Declaración de Wirikuta
Los hermanos y hermanas provenientes de los Estados de Durango, Jalisco y Nayarit de los centros ceremoniales y comunidades siguientes: Santa Catarina, Pochotita, Las Latas, San Sebastían, San Andrés Cohamiata, Ocota de la Sierra, Tuxpán de Bolaños, las Guayabas, Cohamiata, El Ciruelillo, Guadalupe Ocotán, El Nayar, Tepic, Zitakua, Cerro de los Tigres, San José, Santiago Ixcuintla, Mesa Nuevo Valey, Bancos de Calitique, Bancos de San Hipólito, Puerto de Guamuchil, Mezquital Durango, reunidos el día de hoy hacemos el siguiente:
PRONUNCIAMIENTO
Que en seguimiento a la lucha iniciada por los pueblos wixaritari, y de las organizaciones de la sociedad civil, hacemos del conocimiento a la sociedad en general:
PRIMERO. Que tomando en consideración que los sitios sagrados que nos han legado nuestros ancestros, los hemos seguido caminado por la ruta de los cuatro puntos cardinales; es por ello que de manera respetuosa y pacífica estamos defendiendo lo que para nosotros es nuestra esencia de la vida.
SEGUNDO. Que a partir de esta ceremonia realizada por los pueblos presentes se crearon más lazos espirituales que fortalecen nuestros camino hacia el respeto de la diversidad cultural.
TERCERO. Reafirmamos que el conocimiento ancestral heredado por nuestros padres y mayores es un legado para la humanidad y el mundo.
CUARTO. Los sitios sagrados para el pueblo Wixárika son escuelas de formación espiritual por ello en el momento que se realizan proyectos que causan daño en nuestro entorno ese día entristecen nuestros corazones y muere nuestro ser.
QUINTO. Declaremos que este encuentro es trascendental e histórico por la estrecha relación cultural que nos hermana por que el camino espiritual está guiada por el mismo color del maíz del venado y del jícuri.
SEXTO. Que continuamos defendiendo nuestro lugar sagrado Wirikuta, de las concesiones mineras que pretenden destruir nuestros recursos naturales como una forma de vida ancestral.
SEPTIMO. Ofrecemos y pedimos un trato respetuoso a nuestros hermanos habitantes en el área protegida de Wirikuta, ya que nuestra lucha espiritual, no es contra su bienestar familiar y económico ya que nuestra causa es por la protección del ecosistema como patrimonio de nuestra madre tierra.
OCTAVO. Exigimos de nuestras autoridades competentes mayor sensibilidad para la atención de los proyectos mediante una consulta previa informada y consensada en los pueblos.
NOVENO. Nuestro reconocimiento y gratitud a todas aquellas personas, organizaciones, redes civiles, universidades, artistas, intelectuales, medios de comunicación, ONG internacionales que se han solidarizado y hermanado con esta causa haciéndonos sentir que no estamos solos en esta lucha, partimos juntos y llegaremos juntos a cerrar este ciclo con un buen final.
DÉCIMO. Por último hacemos saber a la opinión pública que el pueblo wixárika se encuentra unido, en pie de lucha espiritual, que no permitiremos que muera nuestra herencia cultural y como consecuencia nuestra convivencia con nuestros ancestros y de la madre tierra.
Firma y sellan las autoridades comunales y locales:
Juan Torres González, Presidente comisariado Tuapurie-Santa Catarina
Fermín Muñoz Carrillo, Gobernador Tradicional Comunidad Mesa de Nuevo Valey
Felipe Serio Chino, Unión Wixárika
Santos de la Cruz Carrillo, Presidente Bienes Comunales autónomo de Bancos de San Hipólito, Mezquital, Durango
Totopica Robles Tela, Presidente de cultura, Tuapurie-Santa Catarina, Mezquitic, Jalisco.
