacío es más bien en la cabeza.
Proverbios y cantares, Antonio machado
Los poemas remueven las conciencias y las desestabilizan, pero sin dejar de lado un tono esperanzado. En AM pueden rastrearse las huellas del pensamiento «regeneracionista» propio de la Generación del 98’, mientras que en MH adquieren mayor importancia los «espíritus por nacer», «mística naturalista» dirá Marie Chevallier, formando una infinita cadena de nacimientos que emulan «la infinidad divina» «perpetuada por la unión corporal».
En A un olmo seco de AM, los lexemas «rama enverdecida», «corazón», «luz«, «vida», «milagro» y «primavera» refuerzan el campo semántico del «nacimiento», dotándolo de caracteres positivos que aguardan un futuro mejor:
«(…) olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama enverdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.»
A un olmo seco, Antonio Machado
MH sintetiza en Dos canciones la idea de ciclo permanente, asemejándose al recorrido de la cinta de Moebius, como un constante transcurrir aunando las esperanzas del nuevo ser y sintetizando «la fusión amorosa sensible exaltada», asimismo el «vientre» también tiene otras acepciones, no es sólo el vientre de la mujer amada, pues a la vez simboliza la Patria del poeta en tránsito hacia el «nuevo futuro», que por supuesto, MH nunca verá concretado.
«Se puso el sol.
Pero tu temprano vientre
de nuevo se levantó
por el oriente»
Dos canciones, Miguel hernández
MH recurre al símbolo del agua para introducir la idea de «espejo interno», en el cual también se percibe la «regeneración corporal y espiritual» a la que hace referencia Manuel Alvar cuando detalla la simbología de AM, pues en el hombre reposa la voluntad de que el agua sea «clara» o «removida». Esta simbología apunta a un «hombre ideal», cuyos cimientos sólo sean el «amor», sinónimo de agua clara. Asimismo, ambos poetas dejan plasmado el mayor valor, lograr el «ideal humano»:
«En el fondo del hombre
agua removida (…)»
«En el agua más clara
quiero ver la vida (…)»
Cancionero y Romancero de ausencias, Miguel Hernández
«Virtud es fortaleza, ser bueno es ser valiente»
Proverbios y Cantares, Antonio machado
Así, aparece la proclama por un «amor social» pues el hombre se salvará mediante el amor hacia otros seres, pues la «capacidad de amar» nos hace verdaderamente libres. Mientras MH hablará de la guerra como el medio para lograr el fin universal «el amor», AM habla de una «teología del amor», de la religión del amor:
Cancionero y romancero de ausencias, Miguel Hernández
Dante y yo – perdón señores–,
trocamos – perdón Lucía–,
el amor en teología.
Proverbios y cantares, Antonio machado
CONCLUSIÓN
La mirada crítica de Antonio Machado apostando al «ideal humano» y la perspectiva alentadora de Miguel Hernández en busca de una «justicia social» dejan al descubierto las atrocidades histórico-bélicas cometidas en perjuicio de los débiles pobladores de España y de otros países del mundo.
Dirá más tarde Ricardo Gullón: «(…) la guerra puso de manifiesto hasta adónde habían llegado
las aguas de la irracionalidad (…)»
Todas las guerras son inciviles. Podrán existir estas vilezas disfrazadas de guerras «civiles», más en ninguna guerra cabe «lo civilizado». Las artes, y entre ellas el rol de la literatura fue fundamental, afortunadamente pudieron ir despojando y revelando, de a poco, aquellas «pautas establecidas y normalizadas» que dañan a la humanidad.
Los pensamientos perennes de artistas memorables, como los de Antonio Machado o Miguel Hernández, víctimas de su tiempo, aún hoy pueden leerse como poemas escritos para esta realidad actual que nos toca vivir. Las guerras no cesaron pero las palabras, sinónimo de lucha silenciosa, instan a remover las conciencias de toda la humanidad.
AM y de MH anhelaron un mundo renovado y justo que está, aún, sin concretarse porque las guerras continúan y la sangre de miles de inocentes sigue derramándose en el mundo entero. El noble deseo de estos grandes escritores españoles es una asignatura pendiente para la humanidad.
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Miguel de Unamuno (1864-1936) fue autor polifacético, prolijo, contundente. Desde muy temprano comenzó a escribir como una forma natural de autoconocimiento y consuelo. Su obra recoge, sin duda, uno de los testimonios más valiosos del turbulento final del siglo XIX en España y Europa y del no menos agitado comienzo del XX. Gracias a la editorial de la Universidad de Salamanca, podemos ahora acceder a sus llamados Cuadernos de juventud, en inmejorable edición de Miguel Ángel Rivero Gómez. Como éste apunta en la completa introducción que acompaña al volumen, estos textos permiten llenar una de las más importantes lagunas en el estudio de Unamuno, “la relativa a sus años de formación, que constituye una de las etapas más desconocidas del pensador vasco“, años en los que “fueron cobrando forma los cimientos de su pensamiento y de su obra de madurez”.
Once es el total de cuadernos que se conservan de esta primerísima etapa unamuniana, aunque se sospecha que llegaron a existir, al menos, treinta y uno. En ellos encontramos a un Unamuno intimista, cercano, peligrosamente sincero consigo mismo, ácido, crítico, directo, poco dado a la teoría más puramente diletante, transparente, carismático: a un hombre que, en definitiva, está cobrando auténtica consciencia de sus fuerzas espirituales e intelectuales. A tales escritos se refiere de este elocuente modo: “Mis hijos hasta hoy han sido estos cuadernillos fríos, […] sin luz ni vida en que he ido enterrando mis ilusiones, mis ideas, mis sentimientos, mis estudios, toda mi alma”. En ellos vierte el producto de su soledad, de sus reflexiones más hondas, de lo inconfesable, lo que hace cobrar al lector una imagen completa del carácter y aspiraciones del joven Unamuno:
«Muchos ponderan mi talento. Lo que yo sé lo saben muchos y muchos más saben más de lo que yo sé; pero ninguno tiene más corazón que yo tengo ni sabe sentir más de lo que yo siento. Yo quiero, quiero mucho y con mucha fuerza y de ahí arrancan como de raíz todas mis alegrías y todas mis tristezas»
La producción del autor bilbaíno esconde una singular dificultad a la hora de ser estudiada, no tanto por el lenguaje que empleó en sus obras –por lo general sencillo y cercano, siempre repleto de patentes guiños e invitaciones a la reflexión del lector–, sino por los diversos avatares vitales que Unamuno hubo de recorrer a lo largo de su existencia; sus experiencias quedan siempre impresas a fuego en cada una de sus líneas, lo que las dota de un marcado carácter autobiográfico. Por ello, cuando el lector se sumerge por vez primera en el estudio de sus escritos, resulta habitual una cierta sensación de desorientación y, sin embargo y a la vez, de gran atracción hacia el contenido que allí se encuentra reflejado. Aunque, como explica García Nuño en su fundamental estudio El problema del sobrenatural en Miguel de Unamuno, “bajo el asistematicismos en la exposición, hay una profunda unidad de pensamiento, aunque ésta se encuentra de manera implícita. Se trata de un pensamiento que, si bien no está presentado de manera sistemática, sin embargo, sí es, al menos en buena medida, sistematizable, porque es un pensamiento sistemático”.
«¡Saber, saber mucho, saber más, cada vez más! Éste ha sido mi sueño, éste es todavía. Pero, ¿qué me dará tanto saber? ¡No! Querer, querer mucho, querer más, cada vez más y saber lo que se quiere. La ciencia más grande es la del querer, y sabe más quien mejor sabe querer»
Unamuno se esfuerza por pensar su presente, ofreciendo no tanto soluciones prácticas (inmediatas) como críticas, que nos conduzcan a redefinir al sujeto propio de su tiempo (y de todo tiempo), lo que nos ayuda a trazar la dirección de las obras unamunianas: hacer frente a los acontecimientos históricos de su época se convierte en una tarea irrenunciable, haciendo suya la misión de brindar una explicación de la acción del hombre en su circunstancia determinada, la que le ha tocado en suerte vivir. Unamuno no se propone dar soluciones definitivas en sus escritos, sino sembrar la conciencia crítica en su lector, de manera que cuente con suficientes elementos para formarse un juicio a la altura de nuestra condición, sin recetas ni dogmas preconcebidos. Estos cuadernos de juventud no son una excepción.
En una de las sinceras conversaciones que Augusto Pérez y su amigo Víctor Goti mantienen en el capítulo XXV de Niebla, ambos concluyen al fin que la condición primordial del pensar auténtico no es otra que la de dudar, “y es la duda lo que de la fe y del conocimiento, que son algo estático, quieto, muerto, hace pensamiento, que es dinámico, inquieto, vivo”. Unamuno considera el pensamiento como un proceso que se desarrolla en y a partir del lenguaje, pero no deja de señalar que el verdadero pensar emerge en las palabras compartidas como expresión de una subjetividad –de un yo– en constante e ineludible conflicto. La característica genuina del ser humano es la existencia en sus entrañas de una terrible lucha, la que mantiene consigo mismo: vida en sinceracontradicción.
«No hay estado de ánimo más estable y tranquilo que la alegría de la tristeza, esa tristeza resignada y dulce que ni ríe, ni llora. […] Lo horrible es la desesperación, el deseo vencido. ¡Qué cosa más hermosa que caminar lleno de esperanzas y caminar y más caminar! Sed dichosos, seamos todos dichosos, y comprendamos que para llegar al goce hay que sufrir y subir por la escalera del dolor. Para llenar un deseo hay que sentir un vacío y nada más dulce que este vacío del alma rodeado de risueñas esperanzas»
El diálogo queda así henchido de la tensión que transmite el movimiento mismo de nuestro vivir. Un tipo de diálogo, del que nos habla Unamuno, ahora muerto en esta España “doliente”: las palabras quedan reducidas a instrumento del politiqueo, del combate de los partidos por el poder –corrompido éste casi definitivamente por intereses económicos, y cuya única estrategia ha devenido en la creación de falsos conflictos que aquellos partidos siempre se hallan muy dispuestos a resolver–. No recuerdan que lo que hizo tan digno de admiración y cariño al mártir san Manuel Bueno, el héroe del que Unamuno nos habla en su acaso más concentrada y trágica novela, fueron las acciones y no las palabras: “el pueblo no entiende de palabras; el pueblo no ha entendido más que vuestras obras”, explica Ángela a su hermano Lázaro.
Unamuno dejó plasmada en estos escritos toda la heterodoxia, toda la libertad creativa y toda la coherencia de pensamiento por las que se le reconoce como uno de los autores fundamentales de la literatura española. Desde la posición estratégica del fin de siglo XX, Unamuno empleó la escritura como instrumento de reflexión y desarrollo de las ideas y observaciones que continuaría en el resto de su obra. Como sugiere Rivero Gómez, estos cuadernos guardan una doble función: “por un lado, recoger aquellas inquietudes, ideas e intuiciones que en la soledad de su habitación pasaban fugaces por su mente, a fin de que no se perdieran, y por otro lado, poner orden a su ya por entonces agitado mundo interno, que se nutría y renovaba constantemente”.
«La ciencia y la ambición y la gloria son compañeras frías, secas, sin alma ni vida, que no saben reír cuando reímos ni enjugarnos las lágrimas cuando lloramos. ¡Cuántas veces en mis paseos he sostenido conmigo mismo esta lucha y he sentido el dolor del peso y el no menor de las ansias de que me broten alas! Alas y ancla no puede ser, me decía a mí mismo; yo quiero llegar al cielo, pero me es triste deja el suelo, aquello será hermosísimo, pero esto, ¡es tan hermoso! ¡Fuerza, Dios mío, fuerza! Sólo quisiera remontar el vuelo y llevar tras de mí el ancla y aún cuando fuera la tierra a que ella está adherida»
Estos cuadernos encierran un testimonio único, imprescindible para acercarse al Unamuno de carne y hueso, al hombre que sufrió hondísimas y diversas crisis de pensamiento y de fe, que ya apuntaba a su creencia en una “inmortalidad fenoménica”, provocada por una insaciable sed de Absoluto. Unos textos en los que él mismo aseguraba que iba consumiéndose “porque me alimento de mí mismo”. Una de las publicaciones más relevantes de 2017.
«Yo voy flotando entre recuerdos y esperanzas, empujado por el deseo de vida que aguijonea con tan dulce calorcillo. En los mayores placeres va envuelto el huevecillo del sufrimiento. ¡Con qué sosegado y tierno movimiento me siento balancear, llevado por los recuerdos, traído por las esperanzas!»
Un poeta es una persona dedicada a la escritura de poesía. El término vate es una forma literaria de referirse a un poeta o a una poetisa.
Según diversas fuentes la poesía como género literario tiene sus más profundas raíces en la tradición de la literatura oral, llegando más tarde a trasmitirse por escrito cuando en la Antigüedad empezaron a difundirse sistemas de escritura lo suficientemente complejos como para expresar lenguaje poético mediante símbolos escritos. Desde entonces, y de una forma generalizada y mayoritariamente dominante, se ha distinguido al poeta del resto de escritores por componer poesía, pero esta última en el sentido de una literatura ordenada mediante el arte de la métrica. Sin embargo existe ahora una literatura poética que escapa o intenta escapar al recurso de la métrica, el así llamado «verso libre». El poeta estadounidense Walt Whitman fue uno de los primeros en escribir este tipo de poesía, aunque el francés Jules Laforgue y otros varios autores del simbolismo hayan sido las fuentes más directas entre los poetas de lengua española.
La poesía es una manifestación de la diversidad en el diálogo, de la libre circulación de las ideas por medio de la palabra, de la creatividad y de la innovación. La poesía contribuye a la diversidad creativa al cuestionar de manera siempre renovada la forma en que usamos las palabras y las cosas, y nuestros modos de percibir e interpretar la realidad. Merced a sus asociaciones y metáforas y a su gramática singular, el lenguaje poético constituye, pues, otra faceta posible del diálogo entre las culturas.
La decisión de proclamar el 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía fue aprobada por la UNESCO durante su 30º periodo de sesiones, que se celebró en París en 1999.
De acuerdo con la decisión de la UNESCO, el principal objetivo de esta acción es apoyar la diversidad lingüística a través de la expresión poética y dar la oportunidad a las lenguas amenazadas de ser un vehículo de comunicación artística en sus comunidades respectivas.
