Me sucede […]

a través de Me sucede […]
Me Sucede
Escrito por: Loli el 19 Abr 2014 – URL Permanente
Luis Ricardo Falero. (La salida de las brujas, 1878)
.

Pensar en determinadas personas que tienen la ‘fortuna’ de vivir, una mejor vida respecto a tantísimas otras.

Imaginar gentes que poseen ese ‘algo’ que no se sabe bien, que no se encuentra y de procedencia desconocida; haciéndoles aparecer ante los demás de manera diversa, interesante, hasta felices. Consideraciones que con frecuencia toman la debida distancia respecto a la realidad empírica y ávida de traiciones.

Personas maravillosas, que son punto de mira por el modo en el que se muestran, de ellas llama la atención poderosamente su excelencia elocuencia. Abducen particularidades, que efectivamente, despertarían curiosidad inclusive al gato más haragán, consagrado a la maestría del sabelotodo.
“Se dice, cuenta, rumorea… que ‘callejea’ el gato y la gata por simple curiosidad al mica/o, siendo además algo que se ha vuelto punto y lugar de encuentro común. Así qué por mi bien, será mejor que me acostumbre a las nuevas revelaciones; de por sí nada creíbles”.

Admito haber creído en sus frases, en sus palabras y recuerdos custodiados en su mente y amparados por su genial memoria, capaces de hacerme soñar como la única protagonista de su infinita fábula.

La vehemencia con la que ha sabido referir a la vida un momento concluido, jamás vivido, ¡ejem! ahora me sorprende. Letras vinculadas a fantasear y no pocas, sirvieron de ayuda en el arduo cometido de hacerme creer, no obstante todo.

Ha sido igualmente y gracias a ellas que he sido capaz de llevarlo a cabo, aún tratándose de ese ‘algo’ que no me pertenecía. La objetividad combinada y las diferentes tomas escogidas, dadas por buenas, fueron recibidas inesperadamente y sin demora para volver a hacerme soñar.

Y soñar, no causa daño más bien al contrario ¿verdad? Deseo creer que todavía existe lugar para continuar.

Loli

Basta con la retórica: todo irá bien; resistiré

a través de Basta con la retórica: todo irá bien; resistiré

En mi blog […] No estamos en guerra y (lo expuse ya aquí: ¡Estamos en guerra! Coronavirus y sus metáforas) el enemigo es todo menos invisible. Sobre esto, Bertolt Brecht escribió estos versículos memorables: “En el momento de marchar, muchos no saben que el enemigo está marchando a la cabeza. La voz que les ordena es la voz de su enemigo. Y el que habla del enemigo es él mismo el enemigo.”

Vértigo

a través de Vértigo

Dejarme Vislumbrar...

… Perseguir.

Mientras permanezco suspendida en el tiempo que sin avisar me enviste.

Perdiéndome en su transcurrir, sucedáneo de pensamientos...

… Me lancé desde lo más elevado, planeando la caída, divisando atenta el gris cobalto del asfalto, lívido, arañando su más inverosímil textura… propuestas pasadas desde una cúspide improponible, dantesca.

Carente de reflexión en una prisa que aprieta, que desnuda la insensatez, desvelé la invisible nube que un día posó sobre mi piel lluvia ácida a raudales.

El descubrir en mis talones cardenales que el tiempo ha sanado, no sin la presente aflicción que carece, ni conoce dimensiones.

Ahora eludo la premura, rehuyo acurrucarme bajo los brazos del impulso, dejando paso al transcurrir de las horas que marcan la precariedad transitoria del tiempo, espacio, el infinito.

Y espero, atrapada por el presente que me embauca...

… Sortear instantes que aún a errar me instigan.

Loli Lopesinos.

Virginia Woolf – Matar a “El Ángel de la Casa” — Comienzo de 0

En su perseverancia hacia la igualdad, Virginia Woolf mantuvo una misiva profética: «En el futuro las mujeres escribirán menos pero mejores novelas, y no solo novelas, sino también poesía, crítica e historia. (…) La mujer tendrá aquello que le ha sido negado durante tanto tiempo: tiempo libre, dinero y una habitación propia». «Bien poco se […]

a través de Virginia Woolf – Matar a “El Ángel de la Casa” — Comienzo de 0

En su perseverancia hacia la igualdad, Virginia Woolf mantuvo una misiva profética: «En el futuro las mujeres escribirán menos pero mejores novelas, y no solo novelas, sino también poesía, crítica e historia. (…) La mujer tendrá aquello que le ha sido negado durante tanto tiempo: tiempo libre, dinero y una habitación propia». «Bien poco se sabe de las mujeres»… Esta frase, del artículo «Las mujeres y la narrativa», es tan simple, como rotunda. Y totalmente cierta.