Alejandro Carrillo Enriquez, Consejo de Vigilancia de la Comunidad de Santa Catarina Cuexcomatitlán
Pascual Pinedo Hernández Gobernador de la Comunidad de Santa Catarina Cuexcomatitlán
Marcos Torres Robles. Juez auxiliar de la Comunidad de Santa Catarina Cuexcomatitlán
San Luis Potosí, Real de Catorce, Wirikuta, a 7 de febrero 2012
Wirikuta contemplado desde el Bernalejo
Hermann Bellinghausen
El Bernalejo, ejido Las Margaritas,
SLP, febrero
foto: JESÚS VILLASECA. Madre rarámuri
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El promontorio no se parece a ningún otro paraje del vasto desierto de Virikuta. Alguna travesura definitiva habrán hecho aquí las deidades del pueblo wixárika, que hubo de quedar marcada para siempre en este punto de la Mitad del Mundo, donde el desierto regala a sus peregrinos tenaces una pirámide natural poblada de biznagas a manera de altar, arbustos, rocas y cardos como mantelería ritual para las ofrendas de los hombres.
Desde El Bernalejo, si uno gira la mirada encuentra la circularidad exacta del horizonte. No hace falta ser biólogo, geólogo, fotógrafo o huichol para comprender que se trata de un sitio excepcional. Sirve de mirador al corazón de este jardín inmenso hecho por la naturaleza misma, o por la mano de algún dios realmente inspirado y un poco loco. Lo construyen altas palmas esporádicas como figuras humanas, mezquites en las rutas del agua, todo tipo de cactos agudos y la proletaria y recurrente gobernadora, el arbusto de esta selva plana que suele acoger bajo su falda al jícuri, el venado azul, ese cacto azul pero verde, único, casi subterráneo, que florece sin espinas y habla a quien le presta atención y cuidados.
El habitual halo rojizo de El Bernalejo contrasta con el cielo azul donde corretean las nubes en una descomunal coreografía y juegan a las escondidas llevadas por el viento. La Sierra de Catorce al oriente, que guarda al cerro Leunar o Quemado en el centro del centro del Universo, le da al horizonte una consistencia casi sideral, allí donde el sol nunca tiene prisa.
Las bestias del desierto han estado activas, como suele suceder en días de luna llena. Los halcones (y los zopilotes para tanta vaca y chivo muerto por la sequía). Un coyote majestuoso y nada tímido, aunque receloso, asomará en el camino a la sierra al poco rato, para decirnos oigan, aquí estamos, a los humanos. Un animal definitivamente guapo, aquí donde las víboras de cascabel pueden ser casi rojas.
Las ofrendas de los peregrinos, algunos de ellos interlocutores de la divinidad, se sobreponen unas a otras, ninguna demasiado antigua pues no se detienen, y aún en medio de esta aparente quietud la vida hierve y se apresura a vivir.
Es duro el desierto. Con sus pobladores y dueños legales, mestizos y huachichiles, de manera especialmente cruel. Ser agricultor en el Desierto de Coronado resulta heroico, tenaz, seco y muy cansado. Pero también les permite habitar un pedazo precioso del mundo. La gente de Las Margaritas lo ha comprendido, pero en muchos otros ejidos han comenzado a ceder, casi todos, al paraíso moderno anunciado por las mineras y sus paleros que prometen empleo (temporal) y se dicen amigables con el turismo, los huicholes, el medio ambiente [sic] y el bienestar de la familia bla bla, mediante montones de mantas en los caminos de Catorce más transitados por los turistas.
De pronto, como en “El Apocalipsis de Solentiname” de Julio Cortázar, veo El Bernalejo convertido en un gigantesco cráter muerto (como los que empiezan a infestar Virikuta), sólo que mucho mayor. Los depredadores mineros han detectado aquí yacimenos de plata, tal vez oro. Aquí se ubica uno de los principales blancos del insultantemente llamado Proyecto Universo, de la empresa Revolution Resources (otro insulto semántico). O sea, el gobierno, los golosos inversionistas golondrinos y los ingenieros están a punto de convertir este sitio prodigioso en una mina a cielo abierto, en un agujero inerte invadido por máquinas y hombres sudorosos, y luego nada. Nada de nada. ¿Adiós a El Bernalejo?
La Declaración de Virikuta del 7 de febrero