Por otra parte, este Día tiene como propósito promover la enseñanza de la poesía; fomentar la tradición oral de los recitales de poéticos; apoyar a las pequeñas editoriales; crear una imagen atractiva de la poesía en los medios de comunicación para que no se considere una forma anticuada de arte, sino una vía de expresión que permite a las comunidades transmitir sus valores y fueros más internos y reafirmarse en su identidad; y restablecer el diálogo entre la poesía y las demás manifestaciones artísticas, como el teatro, la danza, la música y la pintura.
Nada más triste que un titán que llora, Hombre-montaña encadenado a un lirio, Que gime fuerte, que pujante implora: Víctima propia en su fatal martirio.
Hércules loco que a los pies de Onfalia La clava deja y el luchar rehusa, Héroe que calza femenil sandalia, Vate que olvida a la vibrante musa.
¡Quién desquijara los robustos leones, Hilando esclavo con la débil rueca; Sin labor, sin empuje, sin acciones; Puños de fierro y áspera muñeca!
No es tal poeta para hollar alfombras Por donde triunfan femeniles danzas: Que vibre rayos para herir las sombras, Que escriba versos que parezcan lanzas.
Relampagueando la soberbia estrofa, Su surco deje de esplendente lumbre, Y el pantano de escándalo y de mofa Que no lo vea el águila en su cumbre.
Bravo soldado con su casco de oro Lance el dardo que quema y que desgarra, Que embiste rudo como embiste el toro, Que clave firme, como el león, la garra.
Cante valiente y al cantar trabaje; Que ofrezca robles si se juzga monte; Que su idea, en el mal rompa y desgaje Como en la selva virgen el bisonte.
Que lo que diga la inspirada boca Suene en el pueblo con palabra extraña; Ruido de oleaje al azotar la roca, Voz de caverna y soplo de montaña.
Deje Sansón de Dalila el regazo: Dalila engaña y corta los cabellos. No pierda el fuerte el rayo de su brazo Por ser esclavo de unos ojos bellos.
Machado
De la vida
¡Ay del que llega sediento a ver el agua correr y dice: La sed que siento no me la calma el beber!
¡Ay de quien bebe, y, saciada la sed, desprecia la vida: moneda al tahúr prestada, que sea al azar rendida!
Del iluso que suspira bajo el orden soberano, y del que sueña la lira pitagòrica en su mano.
¡Ay del noble peregrino que se para a meditar, después de largo camino, en el horror de llegar!
¡Ay de la melancolía que llorando se consuela, y de la melomanía de un corazòn de zarzuela!
¡Ay de nuestro ruiseñor, si en una noche serena se cura del mal de amor que llora y canta su pena!
¡De los jardines secretos, de los pensiles soñados y de los sueños poblados de propósitos discretos!
¡Ay del galán sin fortuna que ronda a la luna bella, de cuantos caen de la luna, de cuantos se marchan a ella!
¡De quien el fruto prendido en la rama no alcanzò, de quien el fruto ha mordido y el gusto amargo probò!
¡Y de nuestro amor primero y de su fe mal pagada, y, también, del verdadero amante de nuestra amada!
Sor Juana
Redondillas: Hombres necios que acusáis
Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿por qué queréis que obren bien si la incitáis al mal?
Cambatís su resistencia y luego, con gravedad, decís que fue liviandad lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco el niño que pone el coco y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia, hallar a la que buscáis, para pretendida, Thais, y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, él mismo empaña el espejo, y siente que no esté claro?
Con el favor y desdén tenéis condición igual, quejándoos, si os tratan mal, burlándoos, si os quieren bien.
Siempre tan necios andáis que, con desigual nivel, a una culpáis por crüel y a otra por fácil culpáis.
¿Pues como ha de estar templada la que vuestro amor pretende, si la que es ingrata, ofende, y la que es fácil, enfada?
Mas, entre el enfado y pena que vuestro gusto refiere, bien haya la que no os quiere y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas, y después de hacerlas malas las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido en una pasión errada: la que cae de rogada, o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga, o el que paga por pecar?
Pues ¿para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar, y después, con más razón, acusaréis la afición de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo.
Machado
Pegasos, lindos pegasos
Pegasos, lindos pegasos, caballitos de madera.
Yo conocí siendo niño, la alegría de dar vueltas sobre un corcel colorado, en una noche de fiesta. En el aire polvoriento chispeaban las candelas, y la noche azul ardía toda sembrada de estrellas. ¡Alegrías infantiles que cuestan una moneda de cobre, lindos pegasos, caballitos de madera!
Gabriela Mistral
Amo amor
Anda libre en el surco, bate el ala en el viento, late vivo en el sol y se prende al pinar. No te vale olvidarlo como al mal pensamiento: ¡le tendrás que escuchar!
Habla lengua de bronce y habla lengua de ave, ruegos tímidos, imperativos de mar. No te vale ponerle gesto audaz, ceño grave: ¡lo tendrás que hospedar!
Gasta trazas de dueño; no le ablandan excusas. Rasga vasos de flor, hiende el hondo glaciar. No te vale decirle que albergarlo rehúsas: ¡lo tendrás que hospedar!
Tiene argucias sutiles en la réplica fina, argumentos de sabio, pero en voz de mujer. Ciencia humana te salva, menos ciencia divina: ¡le tendrás que creer!
Te echa venda de lino; tú la venda toleras. Te ofrece el brazo cálido, no le sabes huir. Echa a andar, tú le sigues hechizada aunque vieras ¡que eso para en morir!
Bécquer
Amor eterno
Podrá nublarse el sol eternamente; Podrá secarse en un instante el mar; Podrá romperse el eje de la tierra Como un débil cristal, ¡todo sucederá! Podrá la muerte Cubrirme con su fúnebre crespón; Pero jamás en mí podrá apagarse La llama de tu amor.
García Lorca
Bodas de Sangre: Luna
Cisne redondo en el río, ojo de las catedrales, alba fingida en las hojas soy; ¡no podrán escaparse! ¿Quién se oculta? ¿Quién solloza por la maleza del valle? La luna deja un cuchillo abandonado en el aire, que siendo acecho de plomo quiere ser dolor de sangre. ¡Dejadme entrar! ¡Vengo helada por paredes y cristales! ¡Abrid tejados y pechos donde pueda calentarme! ¡Tengo frío! Mis cenizas de soñolientos metales buscan la cresta del fuego por los montes y las calles. Pero me lleva la nieve sobre su espalda de jaspe, y me anega, dura y fría, el agua de los estanques. Pues esta noche tendrán mis mejillas roja sangre, y los juncos agrupados en los anchos pies del aire. ¡No haya sombra ni emboscada. que no puedan escaparse! ¡Que quiero entrar en un pecho para poder calentarme! ¡Un corazón para mí! ¡Caliente!, que se derrame por los montes de mi pecho; dejadme entrar, ¡ay, dejadme! (A las ramas.) No quiero sombras. Mis rayos han de entrar en todas partes, y haya en los troncos oscuros un rumor de claridades, para que esta noche tengan mis mejillas dulce sangre, y los juncos agrupados en los anchos pies del aire. ¿Quién se oculta? ¡Afuera digo! ¡No! ¡No podrán escaparse! Yo haré lucir al caballo una fiebre de diamante.
Borges
1929 (antes la luz)
Antes la luz entraba más temprano en la pieza que da al último patio; ahora la vecina casa de altos le quita el sol, pero en la vaga sombra su modesto inquilino está despierto desde el amanecer. Sin hacer ruido, para no incomodar a los de al lado, el hombre está mateando y esperando. Otro día vacío, como todos. Y siempre los ardores de la úlcera. Ya no hay mujeres en mi vida, piensa. Los amigos lo aburren. Adivina que él también los aburre. Hablan de cosas que no alcanza, de arqueros y de cuadros. No ha mirado la hora. Sin apuro se levanta y se afeita con inútil prolijidad. Hay que llenar el tiempo. El rostro que el espejo le devuelve guarda el aplomo que antes era suyo. Envejecemos más que nuestra cara, piensa, pero ahí están las comisuras, el bigote ya gris, la hundida boca. Busca el sombrero y sale. En el vestíbulo ve un diario abierto. Lee las grandes letras, crisis ministeriales en países que son apenas nombres. Luego advierte la fecha de la víspera. Un alivio; ya no tiene por qué seguir leyendo. Afuera, la mañana le depara su ilusión habitual de que algo empieza y los pregones de los vendedores. En vano el hombre inútil dobla esquinas y pasajes y trata de perderse. Ve con aprobación las casas nuevas, algo, tal vez el viento sur, lo anima. Cruza Rivera, que hoy le dicen Córdoba, y no recuerda que hace muchos años que sus pasos la eluden. Dos, tres cuadras. Reconoce una larga balaustrada, los redondeles de un balcón de fierro, una tapia erizada de pedazos de vidrio. Nada más. Todo ha cambiado. Tropieza en una acera. Oye la burla de unos muchachos. No los toma en cuenta. Ahora está caminado más despacio. De golpe se detiene. Algo ha ocurrido. ahí donde ahora hay una heladería, estaba el Almacén de la Figura. (La historia cuenta casi medio siglo.) Ahí un desconocido de aire avieso le ganó un largo truco, quince y quince, y él malició que el juego no era limpio. No quiso discutir, pero le dijo: Ahí le entrego hasta el último centavo, pero después salgamos a la calle. el otro contestó que con el fierro no le iría mejor que con el naipe. No había ni una estrella. Benavides le prestó su cuchillo. La pelea fue dura. En la memoria es un instante, un solo inmóvil resplandor, un vértigo. Se tendió en una larga puñalada, que bastó. Luego en otra, por si acaso. Oyó el caer del cuerpo y del acero. Fue entonces que sintió por vez primera la herida en la muñeca y vio la sangre. fue entonces que brotó de su garganta una mala palabra, que juntaba la exultación, la ira y el alivio. tantos años y al fin ha rescatado la dicha de ser hombre y ser valiente o, por lo menos, la de haberlo sido alguna vez, en un ayer del tiempo.
Luis G. Urbina
Madrigal efusivo
Déjame amar tus claros ojos. Tienen Lejanías sin fin, de mar y cielo, Y sus fulgores apacibles vienen Hasta mi corazón como un consuelo.
Deja que con tus ojos se iluminen Mis viejas sombras y se vuelvan flores; Deja que con tus ojos se fascinen, Como aves de leyenda, mis dolores.
Que vea en ellos astros errabundos, Que en ellos sueñe inexplorados mundos Que en ellos bañe mi melancolía… Son tristes, luminosos y profundos, Como puestas de sol, amada mía.
Unamuno
En horas de insomnio
Me voy de aquí, no quiero más oírme; De mi voz toda voz suéname a eco, Ya falta así de confesor, si peco Se me escapa el poder arrepentirme.
No hallo fuera de mí en que me afirme Nada de humano y me resulto hueco; Si esta cárcel por otra al fin no trueco En mi vacío acabaré de hundirme.
Oh triste soledad, la del engaño De creerse en humana compañía Moviéndose entre espejos, ermitaño.
He ido muriendo hasta llegar al día En que espejo de espejos, soy me extraño A mí mismo y descubro no vivía.
Amado Nervo
A quien va a leer
Laudatu si, mi Signore, per sor acqua…San Francisco de Asís.
Un hilo de agua que cae de una llave imperfecta; un hilo de agua, manso y diáfano, que gorjea toda la noche y todas las noches cerca de mi alcoba; que canta a mi soledad y en ella me acompaña; un hilo de agua: ¡qué cosa tan sencilla! Y, sin embargo, estas gotas incesantes y sonoras me han enseñado más que los libros.
El alma del Agua me ha hablado en la sombra —el alma santa del Agua— y yo la he oído, con recogimiento y con amor. Lo que me ha dicho está escrito en páginas que pueden compendiarse así: ser dócil, ser cristalino; esta es la ley y los profetas; y tales páginas han formado un poema.
Yo sé que quien lo lea sentirá el suave placer que yo he sentido al escucharlo de los labios de Sor Acqua; y este será mi galardón en la prueba, hasta que mis huesos se regocijen en la gracia de Dios.
Neruda
España en el corazón. Explico algunas cosas
Preguntaréis: Y dónde están las lilas? Y la metafísica cubierta de amapolas? Y la lluvia que a menudo golpeaba sus palabras llenándolas de agujeros y pájaros?
Os voy a contar todo lo que me pasa.
Yo vivía en un barrio de Madrid, con campanas, con relojes, con árboles.
Desde allí se veía el rostro seco de Castilla como un océano de cuero. Mi casa era llamada la casa de las flores, porque por todas partes estallaban geranios: era una bella casa con perros y chiquillos. Raúl, te acuerdas? Te acuerdas, Rafael? Federico, te acuerdas debajo de la tierra, te acuerdas de mi casa con balcones en donde la luz de junio ahogaba flores en tu boca? Hermano, hermano! Todo eran grandes voces, sal de mercaderías,
aglomeraciones de pan palpitante, mercados de mi barrio de Argüelles con su estatua como un tintero pálido entre las merluzas: el aceite llegaba a las cucharas, un profundo latido de pies y manos llenaba las calles, metros, litros, esencia aguda de la vida, pescados hacinados, contextura de techos con sol frío en el cual la flecha se fatiga, delirante marfil fino de las patatas, tomates repetidos hasta el mar.
Y una mañana todo estaba ardiendo, y una mañana las hogueras salían de la tierra devorando seres, y desde entonces fuego, pólvora desde entonces, y desde entonces sangre. Bandidos con aviones y con moros, bandidos con sortijas y duquesas, bandidos con frailes negros bendiciendo venían por el cielo a matar niños, y por las calles la sangre de los niños corría simplemente, como sangre de niños.
Chacales que el chacal rechazarla, piedras que el cardo seco mordería escupiendo, víboras que las víboras odiaran!
Frente a vosotros he visto la sangre de España levantarse para ahogaros en una sola ola de orgullo y de cuchillos!
Generales traidores: mirad mi casa muerta, mirad España rota: pero de cada casa muerta sale metal ardiendo en vez de flores, pero de cada hueco de España sale España, pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos, pero de cada crimen nacen balas que os hallar n un día el sitio del corazón.
Preguntaréis por qué su poesía no nos habla del sueño, de las hojas, de los grandes volcanes de su país natal?
Venid a ver la sangre por las calles, venid a ver la sangre por las calles, venid a ver la sangre por las calles!
Benedetti
Ahora todo está claro
Cuando el presidente carter se preocupa tanto de los derechos humanos parece evidente que en ese caso derecho no significa facultad o atributo o libre albedrío sino diestro o antizurdo o flanco opuesto al corazón lado derecho en fin
en consecuencia ¿no sería hora de que iniciáramos una amplia campaña internacional por los izquierdos humanos?