El fragmento recogido a continuación pertenece a una conferencia que Woolf dio en Londres, 1931, relativa a “Profesiones para la mujer” y donde evoca el momento en que una joven (ella misma), se dispone a escribir la reseña de un libro escrito por un hombre famoso. Virginia rompió con la retórica dominante del siglo XIX y con la concepción de la mujer siempre abnegada y carente de necesidades propias; misoginia o manera en que las mujeres son representadas y cosificadas:

Lock Up Your Libraries Virginia Woolf Print Book Lover Gift | Etsy

… Descubrí que si quería dedicarme a la crítica de libros, tendría que librar una batalla con cierto fantasma. Y este fantasma era una mujer, y, cuando conocí mejor a esta mujer, le di el nombre de la protagonista de una famosa poseía, << El Ángel de la Casa>>. Ella era quien solía obstaculizar mi trabajo, metiéndose entre el papel y yo, cuando escribía reseñas de libros. Ella era quien me estorbaba, quien me hacía perder el tiempo, quien de tal manera me atormentaba que, al fin, la maté. Vosotras, que pertenecéis a una generación más joven y feliz, quizá no hayáis oído hablar de esta mujer, quizá no sepáis el significado de mis palabras cuando me refiero al Ángel de la Casa. La describiré con la mayor brevedad posible. Era intensamente comprensiva. Era intensamente encantadora. Carecía totalmente de egoísmo. Destacaba en las difíciles artes de la vida familiar. Se sacrificaba a diario. Si había pollo para comer, se quedaba con el muslo; si había una corriente de aire, se sentaba en medio de ella; en resumen, estaba constituida de tal manera que jamás tenía una opinión o un deseo propios, sino que prefería siempre adherirse a la opinión y al deseo de los demás.

Huelga decir que, sobre todo, era pura. Se estimaba que su pureza constituía su principal belleza. Su mayor gracia eran sus rubores. En aquellos tiempos, los últimos de la reina Victoria, cada casa tenía su Ángel. Y, cuando comencé a escribir, me tropecé con él, ya a las primeras palabras. Proyectó sobre la página la sombra de sus alas, oí el susurro de sus faldas en el cuarto. Es decir, en el mismo instante en que tomé la pluma en la mano para reseñar la novela escrita por un hombre famoso, el Ángel se deslizó situándose a mi espalda, y murmuró: ‘Querida, eres una muchacha, escribes acerca de un libro escrito por un hombre. Sé comprensiva, sé tierna, halaga, engaña, emplea todas las artes y astucia de nuestro sexo. Jamás permitas que alguien sospeche que tienes ideas propias. Y, sobre todo, sé pura’ y el Ángel intentó guardar mi pluma.

Y ahora os voy a contar el único hecho del que, en cierta medida, me enorgullezco, a pesar de que el mérito corresponde a algunos excelentes antepasados que me dejaron un poco de dinero -¿digamos quinientas libras anuales?-, por lo que no tenía necesidad alguna de depender exclusivamente de mi encanto para vivir. Me volví hacia el Ángel y le eché las manos en el cuello. Hice cuanto pude para matarlo. Mi excusa, en el caso de que me llevaran ante los tribunales de justicia, sería la legítima defensa. Si no lo hubiera matado, él me hubiera matado a mí. Hubiera arrancado el corazón de mis escritos. Sí, por cuanto, en el mismo momento en que puse la pluma sobre el papel, descubrí que ni siquiera la crítica de una novela se puede hacer, sin tener opiniones propias, sin expresar lo que se cree de verdad de las relaciones humanas, de la moral y del sexo.

Y, según el Ángel de la Casa, las mujeres no pueden tratar libre y abiertamente estas cuestiones. Deben servirse del encanto, de la conciliación, deben, dicho sea lisa y llanamente, decir mentiras, si quieren tener éxito. En consecuencia, siempre que me daba cuenta de la sombra de sus alas o de la luz de su aureola sobre el papel, cogía el tintero y lo arrojaba contra el Ángel de la Casa. Tardó en morir. Su naturaleza ficticia lo ayudó en gran manera. Es mucho más difícil matar a un fantasma que matar una realidad. Siempre regresaba furtivamente, cuando yo imaginaba que ya lo había liquidado. Pese a que me envanezco de que por fin lo maté, debo decir que la lucha fue ardua, duró mucho tiempo, tiempo que yo hubiera podido dedicar a aprender gramática griega, o a vagar por el mundo en busca de aventuras. Pero fue una verdadera experiencia, una experiencia que tuvieron que vivir todas las escritoras de aquellos tiempos. Entonces, dar muerte al Ángel de la Casa formaba parte del trabajo de las escritoras.”
— Woolf, Virginia

Que Virginia Woolf es una maravillosa novelista, es conocido por una inmensa mayoría; aunque no siempre somos conscientes de que además de novelista, es también una maravillosa cuentista, diarista, autobiógrafa y ensayista. Ocupó un lugar especial, aquí mismo: Virginia Woolf. “Poetisa del 900. Tenaz y Persistente”.

— Loli Lopesino
Imágenes: Web