Espronceda
Elegía a la patria
¿Oís?, es el cañón. Mi pecho hirviendo El cántico de guerra entonará, Y al eco ronco del cañón venciendo, La lira del poeta sonará.
El pueblo ved que la orgullosa frente Levanta ya del polvo en que yacía, Arrogante en valor, omnipotente, Terror de la insolente tiranía. Rumor de voces siento, Y al aire miro deslumbrar espadas, Y desplegar banderas; Y retumban al son las escarpadas Rocas del Pirineo; Y retiemblan los muros De la opulenta Cádiz, y el deseo Crece en los pechos de vencer lidiando; Brilla en los rostros* el marcial contento, Y dondequiera generoso acento Se alza de patria y libertad tronando.
Al grito de la patria Volemos, compañeros, Blandamos los aceros Que intrépida nos da. A par en nuestros brazos Ufanos la ensalcemos Y al mundo proclamemos: “España es libre ya”. ¡Mirad, mirad en sangre, Y lágrimas teñidos Reír los forajidos, Gozar en su dolor! ¡Oh!, fin tan sólo ponga Su muerte a la contienda, Y cada golpe encienda Aún más nuestro rencor. ¡Oh siempre dulce patria Al alma generosa! ¡Oh siempre portentosa Magia de libertad! Tus ínclitos pendones Que el español tremola, Un rayo tornasola Del iris de la paz. En medio del estruendo Del bronce pavoroso, Tu grito prodigioso Se escucha resonar. Tu grito que las almas Inunda de alegría, Tu nombre que a esa impía Caterva hace temblar. ¿Quién hay, ¡oh compañeros!, Que al bélico redoble No sienta el pecho noble Con júbilo latir? Mirad centelleantes Cual nuncios ya de gloria, Reflejos de victoria Las armas despedir.
¡Al arma!, ¡al arma!, ¡mueran los carlistas! Y al mar se lancen con bramido horrendo De la infiel sangre caudalosos ríos, Y atónito contemple el océano Sus olas combatidas Con la traidora sangre enrojecidas.
Truene el cañón: el cántico de guerra, Pueblos ya libres, con placer alzad: Ved, ya desciende a la oprimida tierra, Los hierros a romper, la libertad.
Buesa
Amor prohibido
Solo tú y yo sabemos lo que ignora la gente al cambiar un saludo ceremonioso y frío, porque nadie sospecha que es falso tu desvío, ni cuánto amor esconde mi gesto indiferente.
Solo tú y yo sabemos porqué mi boca miente, relatando la historia de un fugaz amorío; y tú apenas me escuchas y yo no te sonrío… y aún nos arde en los labios algún beso reciente.
Solo tú y yo sabemos que existe una simiente germinando en la sombra de este surco vacío, porque su flor profunda no se ve, ni se siente.
Y así, las dos orillas, tu corazón y el mío, pues, aunque las separa la corriente de un río, por debajo del río se unen secretamente.
Las emociones nacen en un fondo de verdades y mentiras que se hacen parte de nosotros y que a través de nosotros se convierten en realidad. Lo normal es que salten donde menos se piensa y por eso merece la pena pensarlas mucho, intentar que se hermanen con nuestras razones y con nuestra razón. Las emociones separadas de la razón producen tantos monstruos como la razón distanciada de la responsabilidad ética de las emociones.
La semana pasada tuve la suerte de participar en una visita de respeto y homenaje a las tumbas de Antonio Machado y Manuel Azaña que organizó el presidente del Gobierno de España. Después de más de 40 años de Constitución democrática, era la primera vez que un presidente en ejercicio y en representación de la sociedad española viajaba a Colliure y Montauban para homenajear a dos símbolos decisivos del exilio republicano, es decir, de la legalidad española interrumpida por el golpe militar de 1936.
A lo largo de mi vida he visitado con emoción muchas tumbas de exiliados (escritores, políticos, soldados, niños…). Iba con mis sentimientos, mis colores, mis melancolías, mis sueños particulares. Pero en este viaje sentí la importancia de pasar de la primera persona del singular a la primera persona del plural. No era una melancolía personal, sino un reconocimiento oficial del presente político español lo que se acercaba a la tierra en la que descansan Azaña y Machado. Ese matiz me pareció lo mejor, lo más importante del viaje.
Por eso cobró gran valor el discurso que Pedro Sánchez pronunció en la playa de Argelès-sur-Mer, lugar convertido en campo de concentración por las autoridades francesas en 1939 para recibir a los miles de españoles que escapaban del fascismo. Al pedir perdón a los exiliados españoles y a las víctimas del golpe militar de 1936 por llegar con 40 años de retraso a Montauban, Colliure y Argelès, el presidente de Gobierno consiguió que la democracia española recuperase su puntualidad. Iba a escribir «y también su puntería», pero ni la memoria del pasado, ni la realidad del presente me permiten jugar de manera metafórica con las armas de fuego.
Las emociones, como digo, saltan de forma inesperada. Junto a las tumbas de Machado y Azaña había mucha gente. Los periodistas, los herederos del exilio, los curiosos, las autoridades locales y los visitantes formaban un pequeño tumulto. Era difícil sentir la emoción que suelen favorecer las soledades.
En medio del tumulto, tampoco me ofendieron –y la ofensa es un tipo de emoción– los gritos de algunos jóvenes independentistas catalanes que se acercaron a boicotear el acto. Resultaba curioso verlos, con una pinta de neonazis emocionados y reafirmados en su identidad, llamar fascistas a Nicolás Sánchez Albornoz, Paco Ibáñez, Ian Gibson, Rosa León y Almudena Grandes. Pero así es la historia con sus emociones y sus fundamentalismos: un joven bien alimentado por una democracia heredada puede considerarse con el derecho de llamar fascista a una persona de 93 años como Nicolás Sánchez Albornoz, detenido en los años 40 por su lucha contra la dictadura, fugitivo del campo de concentración de Cuelgamuros y exiliado durante décadas en Argentina y Estados Unidos.
En medio del tumulto, no me ofendieron los gritos desquiciados que nos llamaban fascistas en Argelès-sur-Mer. Para bien o para mal, he aprendido a elegir y meditar mis emociones, aunque a veces salten donde menos se piensa. De pronto me emocioné al ver a una anciana que, con un acento francés muy perceptible, levantaba la voz para gritar «Viva España». Aquella voz viva y desconocida me emocionó más que las tumbas admiradas. Un amigo de Toulouse me contó después que la anciana había salido al exilio en 1939 junto a su padre, un militante comunista de Almería que murió en 1940 en Argelès por culpa de una pulmonía. Uno más de los miles de españoles muertos por la dignidad de su país a causa de las heridas de guerra, las ejecuciones, el desamparo, la irracionalidad y el agotamiento. «Viva España», murmuré al pasar junto a ella, dispuesto a razonar mis emociones y a poner mis sentimientos al servicio de la igualdad y la dignidad humana, de nuevo en peligro por culpa del supremacismo y la extrema derecha populista de Europa.
Como le doy vueltas a todo, considero a veces que la facilidad con la que me emocionan los ancianos es un síntoma de que este tiempo que vivo ya no es el mío. Pero sigo dándole vueltas a las cosas y prefiero llegar a la conclusión de que cualquier tiempo es oportuno para la voluntad cívica de equilibrar las emociones y la razón democrática, o también la razón y las emociones democráticas. No podemos permitir que nada ni nadie nos hiele el corazón o nos queme la razón.
Se ha hecho muy conocida la respuesta que Albert Camus le dio en 1956 a un defensor de la independencia argelina al final de una rueda de prensa con ocasión de su premio Nobel. Cansado, envuelto en sensaciones de alegría y angustia, el escritor francés se encontró fuera de lugar discutiendo del derecho a la independencia de Argelia, la tierra donde había nacido, se había formado y había empezado a trabajar como periodista.
Sus crónicas argelinas fueron una arriesgada denuncia de las injusticias cometidas por el sistema colonial francés. Apoyó a los maltratados, se enfrentó a la justicia, convirtió su trabajo en una forma de compromiso cívico. Pero a lo largo del tiempo las cosas se fueron enredando, las causas se llenaron de barbaries, el relato de mentiras y el conflicto de complejidades. La voz que increpaba a Camus en la rueda de prensa llegaba a justificar lo injustificable, el uso de la violencia y los atentados contra objetivos civiles en una ciudad en la que vivía la madre del escritor. Entonces fue cuando respondió: si para usted eso es la justicia, entre la justicia y mi madre me quedo con mi madre.
No se trataba tanto de desautorizar la justicia, sino de cuestionar la facilidad con la que se utilizan las bellas palabras para defender lo indefendible. Y, sobre todo, se trataba de oponer una experiencia sentimental lógica contra la irracionalidad de los sentimientos. Allí donde no llegan las razones, sólo nos quedan los sentimientos razonables.
Hubo épocas en las que se hablaba con naturalidad de tensión revolucionaria porque parecía posible transformar el mundo. Y la verdad es que se cambiaron muchas cosas. Vivimos ahora tiempos de tensión democrática, es decir, de una lucha descarada entre los que quieren mantener la lógica democrática y los que intentan asaltarla, bien con las consignas desreguladoras del neoliberalismo, que lo deja todo en manos de los poderes salvajes del dinero, bien con el regreso a las tentaciones totalitarias que juegan con el miedo de las identidades a desvanecerse en el abismo de esa desregulación. Por eso es importante reconocer a nuestra madre, la madre de la democracia, los valores decisivos de una convivencia basada en la libertad, la igualdad y la fraternidad. Y una vez recordados esos valores, quedarnos con ellos contra los diversos griteríos en nombre de unas pretendidas justicias vengativas. Para seguir con Camus, para cambiar nuestro mundo, primero tenemos que procurar que no se deshaga.
Es la única manera de poner pie en la realidad. Creo que hay dos aspectos fundamentales en juego, aspectos que se enlazan entre sí en la sociedad del neoliberalismo del espectáculo. En primer lugar, es necesario comprender que el desplazamiento a territorios cercanos al viejo fascismo se hace posible cuando la fractura social desampara a las mayorías en favor de unas élites cada vez más ambiciosas. Los datos económicos del reparto actual de la riqueza están ahí y nos permiten comprender que los derechos humanos se hayan convertido en un privilegio de las clases medias acomodadas. Los barrios obreros de Río de Janeiro, Washington, París o Milán se desplazan al racismo y al fascismo porque no hay un Estado que cuide de ellos y que asuma unas normas de juego capaces de equilibrar la convivencia. Nada defiende mejor la democracia que una política fiscal justa y una legislación laboral decente.
La otra exigencia para poner los pies en la realidad es la comprensión de que cuando decimos que la política de hoy se hace en las redes sociales estamos diciendo una verdad a medias. No se trata de desconocer la capacidad manipuladora y los filtros que se han apoderado de las redes para arrebatarnos la condición cívica y convertirnos en narcisos manipulables. Se trata de comprender que la respuesta democrática no puede darse sólo en el territorio de las redes, sino en la vida de carne y hueso que produce experiencias reales. Ahí es donde se está dando la batalla que conduce a la gente a identificarse con sentimientos irracionales y antidemocráticos.
Nos engañamos al pensar que la gente vota por las noticias, las calumnias y las gracietas virtuales que se reciben a través de las redes. Estos sermones mediáticos son una lluvia que cae sobre realidades. Sólo germinan cuando encuentran una tierra preparada. Es ahí donde hay que fijar la discusión: por ejemplo, con una legislación fiscal y unas propuestas laborales de marcada voluntad democrática.
Ese es el reto para el largo plazo y para la cita en corto de las próximas elecciones. La derecha trifálica se ha equivocado abandonándose al furor de su guerra mediática de consignas machistas en busca de un puñado de votos. Por un puñado de votos soncapaces de vender a su madre. No se han dado cuenta de que, más allá de las redes y las consignas de corte totalitario, hay una importante realidad española que se ha acostumbrado a creer en la igualdad entre hombres y mujeres. Nuestra sociedad no está ahora en condiciones de admitir un machismo cavernario.
Eso nos da una oportunidad real en la tensión democrática. Llevar esas oportunidades también al mundo del trabajo es imprescindible para completar la defensa de nuestra madre.
¡Amables lectoras y lectores, Loli Lopesino mi gran Amiga entrañable desde hace años, incansable luchadora social, escritora, blogera sobresaliente…una hermosa Mujer española ciudadana del mundo muy querida, publicó en su Blog Comienzo de 0 el 28 de septiembre de 2017 el excelente post que hoy de nuevo les comparto.
Es una verdadera joya ésta publicación de Comienza de 0 en todos los aspectos, muy completa, te mantiene atento y feliz su muy amena lectura en español escuchándola cantada en italiano; una maravilla de verdad. No queda duda de que siempre habrá algo nuevo que aprender de Don Quijote y de Sancho Panza…
¡La Ética en Él Quijote!
Conocí a Guccini cuando vivía en Milano, Italia, por su albúm Radici. Me enamoró una de sus canciones contenidas y más conocidas: La locomotiva. –Inspirada en un hecho real tiene como protagonista al anarquista Pietro Rigosi… Guccini reflexiona sobre temas como la libertad, la justicia social, la igualdad, la lucha de clase… En varias ocasiones declaró haber escrito el largo texto de la canción en unos veinte minutos. Aunque este post, va de: Molinos…
DON CHISCIOTTE
Don Quijote He leído muchísimas historias de caballeros andantes, de empresas y victorias de justos sobre prepotentes como para quedarme más tiempo recluido con mis libros en esta habitación como un cobarde ocioso, sordo a los sufrimientos. En el mundo hoy más que nunca domina la injusticia, pero de heroicos caballeros ya no tenemos noticias; precisamente por esto, Sancho, hay necesidad sobretodo de un arrojo generoso, aunque sea un sueño loco. Ve y tráeme mi silla, que mi empeño valeroso lo he prometido a mi bella, Dulcinea del Toboso y a ti Sancho te prometo que ganarás un castillo pero una negativa no la acepto: “¡Vamos, ensillame el caballo!” Tú serás mi escudero, mi sombra confortante y con este corazón puro, con mi escudo y Rocinante golpearé con mi lanza la injusticia día y noche como es verdad en La Mancha que me llamo Don Quijote.
Sancho Panza Este loco no está bien, necesita un médico; Contradecirlo no conviene, nunca está de buen humor. Es la más triste figura que haya aparecido sobre la tierra, caballero sin miedo de una solitaria guerra comenzada por amor de una mujer conocida en una posada por horas donde ejerce la prostitución pero creyendo haber visto una verdadera princesa él ha querido a toda costa hacerle esa promesa suya. Y así desde hace días nos dan solo puntapiés, no sabemos dónde estamos, sin pan y sin agua y este loco de remate que es el más ingenuo de los niños justo ayer se tronchó entre las aspas de los molinos. Es un testarudo, un idealista, demasiados sueños tiene en su cabeza; yo que soy más realista me acontento con un castillo. Me hará gobernador y tendré tierras en abundancia como es verdad que también yo tengo un corazón y que me llamo Sancho Panza.
Don Quijote Ponte en pie rápido Sancho es tarde, no querrás dormir aún. Sólo los cínicos y los cobardes no se despiertan a la Aurora. Para los primeros es indiferencia y desprecio de los valores y para los otros es reticiencia ante sus debereres. La injusticia no es el único mal que debora al mundo también el Alma del hombre ha tocado a menudo fondo pero debemos darnos prisa ya que cuanto más tiempo pasa el enemigo se oculta más y se embrolla la madeja.
Sancho Panza A propósito de este ocultarse de las cosas, el otro día cuando vió esas ovejas indefensas las atacó como si fueran un ejército de Moros pero que al final nos mordieron los perros y también los pastores fue claro como el día; ¿no es verdad, mi señor? ¡Yo seré un cobarde y duermo, pero no soy un traidor! ¡Creo solo en lo que veo y la realidad para mi continua siendo el único metro que poseo como es verdad que ahora tengo hambre!
Don Quijote Sancho escúchame te lo ruego, he sido también yo un realista pero hoy ya me da igual y aunque tengo una buena vista la apariencia de las cosas como ves no me engaña prefiero las sorpresas de este alma tirana que transforma con sus trucos la realidad que tienes ahí delante pero que te abre nuevos ojos y te enciende los sentimientos. Hasta ayer me aburría y quería incluso morir pero hoy soy un hombre nuevo que no teme sufrir.
Sancho Panza Mi señor, yo por desgracia soy un pobre ignorante pero aún admitiendo que la valentía me borre la pereza ¿lograremos nostros solos, instaurar nuevamente la justicia? En un mundo donde el mal es de casa y ha triunfado siempre donde reina el Capital hoy más despiadadamente ¿logrará con este rocín y este inútil escudero al Poder dar jaque y salvar al mundo entero?
Don Quijote ¿Insinuas querido Sancho que debería echarme para atrás porque el Mal y el Poder tienen un aspecto tan tétrico? ¿Debería también renunciar a un poco de dignidad, ser modesto y aceptar que es esta la Realidad?
Don Quijote y SanchoPanza El Poder es la inmundicia de la historia de los humanos y aunque seamos solo dos romanticas quincallas escupiremos el corazón a la cara de la injusticia día y noche somos los grandes de la Mancha ¡Sancho Panza y Don Quijote!
En la parte más alta de la ciudad, sobre una gran columna, se alzaba la estatua del Príncipe Feliz.
Estaba toda revestida de madreselva de oro fino. Tenía, a guisa de ojos, dos centelleantes zafiros y un gran rubí rojo ardía en el puño de su espada. Por todo lo cual era muy admirada.
-Es tan hermoso como una veleta -observó uno de los miembros del Concejo que deseaba granjearse una reputación de conocedor en el arte- . Ahora, que no es tan útil -añadió, temiendo que le tomaran por un hombre poco práctico, cosa que, en realidad, no era.
-¿Por qué no eres como el Príncipe Feliz? -preguntaba una madre cariñosa a su hijito, que pedía la luna-. El Príncipe Feliz no hubiera pensado nunca en pedir nada a voz en grito.
-Me hace dichoso ver que hay en el mundo alguien que es completamente feliz -murmuraba un hombre fracasado, contemplando la estatua maravillosa.
-Verdaderamente parece un ángel -decían los niños hospicianos al salir de la catedral, vestidos con sus soberbias capas escarlatas y sus bonitas chaquetas blancas.
-¿En qué lo conocéis -replicaba el profesor de matemáticas- si no habéis visto uno nunca?
-¡Oh! Los hemos visto en sueños -respondieron los niños.
Y el profesor de matemáticas fruncía las cejas, adoptando un severo aspecto, porque no podía aprobar que unos niños se permitiesen soñar.
Una noche voló una golondrinita sin descanso hacia la ciudad. Seis semanas antes habían partido sus amigas para Egipto; pero ella se quedó atrás.
Estaba enamorada del más hermoso de los juncos. Lo encontró al comienzo de la primavera, cuando volaba sobre el río persiguiendo a una gran mariposa amarilla, y su talle esbelto la atrajo de tal modo, que se detuvo para hablarle.
-¿Quieres que te ame? -dijo la Golondrina, que no se andaba nunca con rodeos. Y el Junco le hizo un profundo saludo.
Entonces la Golondrina revoloteó a su alrededor rozando el agua con sus alas y trazando estelas de plata. Era su manera de hacer la corte. Y así transcurrió todo el verano.
-Es un enamoramiento ridículo -gorjeaban las otras golondrinas-. Ese Junco es un pobretón y tiene realmente demasiada familia. Y en efecto, el río estaba todo cubierto de juncos.
Cuando llegó el otoño, todas las golondrinas emprendieron el vuelo. Una vez que se fueron sus amigas, sintióse muy sola y empezó a cansarse de su amante.
-No sabe hablar -decía ella-. Y además temo que sea inconstante porque coquetea sin cesar con la brisa. Y realmente, cuantas veces soplaba la brisa, el Junco multiplicaba sus más graciosas reverencias.
-Veo que es muy casero -murmuraba la Golondrina-. A mí me gustan los viajes. Por lo tanto, al que me ame, le debe gustar viajar conmigo.
-¿Quieres seguirme? -preguntó por último la Golondrina al Junco. Pero el Junco movió la cabeza. Estaba demasiado atado a su hogar.
-¡Te has burlado de mí! -le gritó la Golondrina-. Me marcho a las Pirámides. ¡Adiós! Y la Golondrina se fue. Voló durante todo el día y al caer la noche llegó a la ciudad.
-¿Dónde buscaré un abrigo? -se dijo-. Supongo que la ciudad habrá hecho preparativos para recibirme. Entonces divisó la estatua sobre la columna.
-Voy a cobijarme allí -gritó- El sitio es bonito. Hay mucho aire fresco. Y se dejó caer precisamente entre los pies del Príncipe Feliz.
-Tengo una habitación dorada -se dijo quedamente, después de mirar en torno suyo. Y se dispuso a dormir.
Pero al ir a colocar su cabeza bajo el ala, he aquí que le cayó encima una pesada gota de agua.
-¡Qué curioso! -exclamó-. No hay una sola nube en el cielo, las estrellas están claras y brillantes, ¡y sin embargo llueve! El clima del norte de Europa es verdaderamente extraño. Al Junco le gustaba la lluvia; pero en él era puro egoísmo. Entonces cayó una nueva gota.
-¿Para qué sirve una estatua si no resguarda de la lluvia? -dijo la Golondrina-. Voy a buscar un buen copete de chimenea. Y se dispuso a volar más lejos. Pero antes de que abriese las alas, cayó una tercera gota. La Golondrina miró hacia arriba y vio… ¡Ah, lo que vio!
Los ojos del Príncipe Feliz estaban arrasados de lágrimas, que corrían sobre sus mejillas de oro. Su faz era tan bella a la luz de la luna, que la Golondrinita sintióse llena de piedad.
-¿Quién sois? -dijo.
-Soy el Príncipe Feliz.
-Entonces, ¿por qué lloriqueáis de ese modo? -preguntó la Golondrina- . Me habéis empapado casi.
-Cuando estaba yo vivo y tenía un corazón de hombre -repitió la estatua-, no sabía lo que eran las lágrimas porque vivía en el Palacio de la Despreocupación, en el que no se permite la entrada al dolor. Durante el día jugaba con mis compañeros en el jardín y por la noche bailaba en el gran salón. Alrededor del jardín se alzaba una muralla altísima, pero nunca me preocupó lo que había detrás de ella, pues todo cuanto me rodeaba era hermosísimo. Mis cortesanos me llamaban el Príncipe Feliz y, realmente, era yo feliz, si es que el placeres la felicidad. Así viví y así morí y ahora que estoy muerto me han elevado tanto, que puedo ver todas las fealdades y todas las miserias de mi ciudad, y aunque mi corazón sea de plomo, no me queda más recurso que llorar.
«¡Cómo! ¿No es de oro de ley?», pensó la Golondrina para sus adentros, pues estaba demasiado bien educada para hacer ninguna observación en voz alta sobre las personas.
-Allí abajo -continuó la estatua con su voz baja y musical-, allí abajo, en una callejuela, hay una pobre vivienda. Una de sus ventanas está abierta y por ella puedo ver a una mujer sentada ante una mesa.
Su rostro está enflaquecido y ajado. Tiene las manos hinchadas y enrojecidas, llenas de pinchazos de la aguja, porque es costurera. Borda pasionarias sobre un vestido de raso que debe lucir, en el próximo baile de corte, la más bella de las damas de honor de la Reina. Sobre un lecho, en el rincón del cuarto, yace su hijito enfermo. Tiene fiebre y pide naranjas. Su madre no puede darle más que agua del río. Por eso llora. Golondrina, Golondrinita, ¿no quieres llevarla el rubí del puño de mi espada? Mis pies están sujetos al pedestal, y no me puedo mover.
-Me esperan en Egipto -respondió la Golondrina-. Mis amigas
revolotean de aquí para allá sobre el Nilo y charlan con los grandes lotos. Pronto irán a dormir al sepulcro del Gran Rey. El mismo Rey está allí en su caja de madera, envuelto en una tela amarilla y embalsamado con sustancias aromáticas. Tiene una cadena de jade verde pálido alrededor del cuello y sus manos son como unas hojas secas.
-Golondrina, Golondrina, Golondrinita – dijo el Príncipe-, ¿no te quedarás conmigo una noche y serás mi mensajera? ¡Tiene tanta sed el niño y tanta tristeza la madre!
-No creo que me agraden los niños -contestó la Golondrina-. El invierno último, cuando vivía yo a orillas del río, dos muchachos mal educados, los hijos del molinero, no paraban un momento en tirarme piedras. Claro es que no me alcanzaban. Nosotras las golondrinas, volamos demasiado bien para eso y además yo pertenezco a una familia célebre por su agilidad; mas, a pesar de todo, era una falta de respeto. Pero la mirada del Príncipe Feliz era tan triste que la Golondrinita se quedó apenada.
-Mucho frío hace aquí -le dijo-; pero me quedaré una noche con vos y seré vuestra mensajera.
-Gracias, Golondrinita -respondió el Príncipe.
Entonces la Golondrinita arrancó el gran rubí de la espada del Príncipe y llevándolo en el pico, voló sobre los tejados de la ciudad. Pasó sobre la torre de la catedral, donde había unos ángeles esculpidos en mármol blanco. Pasó sobre el palacio real y oyó la música de baile. Una bella muchacha apareció en el balcón con su novio.
-¡Qué hermosas son las estrellas -la dijo- y qué poderosa es la fuerza del amor!
-Querría que mi vestido estuviese acabado para el baile oficial – respondió ella-. He mandado bordar en él unas pasionarias ¡pero son tan perezosas las costureras!
Pasó sobre el río y vio los fanales colgados en los mástiles de los barcos. Pasó sobre el ghetto y vio a los judíos viejos negociando entre ellos y pesando monedas en balanzas de cobre.
Al fin llegó a la pobre vivienda y echó un vistazo dentro. El niño se agitaba febrilmente en su camita y su madre habíase quedado dormida de cansancio.
La Golondrina saltó a la habitación y puso el gran rubí en la mesa, sobre el dedal de la costurera. Luego revoloteó suavemente alrededor del lecho, abanicando con sus alas la cara del niño.
-¡Qué fresco más dulce siento! -murmuró el niño-. Debo estar mejor. Y cayó en un delicioso sueño.
-¡Qué fresco más dulce siento! -murmuró el niño-. Debo estar mejor. Y cayó en un delicioso sueño.
Entonces la Golondrina se dirigió a todo vuelo hacia el Príncipe Feliz y le contó lo que había hecho.
-Es curioso -observa ella-, pero ahora casi siento calor, y sin embargo, hace mucho frío. Y la Golondrinita empezó a reflexionar y entonces se durmió. Cuantas veces reflexionaba se dormía. Al despuntar el alba voló hacia el río y tomó un baño.
-¡Notable fenómeno! -exclamó el profesor de ornitología que pasaba por el puente-. ¡Una golondrina en invierno!
Y escribió sobre aquel tema una larga carta a un periódico local. Todo el mundo la citó. ¡Estaba plagada de palabras que no se podían comprender!…
-Esta noche parto para Egipto -se decía la Golondrina. Y sólo de pensarlo se ponía muy alegre.
Visitó todos los monumentos públicos y descansó un gran rato sobre la punta del campanario de la iglesia. Por todas parte adonde iba piaban los gorriones, diciéndose unos a otros:
-¡Qué extranjera más distinguida!
Y esto la llenaba de gozo. Al salir la luna volvió a todo vuelo hacia el Príncipe Feliz.
-¿Tenéis algún encargo para Egipto? -le gritó-. Voy a emprender la marcha.
-Golondrina, Golondrina, Golondrinita -dijo el Príncipe-, ¿no te quedarás otra noche conmigo?
-Me esperan en Egipto -respondió la Golondrina-. Mañana mis amigas volarán hacia la segunda catarata. Allí el hipopótamo se acuesta entre los juncos y el dios Memnón se alza sobre un gran trono de granito. Acecha a las estrellas durante la noche y cuando brilla Venus, lanza un grito de alegría y luego calla. A mediodía, los rojizos leones bajan a beber a la orilla del río. Sus ojos son verdes aguamarinas y sus rugidos más atronadores que los rugidos de la catarata.
-Golondrina, Golondrina, Golondrinita -dijo el Príncipe-, allá abajo, al otro lado de la ciudad, veo a un joven en una buhardilla. Está inclinado sobre una mesa cubierta de papeles y en un vaso a su lado hay un ramo de violetas marchitas. Su pelo es negro y rizoso y sus labios rojos como granos de granada. Tiene unos grandes ojos soñadores. Se esfuerza en terminar una obra para el director del teatro, pero siente demasiado frío para escribir más. No hay fuego ninguno en el aposento y el hambre le ha rendido.
-Me quedaré otra noche con vos -dijo la Golondrina, que tenía realmente buen corazón-. ¿Debo llevarle otro rubí?
-¡Ay! No tengo más rubíes -dijo el Príncipe-. Mis ojos es lo único que me queda. Son unos zafiros extraordinarios traídos de la India hace un millar de años. Arranca uno de ellos y llévaselo. Lo venderá a un joyero, se comprará alimento y combustible y concluirá su obra.
-Amado Príncipe -dijo la Golondrina-, no puedo hacer eso. Y se puso a llorar.
-¡Golondrina, Golondrina, Golondrinita! -dijo el Príncipe-. Haz lo que te pido.
Entonces la Golondrina arrancó el ojo del Príncipe y voló hacia la buhardilla del estudiante. Era fácil penetrar en ella porque había un agujero en el techo. La Golondrina entró por él como una flecha y se encontró en la habitación.
El joven tenía la cabeza hundida en sus manos. No oyó el aleteo del pájaro y cuando levantó la cabeza, vio el hermoso zafiro colocado sobre las violetas marchitas.
-Empiezo a ser estimado -exclamó-. Esto proviene de algún rico admirador. Ahora ya puedo terminar la obra. Y parecía completamente feliz.
Al día siguiente la Golondrina voló hacia el puerto.
Descansó sobre el mástil de un gran navío y contempló a los marineros que sacaban enormes cajas de la cala tirando de unos cabos.
-¡Ah, iza! -gritaban a cada caja que llegaba al puente.
-¡Me voy a Egipto! -les gritó la Golondrina. Pero nadie le hizo caso, y al salir la luna, volvió hacia el Príncipe Feliz.
-He venido para deciros adiós -le dijo.
-¡Golondrina, Golondrina, Golondrinita! -exclamó el Príncipe-. ¿No te quedarás conmigo una noche más?
-Es invierno -replicó la Golondrina- y pronto estará aquí la nieve glacial. En Egipto calienta el sol sobre las palmeras verdes. Los cocodrilos, acostados en el barro, miran perezosamente a los árboles, a orillas del río. Mis compañeras construyen nidos en el templo de Baalbeck. Las palomas rosadas y blancas las siguen con los ojos y se arrullan. Amado Príncipe, tengo que dejaros, pero no os olvidaré nunca y la primavera próxima os traeré de allá dos bellas piedras preciosas con que sustituir las que disteis. El rubí será más rojo que una rosa roja y el zafiro será tan azul como el océano.
-Allá abajo, en la plazoleta -contestó el Príncipe Feliz-, tiene su puesto una niña vendedora de cerillas. Se le han caído las cerillas al arroyo, estropeándose todas. Su padre le pegará si no lleva algún dinero a casa, y está llorando. No tiene ni medias ni zapatos y lleva la cabecita al descubierto. Arráncame el otro ojo, dáselo y su padre no le pegará.
-Pasaré otra noche con vos -dijo la Golondrina-, pero no puedo arrancaros el ojo porque entonces os quedaríais ciego del todo.
-¡Golondrina, Golondrina, Golondrinita! -dijo el Príncipe-. Haz lo que te mando.
Entonces la Golondrina volvió de nuevo hacia el Príncipe y emprendió el vuelo llevándoselo.
Se posó sobre el hombro de la vendedorcita de cerillas y deslizó la joya en la palma de su mano.
-¡Qué bonito pedazo de cristal! -exclamó la niña, y corrió a su casa muy alegre.
Entonces la Golondrina volvió de nuevo hacia el Príncipe.
-Ahora estáis ciego. Por eso me quedaré con vos para siempre.
-No, Golondrinita -dijo el pobre Príncipe-. Tienes que ir a Egipto.
-Me quedaré con vos para siempre -dijo la Golondrina.
Y se durmió entre los pies del Príncipe. Al día siguiente se colocó sobre el hombro del Príncipe y le refirió lo que habla visto en países extraños. Le habló de los ibis rojos que se sitúan en largas filas a orillas del Nilo y pescan a picotazos peces de oro; de la esfinge, que es tan vieja como el mundo, vive en el desierto y lo sabe todo; de los mercaderes que caminan lentamente junto a sus camellos, pasando las cuentas de unos rosarios de ámbar en sus manos; del rey de las montañas de la Luna, que es negro como el ébano y que adora un gran bloque de cristal; de la gran serpiente verde que duerme en una palmera y a la cual están encargados de alimentar con pastelitos de miel veinte sacerdotes; y de los pigmeos que navegan por un gran lago sobre anchas hojas aplastadas y están siempre en guerra con las mariposas.
-Querida Golondrinita -dijo el Príncipe-, me cuentas cosas maravillosas, pero más maravilloso aún es lo que soportan los hombres y las mujeres. No hay misterio más grande que la miseria. Vuela por mi ciudad, Golondrinita, y dime lo que veas.
Entonces la Golondrinita voló por la gran ciudad y vio a los ricos que se festejaban en sus magníficos palacios, mientras los mendigos estaban sentados a sus puertas.
Voló por los barrios sombríos y vio las pálidas caras de los niños que se morían de hambre, mirando con apatía las calles negras. Bajo los arcos de un puente estaban acostados dos niñitos abrazados uno a otro para calentarse.
– ¡Qué hambre tenemos! -decían.
-¡No se puede estar tumbado aquí! -les gritó un guardia.
Y se alejaron bajo la lluvia.
Entonces la Golondrina reanudó su vuelo y fue a contar al Príncipe lo que había visto.
-Estoy cubierto de oro fino -dijo el Príncipe-; despréndelo hoja por hoja y dáselo a mis pobres. Los hombres creen siempre que el oro puede hacerlos felices.
Hoja por hoja arrancó la Golondrina el oro fino hasta que el Príncipe Feliz se quedó sin brillo ni belleza.
Hoja por hoja lo distribuyó entre los pobres, y las caritas de los niños se tornaron nuevamente sonrosadas y rieron y jugaron por la calle.
-¡Ya tenemos pan! -gritaban.
Entonces llegó la nieve y después de la nieve el hielo.
Las calles parecían empedradas de plata por lo que brillaban y relucían. Largos carámbanos, semejantes a puñales de cristal, pendían de los tejados de las casas. Todo el mundo se cubría de pieles y los niños llevaban gorritos rojos y patinaban sobre el hielo.
La pobre Golondrina tenía frío, cada vez más frío, pero no quería abandonar al Príncipe: le amaba demasiado para hacerlo.
Picoteaba las migas a la puerta del panadero cuando éste no la veía, e intentaba calentarse batiendo las alas.
Pero, al fin, sintió que iba a morir. No tuvo fuerzas más que para volar una vez más sobre el hombro del Príncipe.
-¡Adiós, amado Príncipe! -murmuró-. Permitid que os bese la mano.
-Me da mucha alegría que partas por fin para Egipto, Golondrina -dijo el Príncipe-. Has permanecido aquí demasiado tiempo. Pero tienes que besarme en los labios porque te amo.
-No es a Egipto adonde voy a ir -dijo la Golondrina-. Voy a ir a la morada de la Muerte. La Muerte es hermana del Sueño, ¿verdad? Y besando al Príncipe Feliz en los labios, cayó muerta a sus pies.
En el mismo instante sonó un extraño crujido en el interior de la estatua, como si se hubiera roto algo.
El hecho es que su corazón de plomo se había partido en dos. Realmente hacia un frío terrible.
A la mañana siguiente, muy temprano, el alcalde se paseaba por la plazoleta con dos concejales de la ciudad.
Al pasar junto al pedestal, levantó sus ojos hacia la estatua.
-¡Dios mío! -exclamó-. ¡Qué andrajoso parece el Príncipe Feliz!
-¡Sí, está verdaderamente andrajoso! -dijeron los concejales de la ciudad, que eran siempre de la opinión del alcalde.
Y levantaron ellos mismos la cabeza para mirar la estatua.
-El rubí de su espada se ha caído y ya no tiene ojos, ni es dorado – dijo el alcalde- En resumidas cuentas, que está lo mismo que un pordiosero.
-¡Lo mismo que un pordiosero! -repitieron a coro los concejales.
-Y tiene a sus pies un pájaro muerto -prosiguió el alcalde-. Realmente habrá que promulgar un bando prohibiendo a los pájaros que mueran aquí.
Y el secretario del Ayuntamiento tomó nota para aquella idea. Entonces fue derribada la estatua del Príncipe Feliz.
-¡Al no ser ya bello, de nada sirve! -dijo el profesor de estética de la Universidad.
Entonces fundieron la estatua en un horno y el alcalde reunió al Concejo en sesión para decidir lo que debía hacerse con el metal.
-Podríamos -propuso- hacer otra estatua. La mía, por ejemplo.
-O la mía -dijo cada uno de los concejales.
Y acabaron disputando.
-¡Qué cosa más rara! -dijo el oficial primero de la fundición-. Este corazón de plomo no quiere fundirse en el horno; habrá que tirarlo como deshecho.
Los fundidores lo arrojaron al montón de basura en que yacía la golondrina muerta.
-Tráeme las dos cosas más preciosas de la ciudad -dijo Dios a uno de sus ángeles.
Y el ángel se llevó el corazón de plomo y el pájaro muerto.
-Has elegido bien -dijo Dios-. En mi jardín del Paraíso este pajarillo cantará eternamente, y en mi ciudad de oro el Príncipe Feliz repetirá mis alabanzas.
El respeto a la figura ética y literaria de Machado hizo que durante muchos años, sobre todo en la posguerra más dura, sus seguidores le llamaran don Antonio. Era una forma discreta de identificarse con la cultura que había sido arrasada por el golpe de Estado de 1936. Cuando la Victoria sucedió a la guerra con la soberbia de un intratable mundo cuartelero, el recuerdo de don Antonio suponía un modo de añorar la dignidad cívica perdida.
Conforme se iba naturalizando la vida democrática, la cultura pasó del don al tuteo. Antonio Machado fue el poeta nacional que aportaba emociones líricas en cualquier educación sentimental. Los cantautores, los escritores, los políticos, los periodistas, los melancólicos y los enamorados han tenido muchas citas que llevarse a la boca para referirse a las Españas que hielan el corazón o a los caminos que se hacen al andar.
Está bien, la intimidad poética permite el tuteo, Machado es un poeta de todos, porque él mismo se encargó de superar el esteticismo para escribir de manera rigurosa, pero como se habla en la calle, con un lenguaje y una sentimentalidad que se entienden como patrimonio común. Según sentencia de los tiempos, ahora se pasa del tuteo al tuiteo. Con motivo de los 80 años de su muerte, las redes sociales se han llenado de citas y comentarios de Machado.
Vivimos una época que cada vez se aleja más de los tiempos humanos, todo es efímero, hay pocas cosas a las que agarrarse, y parece un consuelo tener redes en las que sostenerse y decir aquí estoy, este es mi saludo, tengo unas palabras. La comunicación se convierte en un deseo de socorro que esconde con prepotencia la fragilidad. Todo el mundo tiene algo que decir y se lanzan mensajes como el náufrago solitario lanza señales de humo desde su isla.
La polémica resulta inevitable con frecuencia. Porque si todo el mundo tiene algo que decir, también hay un reducido y privilegiado grupo de gente que tiene algo que hacer. Como es lógico, ha llamado la atención que algunos políticos que se manifiestan y pactan con la extrema derecha, que desprecian la memoria histórica y todavía no consideran oportuno sacar los restos del dictador de un monumento de Estado, se dediquen a tutear y tuitear a don Antonio, una de las víctimas más significativas de la violencia franquista.
Y no es sólo que Antonio Machado se viese en la obligación de morir en el exilio el 22 de febrero de 1939, después de soportar casi tres años de guerra devastadora, es que la lección ética de su poesía y el pensamiento vivo de su Juan de Mairena suponen una contundente respuesta a la degradación democrática y a los brotes de identidades cerradas y totalitarismos que se extienden en Europa por culpa de una derecha que no duda en acercarse a los extremos de la intolerancia. Lo que más duele es que esa derecha ataque la mayor esperanza de don Antonio: la dignidad y la sabiduría del pueblo, una razón que ahora está perdiendo su experiencia del dolor compartido y la solidaridad, infectada por un populismo de consignas identitarias. Mandan los relatos del clasismo y la telebasura.
Pero me gustaría aclarar que lo raro no es que la derecha cite a Machado. El poeta es patrimonio de una cultura común. En un marco de convivencia democrática, un conservador o un progresista tienen el mismo derecho a emocionarse con el recuerdo de Machado. Lo verdaderamente raro es que en España no exista una derecha democrática capaz de sentir por el franquismo y sus crueldades el mismo desprecio que una conciencia de izquierdas. El impudor con el que se reúne la derecha para agitar los fantasmas del fascismo en nombre de su identidad nacional es lo que convierte en una paradoja ofensiva su tuiteo de Antonio Machado.
La desgracia del exilio de Machado, la ejecución de García Lorca o la muerte en la cárcel de Miguel Hernández representan a miles de españoles perseguidos por la barbarie. María Zambrano o María Teresa León son patrimonio de toda una comunidad de diversas ideologías, pero en esa comunidad sobran las tentaciones totalitarias que acabaron con la España que dio sentido a sus vidas y sus palabras.
¿Se hace camino al andar? Después de 40 años de caminar en democracia, esa es la pregunta. El mejor homenaje que se le puede hacer a don Antonio Machado está en manos de la derecha. Se trata de sacar los debates de la memoria histórica de la crispación política, asumir que la cultura democrática es una lección compartida y negarse a alimentar las nuevas formas de odio y violencia que están manchando los corazones de sus seguidores. No use a Machado nadie que ofrezca la maldad como sostén en los mundos efímeros. El odio es algo más que una pompa de jabón.
Las multitudes son un conjunto de soledades, escribió Baudelaire. La multiplicación de habitantes en las grandes urbes favorecía el anonimato. Además de pasear por los nuevos bulevares del París decimonónico, Baudelaire tenía domicilio en esa ciudad inagotable e íntima que es la literatura, y había leído a Poe. Su cuento El hombre de la multitud ilumina la historia de un individuo que camina a lo largo del día entre cientos de personas desconocidas sin hablar con nadie y sin tener a donde ir. No se equivocaba Pasolini al decirnos que nada es más solitario que una muchedumbreen una plaza del siglo XX.
Federico García Lorca también escribió sobre esta experiencia en Poeta en Nueva York. La vida moderna sufre el desarraigo, la pérdida de identidad, el desamparo, porque vivimos entre gente sin vínculos, vecinos que desconocen su nombre y sus vidas, ascensores o escaleras sin saludos, supermercados sin alma. Cada verso de su libro reconocía la metáfora de la multitud que orina, la multitud que vomita, la multitud que ignora el dolor de la parturienta y la agonía del niño, la multitud en paro, la multitud desquiciada.
Pero en el poema Grito hacia Roma, una maldición contra la Iglesia Católica que traiciona el amor cristiano por su ambición de poder y de represión, García Lorca vivió el deseo de una multitud sin soledades, hermanada por el amor, la justicia y la libertad.
El pasado viernes, 8 de marzo, Madrid fue una multitud sin soledades, un acto de amor, una ciudad que pudo saludarse y reconocerse, un gentío que quiso cuidar sus palabras. ¿Qué palabras? Me hice esa pregunta en la calle de Alcalá, muy cerca de la Plaza de la Cibeles, en medio de miles de cuerpos que no podían dar un paso porque todo estaba lleno de rostros, espaldas, ilusiones compartidas y palabras.
No se trataba sólo de defender la palabra igualdad. Muchas de las personas que estaban allí han exigido durante años la igualdad. No se trataba sólo de la fraternidad, la libertad y la justicia social. Se trataba de afirmar algo más preciso y sin edades en la coyuntura actual: palabras como familia, maternidad, amor y trabajo también nos pertenecen, es decir, que las grandes palabras históricas son inseparables de la vida cotidiana. No podemos dejar el vocabulario de los sentimientos en manos de las ideologías que fundan su dominio en la represión y el odio.
La vida democrática necesita unir las razones con las emociones, la tecnología con la conciencia ética del humanismo, la institución con la calle, la Historia con la Vida. Quien renuncia a cualquiera de las opciones facilita la quiebra de la convivencia. ¿Es usted partidaria de la familia?, le preguntaba la Cibeles a la multitud, mirando de reojo a Colón. Por supuesto que sí, contestaba la multitud, y partidaria de la maternidad, y por eso soy partidaria de que el Estado asegure la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, el reparto de los cuidados, el amor sin dominios ni humillaciones, la conciliación laboral. Por eso estoy en contra de la brecha salarial.
¿Y en contra de la mercantilización de los cuerpos? ¿Lo decía la multitud? A mí me gustaría pensar que sí, porque una discusión sobre la palabra libertad también es imprescindible para unir Historia y Vida, naturaleza y justicia, emoción y razón. La libertad no puede confundirse con la potestad del cliente de consumir y comprar lo que quiera. La libertad es la construcción de un marco social en el que todas las personas puedan realizarse en condiciones de igualdad y sin verse obligadas a poner en venta su dignidad y su cuerpo por culpa de unas realidades económicas injustas.
Vivir no es sobrevivir, tener una identidad no supone cerrar las ventanas a causa del miedo, tener hijos no es un mandato de los dioses o los tribunos, sino un acto de amor. Eso dijo la inmensa multitud que habitó con sus palabras y sus cuerpos la ciudad de Madrid el 8 de marzo para celebrar el Día de la Mujer y negarse al machismo.
Cientos de convocatorias del movimiento feminista se extienden por toda la geografía española en apoyo a las reivindicaciones de igualdad 08/03/2019
Madrid
La marcha feminista avanza por la Gran Vía madrileña el 8M de 2019. OLMO CALVO.
Decenas de miles de mujeres –más de 350.000, según la Policía Nacional– han recorrido el centro de Madrid durante
Picnic feminista en Madrid.
A la espera de que arranque de la gran manifestación por las calles de Madrid, centenares de mujeres se repartían en picnics feministas por varios puntos de la capital.
Manifestación estudiantil en la Gran Vía de Madrid.
En la mañana de este viernes, una multitudinaria manifestación estudiantil ha cortado el tráfico en la Gran Vía y medio millar de estudiantes de la Universidad Complutense de Madrid se han manifestado frente a su rectorado.
Catalunya
Manifestación del 8M en Barcelona SÒNIA CALVÓ
La huelga feminista de este 8 de marzo también ha llenado las calles de las principales ciudades de Catalunya. En Barcelona, 200.000 personas han participado en la gran protesta de esta tarde, según la Guardia Urbana. 10.000 se han sumado a la marcha organizada en Tarragona y una cifra similar en Girona.
El viernes por la mañana, los Mossos d’Esquadra han llegado a desalojar a algunas de las mujeres que han participado en las marchas estudiantiles.
Mossos d’Esquadra desalojan a un grupo de mujeres que han cortado la Gran Vía de Barcelona. EFE | QUIQUE GARCÍA
País Vasco
Concentración feminista en la plaza del Ayuntamiento de Bilbao.
Miles de mujeres de todas las edades han recorrido y colapsado las calles del centro de Bilbao con pancartas, pitidos y al grito de «gora borroka feminista», (arriba la lucha feminista).
Concentración feminista en la plaza de la Virgen Blanca en Vitoria.
En Vitoria, otra concentración feminista ha abarrotado la plaza de España y la anexa plaza de la Virgen Blanca. La afluencia de personas jóvenes ha sido muy notoria.
Andalucía
Concentración feminista en la plaza de la Encarnación de Sevilla.
En una de las varias concentraciones feministas que han tenido lugar en Sevilla, un millar de jóvenes se han concentrado en la plaza de la Encarnación al grito de «obreras y estudiantes, unidas adelante» o «sola, borracha, quiero llegar a casa».
Concentración feminista en Córdoba. CCOO CÓRDOBA
Unas 1.500 personas, según la Policía Local, se han concentrado este viernes en la calle del Ayuntamiento de Córdoba para mostrar la reivindicación en defensa de los derechos de la mujer y la igualdad real.
Comunitat Valenciana
Grupos feministas en el campus de Blasco Ibáñez de la Universitat de València.
En el campus de Blasco Ibáñez de la Universitat de València, grupos de mujeres han recorrido la avenida coreando consignas como «fuera machistas de la Universidad» o «las feministas con las asociadas».
Sentada feminista en Valencia.
Aragón
Manifestación feminista en la plaza del Pilar en Zaragoza.
Concentración en la plaza del Pilar de Zaragoza, donde se han reunido una manifestación estudiantil con la representación de «Reventando el cuento» (El cuento de la criada). Una manifestación estudiantil ha llenado este viernes la plaza del Pilar en Zaragoza.
Galicia
Manifestación feminista en Santiago de Compostela.
«Treboada feminista» (tormenta feminista) en Santiago de Compostela. Cientos de mujeres reiterando consignas como «por todas las mujeres, por todos los derechos, huelga feminista» han recorrido la ciudad y llamado a la participación en la huelga de este 8M.
Imagen de la manifestación feminista en la ‘praza Maior’ de Ourense.
Castilla y León
Fotografía de la Plaza de los Botines en León.
Cientos de personas han participado en las concentraciones que los sindicatos UGT y CCOO han convocado durante la mañana en todas las capitales de provincia de Castilla y León.
Concentración feminista en el Ayuntamiento de Valladolid. EUROPA PRESS
Castilla-La Mancha
Concentración en Toledo en apoyo a la movilización y huelga feminista. EUROPA PRESS
También miles de personas han salido a la calle en ciudades manchegas como Ciudad Real y Toledo para exigir igualdad, contra la discriminación, contra las brechas de género y contra las violencias machistas.
Manifestación Feminista en Ciudad Real PLATAFORMA PROVINCIAL FEMINISTA DE CIUDAD REAL
Navarra
Miles de mujeres se concentran en Pamplona en apoyo a la movilización feminista.
Cientos de personas, la mayoría mujeres, se han concentrado este viernes en la plaza del Castillo de Pamplona en apoyo a las reivindicaciones feministas con motivo del Día Internacional de la Mujer. Las movilizaciones se han multiplicado en diferentes localidades de la Comunidad foral.
Cantabria
Manifestación feminista del 8M 2019 en Santander.
Mujeres de todas las edades avanzan tras una pancarta con el lema «Sin nosotras se para el mundo» y entonando consignas como «justicia de mierda la estáis juzgando a ella», «denuncia archivada, mujer asesinada» o «ni una menos, vivas nos queremos» por las calles de Santander.
Manifestación feminista del 8M 2019 en Santander.
Murcia
Manifestación feminista junto a la PAH en Murcia
El movimiento feminista ha recorrido el centro de la ciudad de Murcia junto a los miembros de la PAH en las inmediaciones de distintas sucursales bancarias.
Una publicación de hace dos años la vuelvo a publicar para el deleite de los amantes del buen café; de manera especial la dedico a mis bellas y queridas amiga y mis estimados amigos Colombianas(os).
Un campesino colombiano con su caballoCreditFederico Rios Escobar para The New York Times.
The New York Times en español.
Por GUSTAVE AXELSON8 de marzo de 2017.
En la parte norte de la región andina, bayas verdes y rojas dan cafeína a la economía y al orgullo locales. Si te detienes, tomas un sorbo y disfrutas el sabor, puedes sentir la seria labor y las vidas dedicadas a esta actividad esencialmente colombiana.
Hay más de 20 restaurantes y cafeterías en la plaza —pintada de colores pasteles— de Jardín, un pintoresco pueblo colombiano en Antioquia, en la parte norte de los Andes.
Elegí uno, me puse cómodo en una mesa de madera pintada de color azul eléctrico y pedí un café negro por 800 pesos, cerca de 25 centavos de dólar. Era lunes en la mañana y los paisas estaban socializando. Algunos parecían ser amigos y familiares que charlaban y reían bajo la sombra de una iglesia. Algunos me dijeron que eran tenderos que disfrutaban de un día libre después de pasar un fin de semana largo atendiendo turistas. En la mesa del lado, un campesino se relajaba con su sombrero sobre el rostro y su silla recargada contra la pared.
Si hubiera estado aquí durante la temporada de cosecha, habría visto a propietarios de fincas afuera de la sucursal de Bancolombia con bolsas de efectivo, rodeados por policías que brindan seguridad a los trabajadores que llegan a recibir su pago. Los sábados por la noche, esta plaza es una cacofonía estridente de la música de las discotecas y campesinos que pasean por el pueblo montados en caballos de exhibición; aún entonces hay cafés entre las cervezas sobre las charolas que las meseras llevan por las mesas.
El café es parte de la esencia de Jardín: la economía local que conforma una identidad cultural. Cuando llegó mi tinto, fue fácil ver por qué: el sabor era fuerte y robusto, fluía directamente de los granos y no de una capa quemada después de tostarlos. Le di otro sorbo a mi pequeña taza y me percaté de todas las personas que bebían café a mi alrededor; no había ningún termo ni vaso de papel. Nadie bebía su café para llevar. Todos se sentaban, sorbían, disfrutaban. Por eso vine: para dar rienda suelta a mi amor por el café. Jardín es un lugar perfecto, situado en el corazón de un cinturón del café en el suroeste de Antioquia, el productor más grande de los 32 departamentos de Colombia.
Sacos de café en la cooperativa Delos AndesCreditFederico Rios Escobar para The New York Times.
En los noventa, un colapso en los precios del café fue un golpe fuerte a la economía de Colombia. La mitad de su mercado de café se desvaneció y miles de familias en regiones cafetaleras cayeron en la pobreza. Como estrategia para el futuro, el gobierno colombiano comenzó a fomentar y apoyar a fincas para cultivar granos de café de mayor calidad que calificaran para mercados especializados donde los precios son más altos y estables.
Jardín adoptó la tendencia. La mayoría de los granos que se venden en el almacén cooperativo del pueblo van directamente a Nespresso, la marca de lujo que vende cafeteras con comerciales televisivos en los que aparece George Clooney. Aquí, las colinas están llenas de fincas familiares que compiten entre sí para cultivar el mejor café. Con la ayuda de un guía contratado —José Castaño Hernández, hijo de campesinos cafeteros— estaba listo para ver de dónde venía la rica infusión de mi taza y explorar el territorio del café en el norte de los Andes.
Paisaje de los Andes cerca del pueblo de JardínCreditFederico Rios Escobar para The New York Times.
En la plaza, Hernández, de 41 años, me recogió en su auto y condujo a través de un puesto militar de control justo afuera del pueblo. Después de que los soldados nos señalizaron que podíamos pasar, mencionó que tomaríamos la ruta pintoresca para visitar una finca cafetalera a una altitud de 1800 metros sobre el nivel del mar. Con pintoresco quiso decir que era una ruta ecuestre. En la ladera de la montaña, se estacionó al borde de la carretera y nos reunimos con otro guía que tenía caballos ensillados. El trayecto a través de un camino lleno de piedras fue una serie de momentos impresionantes: vistas gloriosas del norte de Los Andes, rayos matutinos del sol que atraviesan nubes que parecen algodón; a veces pasaba algún tucán con su gracioso pico.
Después de algunas horas nos detuvimos y amarramos los caballos; Hernández abrió la entrada de una cerca alambrada. Era la puerta trasera de la Cueva del Esplendor. La entrada al público de esta atracción turística es un estacionamiento al otro lado del barranco, donde las personas dejan sus autos y caminan hasta la cueva. Desde este lado, descendimos a rappel gracias a unos cables de alambre. En la parte de abajo, entramos a una pequeña cueva con una cascada bañada por el sol que salía del techo de roca… otro momento increíble.
La Cueva del Esplendor en las afueras de Jardín Credit Federico Rios Escobar para The New York Times.
Después de otra hora a caballo, era hora de almorzar en la finca, una simple granja cerca de la cima de la montaña con paredes de estuco blanco y pintura azul. Ese mismo azul vistoso acentuó el pedestal de un altar al niño Jesús, y también una cruz que estaba en la bajada frente a una vista magnífica: más de una decena de cimas andinas extendiéndose hasta donde llegaba la vista, con frondosos cafetos que cubrían cada ladera.
Almorzamos en una mesa que estaba en la entrada techada. El menú incluía huevos fritos con la yema cruda; dos tipos de plátanos fritos: unos maduros y dulces, y los otros verdes y en patacón; frijoles rojos, y chicharrón. Puse los frijoles en un tazón y encima un huevo y varias cucharadas de una salsa picante. A la vuelta de la esquina, los campesinos y sus familias se sentaban en otra mesa, una mezcla de hombres, mujeres y niños que comían frijoles, huevos y chicharrón. Hernández había pedido un almuerzo típico de la finca, y eso le dieron.
“Los colombianos almuerzan bien; es su comida principal”, explicó cuando me preguntó qué me pareció la comida. “Trabajar la finca requiere estar bien alimentado”.
Después de que recogieron los platos vacíos, una mujer me sirvió una taza del café de la casa, el tinto. Sonreí y suspiré con el sabor puro: tan terroso y abundante en mi paladar, pero a la vez limpio, sin dejar sabor de boca alguno. Después, el encargado de la finca, Juan Crisóstomo Osorio Marín, me pidió que siguiera un camino terroso que lleva a las plantas de café. Marín dirige las operaciones de campo de la finca mientras que su padre es el propietario. Llegamos a un lugar donde montones de bayas de café de color rojo y verde brillante colgaban de cada rama. Son plantas prodigiosas; cada una tiene el equivalente a 450 gramos de café molido y terminado. Las bayas rojas de café, que parecen arándanos, estaban maduras y listas para recogerse. Competí con Marín para ver quién recogía bayas más rápido. Tras 30 segundos yo tenía 50 bayas en la canasta y Marín tenía más de 200. Me mostró que el truco es mover una mano por debajo de la rama mientras despegas las bayas con el pulgar. Con un solo movimiento podía sacar 10 bayas o más.
Bayas rojas de café en una finca de Jardín, ColombiaCreditFederico Rios Escobar para The New York Times.
Durante la temporada de cosecha, Marín, de 40 años, reúne varias canastas de bayas de café para obtener más de 260 kilogramos diarios; lo hace en una ladera tan empinada que me pareció difícil permanecer erguido. Otros familiares hacen lo mismo. El año pasado, el padre de Marín, de 62 años, recogió más de 180 kilos en un día justo después de recuperarse de una fractura que sufrió en la pierna mientras jugaba fútbol.
Aun así, la producción aquí palidece cuando se le compara con la de plantaciones cafetaleras corporativas. La familia Marín enfatiza la calidad por encima de la cantidad. Nespresso califica estos granos como Triple A, su clasificación más alta de calidad y sostenibilidad.
Marín dijo que tres factores favorecían su café: la altura, que tiene la elevación suficiente para mantener lejos las pestes del café; la humedad, que se origina con las nubes que pasan y brindan una fuente constante de humedad, y la tierra roja.
“¿Por qué la tierra es tan roja?”, pregunté. Hernández me contó acerca de Nevado del Ruiz, un volcán que está en el norte de los Andes y arrojó ceniza a través de las cimas de las montañas.
“¿Eso es algo bueno?”, le pregunté a Marín a través de Hernández.
“Sí, claro, claro”, dijo Marín, asintiendo con la cabeza. La ceniza hace que la tierra sea rica y fértil. “Como una bendición; la tierra es mejor aquí arriba”.
Un gallito de las rocas. Jardín es una zona popular para observar aves.CreditFederico Rios Escobar para The New York Times.
De regreso en la finca, me mostraron la despulpadora que separa los granos de la fruta (como quitarle huesos a unas cerezas) y la parrilla de secado donde ponen los granos antes de que los lleven a la cooperativa. Por 15.000 pesos (cerca de cinco dólares), compré una bolsa de su café Triple A y le di las gracias a Marín por su hospitalidad.
Durante el viaje de regreso a Jardín, Hernández me dijo que, en sus siete años como guía, yo fui apenas su segundo turista de cafetales. Todos sus clientes van a observar aves, pero a él le gustarían más viajes como este. El abuelo de Hernández se estableció y comenzó la finca de café cerca de donde creció. Cuando ocurrió la crisis de los noventa, sus padres se divorciaron y él abandonó la universidad en Medellín para regresar a casa y ayudar a su madre a saldar sus deudas. Fue durante este periodo problemático cuando Hernández encontró su vocación como guía, un trabajo que le permite ayudar a que otros entiendan el significado de la tierra que ama. Su madre aún está en la finca de la familia, pero el café, como todo cultivo, es un negocio difícil, y él no está seguro de que pueda continuar. “Las historias de estas colinas me dan esperanza”, me dijo mientras recorríamos un camino terroso.
Hernández me dejó en la hotel donde me estaba hospedando afuera del pueblo y me dijo que regresaría en un par de horas. A las 18:00 me recogió para cenar en otra finca, que también está en las colinas, rodeada de follaje.
Un hombre a caballo cerca de Jardín Credit Federico Rios Escobar para The New York Times.
En la finca, una familia salió a la puerta —padre y madre con un hijo pequeño y una bebé— para saludarme con calidez; yo era el primer estadounidense que visitaba su casa (los suizos de Nespresso ya habían estado ahí). El propietario de la finca, Francisco Javier Ángel, sonrió y nos dijo que pasáramos a la mesa del comedor en la terraza al aire libre. Un solo bombillo en el techo atraía a las polillas y otros insectos del bosque, y a veces chocaban con mi cabeza mientras giraban en torno a la luz. Pero no había mosquitos, otra ventaja de la altura de la finca.
Ángel, de 37 años, parecía joven para ser dueño de una finca, pero es emprendedor. Había trabajado en esta finca cuando el propietario era un sacerdote local, quien se mostró impresionado por su ética de trabajo y le vendió la tierra. Su esposa, Mónica, fue a la cocina y regresó con vasos de limonada recién hecha con panela, una forma de azúcar mascabada. Ángel explicó que la panela también puede usarse para preparar el café chaqueta, que se sirve cuando hace frío o para darles a los recolectores de café una inyección de energía para los campos.
La cena familiar fue de frijoles, plátanos y chicharrón, esta vez acompañados de tiras de res, rebanadas de aguacate recién cosechado y arepas. Fue familiar pero gratificante, y mejor que cualquiera de las comidas que me dieron en los restaurantes del pueblo. Mientras cenábamos, Ángel explicó que su finca está certificada por Rainforest Alliance y sus granos están clasificados como de especialidad. La cooperativa en Jardín tiene un laboratorio entero dedicado a envasar y clasificar granos en cuanto se entregan.
Una cafetería cerca del parque El Libertador en JardínCredit Federico Rios Escobar para The New York Times.
Mientras la esposa de Ángel recogía los platos, pregunté si podía seguirla a la cocina para ver cómo preparaba el café. Me sonrió: “Sí”.
Preparar café es un proceso rústico y un ritual. Primero, calentó un litro de agua en una olla en la estufa de gas hasta que comenzaron a formarse burbujas en el fondo. Después le puso cinco cucharadas de café molido a la olla, apagó el gas y dejó que se asentara durante cinco minutos. “Silencio”, dijo. Mientras tanto, enjuagó cuatro tazas en agua caliente para que el cambio drástico de temperatura —si la bebida entrara a una taza fría— no impactara al café. Finalmente, lo sirvió a través de un pequeño colador en cada copa. Era una hermosa infusión oscura con un ligero halo de espuma café en los bordes.
De regreso en la mesa del comedor, sorbí y me quedé sorprendido por una simple taza de café por tercera vez ese día: tanta fuerza, tan rico, pero sin rastro de amargura. Pregunté qué hacía único a este café. Ángel y Hernández me lo explicaron.
El linaje cafetalero de Ángel data de tres generaciones, y él tuvo la idea de cultivar la misma variedad de granos que cultivó su abuelo hace 100 años… una suerte de café patrimonial. Sin embargo, no podían encontrar esas semillas; la cooperativa solo vende variedades modernas de café. Así que Ángel fue a cazarla a fincas abandonadas que habían sido destruidas por la crisis de los precios del café. En una encontró la vieja variedad de la generación de su abuelo.
Todos en el pueblo creyeron que Ángel estaba loco por plantar granos que sacó de barbechos, pero su café patrimonial está ganando adeptos. Lo vende con el nombre Pajarito, porque ve a muchas aves entre los arbustos donde se cultiva este café.
“Veo una oportunidad en el café”, me dijo Ángel. Esa es una gran declaración, dado que muchos de sus compañeros agricultores de café en todo Colombia están abandonando fincas y buscando empleos en las grandes ciudades. “Es la tradición de esta familia”, dijo Ángel. “Es lo que hacemos”.
Ángel y su esposa se reunieron con sus hijos en la terraza para despedirse mientras Hernández y yo nos adentrábamos a la noche. El aire zumbaba con insectos que cantaban un coro nocturno y ferviente. Un rocío de luces blancas, como estrellas parpadeantes, brilló en el bosque oscuro ante nosotros.
Cuando llegamos con la luz de día, el follaje era tan espeso que no podía ver más allá de los árboles. Pero ahora me daba cuenta de que esas estrellas eran las luces de las terrazas de las fincas en la siguiente cadena montañosa; cada luz era un hogar como este.
Era un recordatorio de que el café es un asunto familiar. Si te detienes, tomas un sorbo y disfrutas el sabor, puedes probar la seria labor y las vidas dedicadas al café.
Diariamente experimentamos al mundo, sus colores son siempre los mismos, sus aromas se mantienen constantes y sus sensaciones son idénticas. Cuando uno de estos elementos se modifica puede ser una señal de alarma, algo le debe estar sucediendo a nuestra percepción que no deja que experimentemos el mundo como deberíamos. Sin embargo, cuando todos estos sentidos cambian y nos hacen percibir emociones que nunca habíamos conocido estamos ante lo que muchos nombraron “experiencia religiosa”.
El profesor Timothy Leary de la Universidad de Harvard y Walter Pahnke, un recién graduado de la misma institución, quisieron inducir científicamente esta experiencia en 1962. Su experimento utilizó a 20 hombres, diez recibieron una pastilla de Psilocibina (la sustancia responsable del efecto psicoactivo de la droga) y el resto sólo tomó un placebo. Para continuar con la prueba debían asistir a una misa en la Capilla de Marsh, Boston.
Entre las personas que tomaron esta sustancia se encontró Mike Young. En principio todo parecía normal, al fondo escuchaba al órgano y frente a él oía la voz del pastor que leía las escrituras. De pronto todo comenzó a cambiar, se encontró en medio de un mar, en las aguas había barras de color flotando a su lado. Estas franjas terminaron por formar una rueda en la que se encontró en el centro, se dio cuenta que debía de nadar hacia una tonalidad para sentir una experiencia de vida diferente, tenía que elegir una, la decisión era sumamente dolorosa y murió.
Gracias a esta experiencia Mike Young decidió convertirse en un reverendo, de hecho nueve de los hombres que recibieron la droga decidieron dedicarse a la vida religiosa; en contraste, ninguna de las personas que tomaron el placebo siguió estos pasos. Este extraño experimento, que parece indicar que fue exitoso, fue organizado en un tiempo que todavía no regulaba el uso de estas sustancias. Estos viajes no sólo crearon experiencias religiosas, también formaron una cultura psicodélica que demostró por medio de las letras mundos que en un estado normal jamás podrían crearse.
“The Doors of Perception” (1954) – Aldous Huxley
Un ensayo escrito en 1954 que describe las experiencias alucinógenas de Huxley producto de la ingestión de mescalina. El escritor inglés después de esta experiencia asumió que el cerebro humano normalmente filtra la realidad que le rodea y no deja pasar ciertas impresiones e imágenes; las sustancias psicotrópicas ayudan a reducir esta barrera para así abrir las puertas de la percepción. Durante esta experiencia notó que los objetos pierden su función, el tiempo es más lento y el individuo se vuelve incapaz de recibir tantos estímulos.
“Naked Lunch” (1959) – William S. Burroughs
Obra compuesta por una serie de viñetas que pueden ser leídas en el orden que el lector desee. El protagonista de estas páginas es William Lee, un adicto que se encuentra huyendo de la policía y busca diversas sustancias para tomar su próxima dosis. Las ilustraciones presentan la adicción y los viajes que provocadas por la marihuana, la morfina y el opio.
“The Psychedelic Experience: A Manual Based on the Tibetan Book of the Dead” (1964) – Timothy Leary
Un manual pensado para guiar a cualquier persona que busque un viaje psicodélico. Esta obra es resultado de años de consumo de drogas por parte de los nombres más prominentes en la escena psicodélica. Ofrece una gran introducción para cualquier persona que no esté familiarizada con este tipo de literatura, una obra obligada para cualquier interesado en este tipo de experiencias.
“The Electric Kool-aid Acid Test” (1968) – Tom Wolfe
Una experiencia de primera mano de Tom Wolfe que presenta las aventuras de Ken Kesey y su banda, Merry Pranksters, en su colorido camión llamado “Further”. Wolfe, al ser un periodista independiente, logró mostrar todas las sensaciones psicodélicas desde el mismo punto de vista de sus sujetos de estudio. Para los que no pudieron vivir la década de los sesenta, estas letras son la mejor forma de experimentar estos años.
“Fear and Loathing in Las Vegas” (1971) – Hunter S. Thompson
Lo que en principio inicia como un reportaje sobre una carrera de motocross, se convierte en una surrealista travesía protagonizada por cantidades inhumanas de drogas y numerosos fraudes. Esta historia es una adaptación de un viaje del autor con Óscar Zeta Acosta, que inició con una investigación centrada en un campeonato de motocicletas en Las Vegas, pero dio un giro radical cuando la revista Rolling Stone lo contrató para cubrir una convención policial sobre narcóticos en la misma ciudad.
“Hallucinogens and Shamanism” (1973) – Michael J. Harner
Los antropólogos siempre han estado fascinados por la visión del mundo y las creencias religiosas de los pueblos indígenas. Con el aumento del interés en los agentes alucinógenos en los setenta, los investigadores empezaron a reconocer el papel esencial de estas sustancias en la cosmología de algunas sociedades chamánicas. Esta colección inusual presenta diez estudios originales que exploran el uso de alucinógenos en el chamanismo, práctica antigua y generalizada de invocar un estado de trance de percibir y utilizar las fuerzas sobrenaturales.
“Prometheus Rising” (1983) – Robert Anton Wilson
Una obra creada para llevar el proceso mental un paso más allá, “Prometheus Rising” examina aspectos del control social de la mente y provee ejercicios para la mente al final de cada capítulo. Gracias a esta naturaleza se ha popularizado entre personas que buscan llevar una experiencia psicodélica a lugares nunca antes vistos. Los ocho modelos de la conciencia son uno de los mejores ejemplos a seguir para ubicar diversos estados de la mente.
Con la criminalización del ácido a mediados de la década de los sesenta la cultura psicodélica aparentó morir. Sin embargo, estos libros y el nuevo festival de rock psicodélico nos demuestran que todavía existen grupos que están dispuestos a visitar regiones de la mente nunca antes exploradas.
El feminismo, ya se sabe, es un compromiso colectivo. Si la justicia social fija su primera aspiración en el valor de la igualdad, resulta lógico que la lucha contra las desigualdades sociales entre hombres y mujeres sea un capítulo central en la vinculación cívica. En las celebraciones del Día de la Mujer, he visto a ministras, empresarias y políticas de la derecha hacer denuncias contra el machismo y apoyar medidas en favor de la igualdad. Me parece bien, cualquier apoyo a una causa justa merece respeto, aunque conviene no engañarse, porque hay muchas prácticas ideológicas y económicas que son incompatibles con la igualdad.
Por eso el feminismo, desde hace muchos años, no sólo ha sido una lucha justa, sino una escuela de libertad y emancipación a la hora de meditar sobre otros compromisos. Lo primero que debe tenerse en cuenta es que el feminismo supone quizá la única de las grandes causas del pensamiento de izquierdas que no ha acabado en catástrofe. La fraternidad de la Revolución Francesa acabó en la guillotina, el sueño comunista en las ejecuciones de Stalin y la socialdemocracia en la complicidad más turbia con los intereses de un capitalismo devorador. Al feminismo le quedan muchas conquistas pendientes, pero sus logros reales no se han visto obligados a convivir con ningún tipo de infamia. Eso vale mucho para las personas que quieren conservar al mismo tiempo sus ilusiones y su conciencia.
Como hombre, me gusta plantearme no sólo qué puedo yo aportar al feminismo, sino lo que el feminismo me ha aportado a mí en mi trabajo (la escritura) y en mis reflexiones políticas. La complicidad con el pensamiento feminista ha sido decisiva en asuntos que tienen que ver con la intimidad, el valor de los cuidados y las responsabilidades del poder.
Empecé a escribir y publicar al final de los años 70. Bajo el magisterio de la poesía de Antonio Machado y la cátedra de Juan Carlos Rodríguez, me acerqué a la poesía como un empeño de búsqueda de otra sentimentalidad, un deseo de llevar la democracia más allá de los ritos electorales. Los sentimientos son tan históricos como las Constituciones o los derechos laborales. No hay sueños públicos que puedan sostenerse en una plaza sin un proceso paralelo de emancipación de la identidad. No hay hallazgo formal que sea profundo sin una quiebra en la intimidad de las palabras. Ese es para mí el reto de la poesía: hacerme dueño de lo que digo cuando digo soy hombre, soy mujer, te quiero… En la conciencia histórica de la intimidad, en el deseo de llevar el compromiso cívico a lo que ocurre en una sala de estar o en una alcoba, el pensamiento feminista ha aportado una gran parte de las ideas más serias.
Ocurre lo mismo con los cuidados. Aunque debieran ser un asunto de todos, la desigualdad laboral y la feminización de la pobreza han convertido el tema de los cuidados en un capítulo importante de las reflexiones sobre el papel de la mujer. La escritura de la otra sentimentalidad me llevó con los años a concebir la poesía como una labor hospitalaria en la que los versos debían calcular de forma clara el lugar del otro, la presencia del lector o lectora que habita las palabras para que sea posible la emoción poética. El autor hace posible que exista el poema, pero la lectura es necesaria para que exista la poesía.
Escribir es cuidar las palabras, reconocer la presencia del otro, cultivar las condiciones para que un mundo sea habitable. Si las transformaciones sociales deben abrir la puerta de las alcobas, el amor de los cuidados debería salir de los domicilios familiares a las plazas públicas. Politizar la intimidad legitima los amparos, las obligaciones y los derechos de la ciudadanía. En 1998, publiqué una poética titulada Resumen, en la que sentí la necesidad de mezclarlo todo: No existe libertad que no conozca, / ni humillación o miedo / a los que no me haya doblegado. / Por eso sé de amor, / por eso no medito el cuerpo que te doy, / por eso cuido tanto las cosas que te digo.
En cuanto a las reflexiones sobre la responsabilidad del poder, el pensamiento feminista ha teorizado de diversos modos que la sociedad que mide con el mismo rasero a los desiguales genera más desigualdad. Ser conscientes de la desigualdad es imprescindible a la hora de equilibrar con medidas efectivas las injusticias. La misma lógica que me lleva a defender la discriminación positiva en muchos ámbitos sociales, me lleva a pensar que en una disputa siempre es más responsable el más poderoso. No estoy nada de acuerdo, por ejemplo, con la deriva que ha tomado en Cataluña el gobierno de la Generalitat, pero creo que tiene más responsabilidad el gobierno de España en todo lo que nos está ocurriendo.
La última lección del feminismo que quiero considerar aquí es la autovigilancia. Mis compañeras me han enseñado no sólo que el protagonismo de la lucha feminista corresponde a las mujeres, sino que es bueno autovigilarse para que a unos y a otras no nos salgan ramalazos inadvertidos del machismo que respiramos. En esta sociedad de las redes y la telebasura, mientras corremos el riesgo de que las nuevas zonas de libertad se conviertan en vertederos de los bajos instintos y la ausencia de pensamiento, cada vez que escribo agradezco mucho la autovigilancia. Lo que empezó siendo una disciplina para expulsar el machismo de una sentimentalidad Otra, ha acabado en un compromiso conmigo mismo que me resulta clave cuando opino de cualquier cosa, negándome al nefasto acomodo en las banderías.
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Publiqué en facebook este artículo hace dos años y me encontré releyéndolo, con el presente; recordé desde otro plano el momento actual; desde el 8M de 2018 ya nada es igual, eso es una verdad irrefutable, aquellos muchos a los que todavía no les cae el 20 y creen que en unos días más todo volverá a ser como antes del 8M se equivocan. Como dijo el Poeta Antonio Machado: “la verdad así es, y continúa siendo verdad aunque se piense al revés”. Declararse feminista es un compromiso colectivo e individual, con nosotros mismos. Conocer y aprender de las lecciones históricas del feminismo desde sus orígenes y sobre todo de las que vamos viendo que nos dejó el 8M histórico de este 2018 resulta indispensable. ¡Hasta la victoria siempre!
Estoy seguro amables lectores, amigas y amigos que además de que les va a gustar mucho la lectura del artículo los va a hacer algunas reflexiones, que lo disfruten buenas noches, abrazote!
Ingeborg Bachmann (1926-1973) se ha convertido en una de mis escritoras de cabecera. Uno de sus temas principales en poesía es la “desilusión del yo”, como consecuencia de los problemas que lo circundan. Por ejemplo, en 1953 publicó el libro Tiempo postergado, y la desilusión se centra en las consecuencias de la guerra, las vidas perdidas, el desastre. La poeta escribe:
La guerra ya no se declara, sino se sigue. Lo inaudito se ha convertido en cotidiano. El héroe se queda lejos de los combates. El débil es llevado a las zonas de fuego.
La vigencia de sus temas es abrumadora; ironías del siglo XXI, cuando más tenemos acceso a la información y al conocimiento, cometemos los mismos errores o, incluso, los superamos en vileza. Lo que consideramos sería corregido, juzgado, castigado, se olvida y las mujeres, las niñas, las víctimas… aparecen una vez más subyugadas y desamparadas. Como es tradición en cada sexenio (me refiero de manera directa a México), los responsables de cuidar nuestra integridad dan palos de ciego y la violencia, el desprecio, el asesinato, revolotean alrededor. Bachmann lo explica:
La muerte como séquito del alboroto está decidida desde siempre.
La poeta austriaca aborda la enemistad del hombre hacia la mujer. La relación que establece entre lo político y lo privado le funciona para hacer palpable la “falta de comprensión y violencia entre el hombre y mujer”, no sólo como un comportamiento individual, sino colectivo. A unos días del #DíaInternacionalDeLamujer, la poesía nos pone frente a frente con la realidad y con la política, una forma de tocar la conciencia del ser humano, sacudirlo, obligarlo a mirar la realidad /verdad. En su discurso “La verdad se le puede exigir al hombre” (1958), afirma:
No puede ser la tarea del escritor negar el dolor [el gran dolor secreto, que distingue al hombre de todas las otras criaturas], borrar sus huellas, hacerlo olvidar. Debe, al contrario, reconocerlo y, una vez más, para que lo podamos ver, renovarlo. Porque todos queremos llegar a ver. Y aquel dolor secreto es el que nos hace sensibles para la experiencia, en especial, para la de la verdad.
La pregunta aquí es hasta cuándo, hasta qué momento, bajo qué ley, podremos combinar las palabras “Mujer” y “Felicidad”. Hablo de libertad, de experimentar la esperanza, de alcanzar un hogar, una sociedad, una patria ideal.
Bachmann guardó silencio; las palabras no siempre esclarecen la realidad y se debe sospechar de ellas y del poeta. Las palabras deberán sostenerse hasta que originen algo nuevo, como concluye Cecilia Dreymüller en el libro Últimos poemas, que recoge 18 textos escritos por Bachmann entre 1957 y 1967. El poema “Vosotras las palabras”, dedicado a Nelly Sachs, es ejemplo de ello: la poesía, lejana a la “desilusión”, mostrará la realidad con sus virtudes, sus limitaciones, sus complejidades; y la sociedad debe ser una en la que caben todos.
Comparto con ustedes una selección de poemas:
TRAS ESTE DILUVIO
Tras este diluvio quiero a la paloma y únicamente a la paloma verla salvada de nuevo.
¡Yo me hundiría en este mar! si ella no volase, si ella no trajese a última hora la hoja.
VOSOTRAS, PALABRAS
Para Nelly Sachs, la amiga, la poeta, en veneración
¡Vosotras, palabras, levantaos, seguidme! y aunque ya estemos lejos, demasiado lejos, nos alejaremos una vez más, hacia ningún final.
No aclara.
La palabra sólo arrastrará otras palabras, la frase otras frases. El mundo así quiere, definitivamente, imponerse, quiere estar dicho ya. No las digáis.
Palabras, seguidme, ¡que no se vuelva definitiva —esta ansia del verbo y dicho y contradicho!
Dejad ahora un rato que ninguno de los sentimientos hable, que el músculo corazón se ejercite de manera diferente.
Dejad, digo, dejad.
Nada, digo yo, susurrado al oído supremo, que sobre la muerte no se te ocurra nada, deja y sígueme, ni dulce ni amargo, ni consolador, no significativamente sin consuelo tampoco sin signos— Y sobre todo, no eso: la imagen en el tejido de polvo, el retumbar vacío de sílabas, palabras de agonía. ¡Sin decir nada, vosotras, palabras!
EN VERDAD
Para Ana Ajmátova
A quien nunca se quedó sin palabras, y yo os lo digo, quien sólo sabe ayudarse a sí mismo y con las palabras,
a éste no se le puede ayudar. Ni por el camino corto ni por el largo.
Hacer sostenible una única frase, aguantar en el ding-dong de las palabras. Nadie escriba esta frase
que no la firme.
ENIGMA
Para Hans Werner Henze del tiempo de los Ariosi
Ya no vendrá nada más.
Nunca más será ya primavera. Los calendarios milenarios a cualquiera lo predicen.
Pero tampoco verano y más adelante lo que tiene nombres tan buenos como «veraniego»— No vendrá ya nada más.
Día Internacional de la Mujer: ¿Qué pasó el 8 de marzo de 1857?
El incendio de una fábrica de camisas de Nueva York, en que murieron 146 personas, marcó la lucha por los derechos de la mujer.
La explicación más verosímil se enmarca en plena revolución industrial: el 8 de marzo de 1857, un grupo de trabajadoras textiles decidió salir a las calles de Nueva York para protestar por las míseras condiciones laborales. Sería una de las primeras manifestaciones para luchar por sus derechos. Distintos movimientos y sucesos se sucedieron a partir de ese episodio, que sirvió de referencia para fijar la fecha del Día Internacional de la Mujer en el 8 de marzo. Este año, Google se ha sumado a la celebración con un ‘doodle’.
El capítulo más cruento de la lucha por los derechos de la mujer se produjo, sin embargo, el 25 de marzo de 1911, cuando se incendió la fábrica de camisas Shirtwaist de Nueva York. Un total de 123 mujeres y 23 hombres murieron. La mayoría eran jóvenes inmigrantes que tenían entre 14 y 23 años.
Fue el desastre industrial más mortífero de la historia de la ciudad y suposo la introducción de nuevas normas de seguridad y salud laboral en EEUU. Según el informe de los bomberos, una colilla mal apagada tirada en un cubo de restos de tela que no se había vaciado en dos meses fue el origen del incendio. Los trabajadores no pudieron escapar porque los responsables de la fábrica habían cerrado todas las puertas de escaleras y de las salidas, una práctica habitual entonces para evitar robos.
Precedentes del Día Internacional de la Mujer
Antes de esta fecha, en EEUU, el 28 de febrero de 1909 Nueva York y Chicago ya habían acogido un acto que bautizaron con el nombre de ‘Día de la Mujer’, organizado por destacadas mujeres socialistas como Corinne Brown y Gertrude Breslau-Hunt.
En Europa, fue en 1910 cuando durante la 2ª Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en Copenhague con la asistencia de más de 100 mujeres procedentes de 17 países, se decidió proclamar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Detrás de esta iniciativa estaban defensoras de los derechos de las mujeres como Clara Zetkin o Rosa Luxemburgo. No fijaron una fecha concreta, pero sí el mes: marzo…
En la mitología griega, las musas (en griego antiguo μοῦσαι «mousai») eran, según los escritores más antiguos, las divinidades inspiradoras de la música y el arte, que presidían los diferentes tipos de poesía. Cada una de ellas estaba relacionada con ramas artísticas y del conocimiento. En la época más arcaica eran las ninfas inspiradoras de las fuentes, en las cuales eran adoradas. Finalmente, alrededor de los siglos VIII-VII a. C.1 prevaleció en todo el territorio de la Hélade la adoración de las nueve Musas, siendo entonces Calíope, Clío, Erato, Euterpe, Melpómene, Polimnia, Talía, Terpsícore y Urania, hijas de Zeus y compañeras de Apolo, dios de la música y patrón de las bellas artes. El culto a las musas era originalmente de Tracia y Beocia, y fueron de vital importancia para el desarrollo artístico en la antigua Grecia. Fuente:
No es fácil. Nadie lo ha hecho nunca de un modo sistemático. Los que más se esfuerzan acaban ahuyentándola al bosque. Los que le vuelven la espalda y se pasean despreocupados, silbando bajito entre dientes, la oyen andar tras ellos con cautela, atraída por un desdén cuidadosamente adquirido…
La historia de la música puede contarse en cinco momentos clave, conocidos como big bangs musicales. Conócelos en el siguiente artículo: https://goo.gl/9aABvH
Big Bangs musicales
Revista AlgarabíaCuenta verificada @algarabia SiguiendoSiguiendo a @algarabia La historia de la música puede contarse en cinco momentos clave, conocidos como big bangs musicales. Conócelos en el siguiente artículo: Big Bangs musicales Alberto Muñoz Flores marzo 5, 2018. La historia de la música puede contarse en cinco momentos clave, conocidos como big bangs musicales. En el año 2000, Howard Goodall —notable compositor y presentador de tv británico— escribió y presentó una serie de cinco documentales llamada [ 1,098 more word ]